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Helena y Menelao. Marco Denevi


Helena jamás volverá junto Menelao. Un marido que para vengar su honor complica a tanta gente y a tantos dioses demuestra que tiene más amor propio que amor.
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Concurso de Microrrelatos hasta el 25/4/2009

BASES: http://especiales.lavozdigital.es/dia-del-libro/bases-concurso.html

JURADO: http://especiales.lavozdigital.es/dia-del-libro/jurado.html

PREMIOS: http://especiales.lavozdigital.es/dia-del-libro/premios.html
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Cleopatra. Lilian Elphick


Soy Cleopatra Filopator Nea Thea, la amada de mi padre, la exiliada de mí misma, última reina de una dinastía hecha cenizas.

Descuidé mis propias aguas, amé a César y a Marco, envenené a mi hermano y marido.

He sido encarnada por Theda Bara, Claudette Colbert, Vivien Leigh, Sofía Loren, Elizabeth Taylor, bufonas de un palacio desconocido.

Artemisia Gentileschi, Guido Reni, Arthur Reginald, Guido Cagnacci, me han retratado con la serpiente mordiéndome el pecho. ¡Qué viperinos!

He oído una música llamada twist en donde una voz habla de mí. El tono no es elegíaco.

Me hundo en el légamo de la vergüenza, mientras siento las palas allá arriba.

Me encontrarán con la boca llena de arena y envuelta en jirones de lino.

Que Udyat me proteja y no me deje abrir los ojos.
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Cuatro de María Fabiana Calderari



LA TORTUGA
Tropiezo. Mis pasos se vuelven torpes.
Hablo demasiado o enmudezco. Mis palabras se desordenan.
Mi respiración se agita y se detiene en un suspiro lento y prolongado.
Mientras todo alrededor se adormece se agigantan mis sentidos.
Toda sonrojada y temblorosa escondo la mirada, mi cabeza. Me guardo entera.
Cada vez que te veo. Envuelta en este caparazón juicioso, desbordante de costumbres buenas y ataviadas.
Cada vez que te veo.

EL DESCANSO
La ciudad permanecía abandonada al calor agobiante de la siesta. Apenas una ligera sombra bastó para que se detuviera y abrazara la fresca ilusión de la fronda.
Tendido a sus anchas comenzó a refregarse la greña abultada.
No resisto estos sobresaltos. Este perro callejero desconoce que ya soy una pulga avejentada.

IMAGINACION
He extraviado mi imaginación.
Hay huellas convexas y enormes por todos lados, que conducen hacia la ventana del ático.
Temo que Dactilus, el dragón que habita fuera de la casa, haya aprovechado mi descuido.

DISFRACES
La noche del viernes empapada de bullicio, olía a talco y sudor penetrante.
Todos desquiciados bailaban al compás de las comparsas revueltas en el charol de sus vestiduras.
Una mujer esculpida de barro perfecto, jadeante, tropezó cayendo contra mi cuerpo inmóvil.
Ella, endiablada y sugerente. Yo, regurgitando pecados y ensombreciendo virtudes.
Todos guarnecidos de mentiras, en la noche del carnaval, siendo otros por ahí
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Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español, de Fernando Valls

Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español, de Fernando Valls. Páginas de espuma, 2008.

En la época en que dirigió la revista Quimera, el crítico Fernando Valls dio un espacio relevante a la publicación de microrrelatos. De allí surgió la antología Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera. Ahora Valls continúa esa forma del género profundizando en una reflexión sobre el microrrelato español contemporáneo. Este marco permite, más que descubrir, profundizar de la mano de Valls en toda la riqueza de los escritores españoles que han publicado microrrelatos, desde José Jiménez Lozado a José María Merino, Juan Pedro Aparicio o Javier Tomeo, y figuras menos conocidas como Rubén Abella o Juan Gracia Armendáriz que son verdaderas revelaciones. El libro concluye con una buena orientación bibliográfica para continuar estudiando y leyendo el vasto campo de lo breve.
Por su parte, dice Mateo de Paz con respecto a la obra de Valls: "Uno de los fragmentos más interesantes, donde en teoría cabe todo, es el siguiente miniensayo de aproximadamente quince líneas:
'El microrrelato es un género narrativo breve que cuenta una historia (principio este irrenunciable) en la que impera la concisión, la elipsis, el dinamismo y la sugerencia (dado que no puede valerse de la continuidad), así como la extrema precisión del lenguaje, que suele estar al servicio de una trama paradójica y sorprendente. A menudo, se presta a la experimentación y se vale de la reescritura o lo intertextual; tampoco debería faltarle la ambigüedad, el ingenio ni el humor. Al aislar y centrarse en le desarrollo de un asola acción, en torno a unos pocos personajes, se intensifica su significado, cargándose de densidad, algo que no ocurre en aquellas narraciones en donde una determinada acción suele presentarse junto con otras distintas, compartiendo su protagonismo. Su estrategia compositiva, como si de un relámpago de sentido se tratara, consiste en arrancar de inmediato para acabar al instante, mientras que en el cuerpo del texto, que es donde realmente se la juega el escritor, no puede haber errores ni vacilaciones, puesto que gran parte del tejido narrativo debe permanecer elíptico o sobrentendido. Por tanto, si toda la literatura debe componerse borrando, el microrrelato, como la mejor poesía, se ha escrito siempre desechando sin concesiones. No en vano a Monterroso le gustaba decir que tres líneas tachadas valen más que una añadida'".
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Ficticianos en Ficción Mínima





ALFONSO PEDRAZA

Mexicano. Médico Cirujano. Desde la adolescencia colecciono la revista El Cuento (muy maltratadas por el uso, y a sus órdenes) Mis escritos eran unicamente recetas médicas: de alli soy minimalista. Escribo (en la mente) minificciones mientras practico jogging. Soy cirujano: incisivo. Gusto de la jardinería: podo. Concebí, a base de terquedad, el Taller de minicuento de ficticia.

SEXO SENTIDO
Supe que estabas allí. Ningún ruido, destello o movimiento me guiaron. Aún en la obscuridad seguí el camino correcto y te hice mía, frágil mariposilla. Benditas sean las feromonas.

TOTA PULCRA. Ensueños I.
¿Cómo? ¿Es mi madre quien yace desnuda junto a mí?¿En que momento empezó a llenarme de besos, de caricias?¿Cuál es esa sensación maravillosa que me recorre el cuerpo?¿Qué fuerza impulsa mis manos para tocarla y asirme a sus pechos? Justo, cuando empiezo a penetrarla: comienza a tararear la misma nana de siempre y mi cuerpo, empequeñeciéndose, se introduce por completo en un viaje de retorno a sus entrañas.Y ya no siento frío.

CLÁSICO
Teje, desteje. Penélope es otra desde aquel “ahora vuelvo, voy por cigarros”.

DEL AMOR: III - SUS LEYES
La ley que Pitágoras no quiso aceptar: la base de todo triángulo es, invariablemente, la infidelidad.

LLIDO – Divertimento IV.
Llido es gris, tierno y tímido.
En los corrillos donde se conoce del hechizo, del defecto y el dolor de ser diferente, le dieron ese mote.
Es de noche. En el cielo, entre el rostro pletórico y redondo de Selene, emerge el perfil del lobezno sobre el cimero rocoso. El torso rígido como esfinge, el cogote erecto, y en el hocico, de entre los níveos colmillos sólo se le oye gemir —no tiene voz de lobo— como un perro triste.
Entonces, Llido corre, se pierde entre el frío y los olores verdes de ese entorno nemoroso donde sólo se percibe el cricrí de los grillos y por fin el silencio.

DÍA DE ASUETO
No supo si fue a causa del majestuoso sol caribeño brillando en lo alto, el voznar de las garcetas a su derredor, o la fresca corriente del río donde se bañaba. El caso es que por fin le fueron indiferentes: sus odios y temores, el desencanto de un amor perdido, las algas que le enredaban los pies y la salobre agua que inundaba sus pulmones.

GENITAL
La soledad absoluta le fue intolerable; para remediarla usó su poder y sabiduría: El primer día creó el cielo y la tierra...

CORTESANÍAS II
Desde siempre, dada su alcurnia, había sido de extrema derecha. Ahora, sin miramientos y por exigencias de gobierno; la cuchara permanece estoica a la izquierda de la escudilla del nuevo monarca zurdo.

FEELINGS II
Días y noches de llanto incesante por el dolor que le causa un tumor cerebral; mi hijo yace en esta cuna de hospital con la cabecita apoyada sobre duras bolsas de hielo.
Misericordia llega en forma de un delicado almohadón de lino, relleno de plumón de oca y con aroma a jazmín. Lo tomo y presiono sobre su carita hasta que cesan sus quejas.

EUTANASIA PARA MI CUENTO
Fin.

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Ensayo y horror. Orlando Van Bredam

Una soga, una viga de un cuarto de hotel, una silla. Usted sube a la silla, anuda la soga a la viga, coloca el lazo alrededor del cuello.
Salta, se bambolea. La lengua se ve ridícula en el espejo. Usted lo advierte.
Entonces desiste.
Busca otra soga, otra viga en otro cuarto de hotel, otra silla. Sube, anuda, salta. Se ve grotesco.
Nueva soga, viga, silla. Hay que ser paciente. De tantos ensayos saldrá una muerte que valga la pena.

Del libro "La vida te cambia los planes" (1994) de Orlando Van Bredam
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Los otros somos nosotros. Rogelio Guedea


Fui a comer a las fondas del mercado de abajo. Pedí una pepena en salsa verde y un agua de arroz. Mientras me daban un vaso con hielo, se sentó al lado mío un hombre acompañado de su mujer y su pequeño hijo. El hombre pidió un guisado de puerco y la mujer una carne con papas. Para el niño, que estaba en medio de ambos mirando el mundo con ojos impávidos, ordenaron un plato vacío. Cuando trajeron su orden, la mujer, presta, puso en el plato del niño un trozo de carne y un pedazo de papa, y el hombre haría con las costillas de puerco lo mismo. La figura de la pequeña familia me empezó a entristecer irremediablemente. Al terminar, cuando el hombre pidió la cuenta y le dijeron que eran sesenta pesos, el hombre no supo qué hacer con su solo billete de cincuenta. Entonces hice un guiño imperceptible a la despachante, que supo entenderlo muy bien. La mujer cogió el billete del hombre diciendo “así está bien, no se preocupe” mientras el hombre limpiaba con una servilleta la boquita del niño que, lo delataban sus ojos, se había quedado con hambre. Luego, antes de encaminarse con su mujer y su hijo, el hombre se acercó a mi oído y murmuró: “que Dios se lo pague, amigo”. Obviamente, yo no supe qué decirle ni ahora ni nunca, ni tampoco supe qué hacer con esa mano suya que, al despedirse, tantas cosas sabias a la mía le dijo.
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Fenómenos de circo. Ana María Shua



Del libro en el que estoy trabajando, Fenómenos de circo
Ana María Shua

Los autómatas
Son hombres, mujeres y niños excelsos en el arte de fingir la vida. Imitan con tanta perfección los movimientos humanos que sólo su constante repetición los denuncia como muñecos de madera. Su dueño y creador descolla en la perfección de los detalles, como el brillo de la piel, el volumen de la carne. Uno de los hombres tiene un tic; una mujer, con los ojos perdidos, esboza una semisonrisa, como respondiendo a un recuerdo, un chico resfriado se sorbe los mocos.
Pero si son casi pefectos en su imitación de la vida, hay que ver la perfección absoluta con que mueren, la gradual palidez que se apodera de sus mejillas, el abandono inanimado de sus cuerpos, la sorprendente, sorprendente rapidez con que se pudre la madera.

La poeta ecuyere

Su número consiste en montar el signo y hacer piruetas acrobáticas sobre la gruesa línea que separa significado de significante. El signo, mucho menos dócil de lo que el publico imagina, a veces se encabrita y la voltea de un corcovo. Entonces la ecuyere se lamenta de haber abandonado la gramática y el diccionario para seguir al circo. La aplauden poco.

La gitana
No adivina el futuro. Lo ve, realmente lo ve, en forma de imágenes comparables a hologramas, en su bola de cristal. Son siempre retazos fútiles de la vida de sus clientes, pedazos de futuro irrelevantes pero muy claros, muy definidos. Los ve lavándose las manos en el baño de un café, tomando sol en una playa irreconocible, rascándose un pie, echando pimienta en un plato de sopa. La experiencia le ha enseñado a obtener ciertos datos útiles a partir de esas imágenes banales. Si los ve muy envejecidos, es que tendrán una larga vida. Ciertos detalles en la ropa o en la actividad que están realizando le permite pronosticarles buena fortuna. Pero sabe que también puede equivocarse mucho. Por ejemplo, una vez vio a su propio marido manejando un automóvil de lujo poco antes de ser contratado como encargado de una playa de estacionamiento. Da lo mismo: a sus clientes, de todos modos, les miente.

Evolución del circo

Los antiguos romanos aceptaban como un lícito disfrute ver a los leones atacando, matando y devorando seres humanos. En las corridas de toros el animal tiene menos posibilidades, aunque se le da la oportunidad de defenderse y en ocasiones se le perdona la vida. En los circos de mi infancia, los animales amaestrados hacían lo que les mandaba el domador: era un espectáculo de obediencia pura, una cualidad que los seres humanos suelen confundir con inteligencia, como si no fuera la rebeldía la más obvia señal del pensamiento propio. Pero en el circo actual ya no hay animales, no se considera correcta ni edificante nuestra presencia, se habla de los castigos y torturas con los que nos enseñan a hacer nuestras suertes. Como los hombres sin brazos y las mujeres barbudas, los animales amaestrados hemos caído en desgracia, de que sirve, por ejemplo, esta osa con habilidades literarias en un mundo en el que tan pocos leen. Tengo la esperanza de que pronto nos de de comer gente otra vez.

Mago con serrucho
Con el serrucho, el mago corta en dos la caja de donde asoman las piernas, los brazos y la cabeza de su partenaire. La cara de la mujer, sonriente al principio, se deforma en una mueca de miedo. En seguida empieza a gritar. Brota la sangre, la mujer aulla pidiendo socorro y mueve los brazos y las piernas con aparente desesperación mientras la gente aplaude y se ríe. Después sólo se queja débilmente y al fin se calla. En otras épocas el público era más exigente, recuerda el mago: pretendía que la mujer volviera a aparecer intacta. Ahora, en cierto modo, todo es más fácil. Excepto conseguir ayudante, claro.

El tamaño importa

En 1832 llegó a México, con un circo, el primer elefante que pisó tierras aztecas. Se llamaba Mogul. Después de su muerte, su carne fue vendida a elaboradores de antojitos y su esqueleto fue exhibido como si hubiera pertenecido a un animal prehistórico. El circo tenía también un pequeño dinosaurio, no más grande que una iguana, pero no llamaba la atención más que por su habilidad para bailar habaneras. Murió en uno de los penosos viajes de pueblo en pueblo, fue enterrado al costado del camino, sin una piedra que señalara su tumba, y nada sabríamos de él si no lo hubiera soñado Monterroso.

La mujer que vuela
- Puedo volar -dice la mujer. Se la ve grande y cansada. Fue bella.
- Trapecista. Una genial trapecista- entiende el director del circo.
- No. Yo vuelo. De verdad
- ¿Con cables invisibles? ¿Con un sistema de imanes, como el mago David Copperfield?
- Usted no entiende. Como Súperman.
La mujer alza el vuelo y da una vuelta completa alrededor de la carpa.
- Una gran artista. Pero no es este su lugar, señora - el director es sincero y odia tener que rechazar a una gran artista. - Este es un modesto circo de minicuento. Estoy seguro de que tendrá más suerte en una novela de realismo mágico.
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Microrrelatos


Diario Página 12, Argentina.
Por Rodrigo Fresán
14/04/2009

UNO El sábado pasado, en el suplemento Babelia de El País apareció una entrevista a Ana María Shua. La escritora argentina acaba de publicar en España el volumen Cazadores de letras, donde se reúnen los cuatro libros que ha dedicado a la práctica y teoría (porque la práctica apenas esconde la teoría del género en cuestión) del microrrelato. Es ciencia: con el correr de los años, Shua se ha convertido por derecho y mérito propios en una suerte de genio y oráculo del asunto. Y la verdad sea dicha: me alegra tanto leer en el reportaje que el dichoso dinosaurio de Augusto Monterroso no le resulte a Shua especialmente genial y sí “limitado y hasta peligroso (...). Tiene un elemento sorpresa y, por supuesto, es interesante y valioso. Pero creo que la minificción tiene posibilidades infinitas que, quizás, ese texto no muestra. Lo que pasa que es perfecto y muy fácil de citar”.
DOS Cito fácilmente: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. (Memo para Hollywood / El dinosaurio 2: “Y murió de un ataque cardíaco sin darse cuenta de que el dinosaurio era su hijito disfrazado de Godzilla”.)
TRES De un tiempo a esta parte, el microrrelato es uno de los géneros que más interesan en España. Cruza de haiku con trama deshidratada de episodio de The Twilight Zone, hay números especiales de revistas dedicados al asunto, talleres para aprender sus claves, seminarios donde se lo analiza con macroponencias. Y en casi todos los casos que conozco –a diferencia de Shua– se peca de un exceso fantástico. Shua lo explica bien en el reportaje que le hace Soledad Gallego-Díaz: “Mis fuentes de inspiración están aquí. No son exóticas, son del mundo de todos los días. Me gusta trabajar con personajes corrientes, en todo lo que escribo, también en los cuentos y en las novelas. Hay dos posibilidades, trabajar con personajes extraordinarios, fuera de serie, a los que a su vez les suceden grandes aventuras, y la otra posibilidad es trabajar con personajes comunes a los que les suceden cosas inesperadas, y a mí me gusta mucho más ese juego, gente de todos los días en un ambiente cotidiano y que lo inesperado irrumpa de una manera violenta”.
CUATRO “Cuando despertó, su esposa –a la que no podía ver desde hace años– todavía estaba allí.”
CINCO Y estoy escribiendo esto y noticia de último momento. Como estaba buscando en el site de El País para cortar y pegar un párrafo de la entrevista a Shua, veo que comienza a parpadear la novedad del asunto y leo: Corín Tellado muere en Gijón a los 81 años. Y sigo leyendo: “La escritora María del Socorro Tellado López, conocida como Corín Tellado, ha muerto a los 81 años de edad. La autora, la más leída en español después de Miguel de Cervantes, nació en la localidad de Viavélez, el 25 de abril de 1926. A lo largo de su vida, Corín Tellado ha publicado más de 4000 novelas románticas, de las que se han vendido más de 400 millones de ejemplares”. Y pienso: “Las vidas son novelas y las necrológicas son microrrelatos”. Y sigo pensando: “Cuando me despierte mañana, Corín Tellado seguirá vendiendo y siendo leída por mujeres que miran de reojo a sus maridos, recién despiertos, y se preguntan qué fue lo que pasó, de dónde habrán salido todos esos cavernícolas”.
SEIS Y, continuando con el tema de la muerte –la muerte es un microrrelato en el que, se dice sin ninguna autoridad, toda nuestra existencia pasa frente a nuestros ojos en cuestión de segundos– la reportera le pregunta a Shua qué opina de ese otro célebre microrrelato de Hemingway, el que ofrece zapatos de bebé sin uso. Y Shua responde: “Es un microrrelato con una forma que considero fácil, la del ‘aviso clasificado’. Trato de evitarla. Tengo una minificción de sólo tres palabras, pero no la he recogido en ningún libro: Terremoto busca profeta”.
SIETE “Berlusconi”. Un apellido –el apellido de un dinosaurio– también puede ser un microrrelato.
OCHO O si lo prefieren: “Cuando despertó, los zapatitos usados del bebé todavía estaban entre las ruinas”.
NUEVE Y, sí, hay un peligro grave en que el virus del microrrelato comience a instalarse en la infrarrealidad en la que vivimos. Las mínimas cápsulas de sentido, la breve y superficial atención a cuestiones que requerirían de varias profundas páginas, la fugacidad de la mirada ganándole a la concentración de la lectura, la funcional levedad del dinosaurio contra la ardua contundencia de la ballena blanca. Conozco a personas que han adoptado el microrrelato como unidad existencial y que, a los pocos minutos de estar con uno, comienzan a mirar por encima de nuestro hombro para ver por dónde llegará la nueva dosis, quiénes le contarán los próximos microrrelatos.
DIEZ “Y, te lo juro por Dios, al tercer día, cuando se despertó, se le ocurrió decir que Jesús había resucitado. Y le creyeron. Y, desde entonces, Jesús todavía está ahí.”
ONCE Yo, como muchos, empecé escribiendo microrrelatos. Pero llegó un punto en que tuve que dejarlo. Me sentía como un bonsai, como un pie de geisha, como un liliputiense de intensidad gulliveresca. Digamos que no era feliz y que –a diferencia de lo que sucede con la excelente Shua, quien siempre da en el blanco con una flecha más de arquero zen que de Robin Hood– temía convertirme en un fabricante de aforismos o de slogans o de entradas de blog, que es lo que en realidad son los pésimos escritores de microrrelatos. El peor microrrelato que conozco –también el más triste y gracioso– se llama “Dios” y dice así: “Dios es argentino”.
DOCE Y me acuerdo de un microrrelato que escribí y que es lo suficientemente breve y fácil como para citarlo de memoria. Se titula “Amnesia”. Lean: “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme”.
Y.
Punto.
Final.


Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-123171-2009-04-14.html
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Segundo Concurso Regional –Zona Caribe- de Minicuento


Universidad de Córdoba. Colombia
Facultad De Educación y Ciencias Humanas
Departamento de Español y Literatura
Grupo de Investigación en Literatura del Caribe –Gilc-
Convocan Al
Segundo Concurso Regional –Zona Caribe- de Minicuento “David Sánchez Juliao”
Bases:
1. Podrán participar todos los autores nacidos en la Costa Caribe Colombiana.
2. Enviar una selección personal de 5 minicuentos inéditos.
3. Enviar versión digital de la selección en archivo adjunto (formato Word), al correo electrónico: minicuentocaribe2009@gmail.com Por el mismo medio será confirmada la recepción del envío.
4. Cada minicuento debe tener un máximo de 450 palabras. Si esta cifra se sobrepasa, el concursante quedará automáticamente eliminado.
5. En otro archivo adjunto, enviar los siguientes datos del autor: nombres y apellidos completos, copia de la cédula de ciudadanía, ciudad de residencia, dirección postal, número telefónico.
6. El fallo del concurso se hará público durante el Segundo Encuentro Regional –Zona Caribe- de Minificción, el día 3 de junio de 2009.
7. El jurado estará conformado por dos especialistas nacionales y uno internacional.
8. El fallo será inapelable. En consecuencia los organizadores no brindarán explicación sobre el fallo.
9. Premios: el ganador recibirá un premio de $ 1.500.000, el segundo puesto recibirá $1.000.000 y el tercer puesto $500.000.
10. El concurso queda abierto a partir de la publicación de esta convocatoria y se cierra el día 4 de mayo de 2009. Después de ese día no se aceptarán participaciones.
11. Para efectos de publicación, todos los participantes ceden sus derechos de autor a la entidad organizadora del concurso, la cual podrá disponer en cualquier tiempo de los textos enviados por los concursantes.
12. El no cumplimiento de alguno(s) de estos requisitos, invalida toda participación.
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Más por menos. I Jornadas sobre microrrelatos

Encuentros con escritores
Talleres
Concurso de microrrelatos
Más información en http://spain.slu.edu/especiales/microrrelatos.pdf
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Payaso perfecto

Nada tan desopilante como el fracaso ajeno. Los payasos fracasan ruidosamente en toda tarea que emprenden y el público ríe, ríe, ríe. El payaso perfecto fracasa incluso en su intento de divertir a los espectadores, que lo miran aburridos o incluso tristes. Es la culminación absoluta de su arte, pero pocos lo comprenden. Despedido del circo, nadie quiere emplearlo y camina por las calles desalentado, menos gracioso que nunca, seguido por un grupo de jóvenes universitarios que lo consideran un espectáctulo de culto. Con el tiempo, llegará a ganarse la vida dando conferencias. Su país lo postula al Premio Grock, el Nobel de los payasos.
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IV Concurso de Microrrelatos Paréntesis


La Asociación Cultural Paréntesis convoca el IV Concurso de Microrrelatos «Paréntesis» con el objetivo de promover y alentar el trabajo de los escritores/as residentes en España y Latinoamérica.

Se establece un premio único de 2000 € al mejor microrrelato.

Paréntesis publicará el trabajo premiado y una selección de los relatos finalistas si la calidad de las obras presentadas lo justifica. Cada autor/a renuncia expresamente a cualquier tipo de derecho patrimonial que se derive de la difusión de su trabajo.

El plazo de presentación vence el 30 de septiembre de 2009.

Si desea recibir el cartel del concurso y las bases, escríbanos un correo electrónico a: concurso@asociacionparentesis.com

Bases

1) Podrán participar todos los autores/as mayores de 18 años que lo deseen, residentes en España y Latinoamérica, con una obra consistente –necesariamente– en 3 microrrelatos, aunque el premio será otorgado a uno de ellos.

2) Los participantes deberán enviar sus obras escritas en castellano. La extensión de cada microrrelato no tendrá menos de 100 palabras ni excederá de 150 —título incluido—.

3) Los concursantes presentarán, en un sobre único, tres copias de cada microrrelato, escritos a máquina u ordenador, en cuerpo 12, a doble espacio, por una sola cara, en papel tamaño A4 y sin la firma o nombre del autor/a. Los trabajos deberán llevar en cada página el título del microrrelato y el seudónimo que decida utilizar el autor/a. Dentro del primero, un segundo sobre (plica), cerrado, contendrá una página con los datos personales del concursante (nombre y apellidos, edad, documento de identidad, dirección, teléfono, correo electrónico y breves apuntes autobiográficos). En el exterior de este segundo sobre (plica) sólo constarán los títulos de los microrrelatos presentados y el seudónimo. No se admitirán envíos por distintos medios que el de correo postal.

4) Dentro de la plica se incluirá, obligatoriamente, lo siguiente:

Fotocopia del DNI o Pasaporte
Declaración firmada de que la obra es inédita, no ha sido premiada en otro concurso y sus derechos no han sido cedidos a ningún editor en el mundo.
Autorización firmada donde se permita a Paréntesis la publicación de la obra en cualquier soporte, digital o impreso (siempre se hará indicando su autoría).
5) La dirección donde enviar las obras es:

Paréntesis
Apartado de Correos nº 14144
29080 Málaga (España)

6) La presente convocatoria estará vigente desde el momento de su publicación hasta el miércoles 30 de septiembre de 2009. Se admitirán obras con fecha del matasellos postal igual o anterior a la fecha de cierre, siempre que no se reciban más tarde del 9 de octubre de 2009. Después de la fecha de cierre no se aceptará ningún trabajo.

7) El jurado será nombrado por Paréntesis y estará compuesto por personas vinculadas con el mundo de las letras y la cultura.

8) El fallo del jurado será inapelable y se dará a conocer por distintos medios en diciembre de 2009. El concursante que resulte premiado, y los finalistas, serán notificados directamente.

9) El jurado tendrá la facultad de declarar desierto el premio si considera que las obras presentadas no poseen calidad para obtenerlo. En este caso, el importe del premio se acumularía para la próxima edición del concurso.

10) Cada autor/a renuncia expresamente a cualquier tipo de derecho patrimonial que se derive de la difusión de su trabajo en las publicaciones de Paréntesis.

11) El ganador autoriza la utilización de su nombre e imagen para promocionar nuestras publicaciones literarias.

12) Paréntesis no mantendrá correspondencia acerca de los originales presentados y no los devolverá; los no seleccionados serán destruidos por la Secretaría del concurso una vez fallados los premios.

13) El hecho de presentar trabajos en este concurso supone la total conformidad de los autores/as con sus Bases. La interpretación de las mismas, o de cualquier aspecto no previsto en ellas, corresponderá al jurado.

14) Los ganadores de las convocatorias anteriores no podrán participar en esta edición.

15) Todo trabajo que no cumpla con lo dispuesto en estas Bases quedará excluido del concurso.
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La minificción tiene posibilidades infinitas. Entrevista a Ana María Shua


Babelia. El País. SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 11/04/2009


Los microrrelatos requieren toda la atención del lector, afirma la autora de Cazadores de letras. "Son como una caja de bombones, si uno los come todos seguidos se empalaga"

Los microrrelatos de Ana María Shua (Buenos Aires, 1951), que aparecen ahora reunidos en un volumen único (Cazadores de Letras), son difícilmente clasificables: cuentos brevísimos, normalmente, de menos de 25 líneas, capaces de exigir al lector un esfuerzo de concentración y al mismo tiempo de proporcionarle un universo coherente y compacto, recorrido por una fina línea de humor y cotidianidad. Shua ha cultivado desde los 17 años este género tan especial, pero lo ha hecho alternándolo con la novela, la poesía, el cuento tradicional y la literatura infantil, hasta el punto de que no es posible analizar ninguna rama de la literatura argentina de los últimos treinta años sin tener en cuenta su brillante aportación. Shua recibió recientemente un multitudinario homenaje en Buenos Aires, en el que muchos de sus colegas resaltaron esa extraordinaria capacidad suya para moverse en los límites de géneros muy dispares sin perder en ninguno de ellos su peculiar mirada. En su casa de Buenos Aires, pocas horas antes de embarcar hacia Madrid, Shua se ríe con ganas de quienes la califican como "Reina del Minirrelato".


PREGUNTA. ¿En qué se diferencia un microrrelato de un cuento?
RESPUESTA. En 25 líneas, como máximo, es imposible desarrollar personajes o su psicología; hay que trabajar con los conocimientos del lector, hacer como en las artes marciales, donde se aprovecha la fuerza del adversario. Usar los conocimientos del lector para seducirlo y que sea él mismo quien complete el significado. Juega mucho en esos límites. Hay que tener mucho cuidado en lograr que no cruce la frontera del chiste, porque eso es realmente peligroso, quedarse en un jueguito de ingenio.

P. ¿No son sólo un chispazo de ingenio?
R. Deberían ser algo más; algunos son solamente eso, un chispazo de ingenio, pero los autores siempre quisiéramos que fueran también otra cosa.

P. ¿Va publicando los minirrelatos según los escribe o los guarda hasta que tienen una cierta unidad y se publican juntos?
R. El libro que sale ahora en España reúne mis cuatro libros de microficción, con unos sesenta textos nuevos. Mi primer libro, La sueñera, es de 1984. El género no tenía todavía el auge de ahora y a mí no me parecía que estuviera haciendo nada particularmente nuevo, en especial porque en Argentina tenemos una fuerte tradición de microrrelato. El primer libro de este tipo fue Cuentos breves y extraordinarios, de Borges y Bioy Casares, en 1953. Y todos nuestros grandes escritores, los que han sido cuentistas, escribieron también microrrelatos. Borges, Cortázar, Bioy Casares.

P. Una de las cosas que más me gusta de su libro es el sentido del humor. ¿Es una parte importante de su trabajo?
R. Es una parte importante de mi personalidad. Aparece en todo lo que hago. Mi problema es que muchas veces me propongo lo contrario, escribir sin humor, porque tampoco uno quiere estar riéndose todo el tiempo.

P. Como usted dice, el minirrelato es, por un lado, un género poco novedoso, pero, por otro, está muy relacionado con este tiempo, en el que todo va muy deprisa.
R. Es un género que se adapta muy bien a Internet. En este sentido, sí tiene que ver con la cultura actual. Pero, por otro, los best sellers en Occidente son tremendos novelones de 800 páginas y nunca jamás un libro de minificción. Por algo será. En una novela, uno conoce un mundo, forma parte de alguna manera de él y puede entrar y salir tranquilamente en cualquier momento. Con el microrrelato es todo lo contrario, cada texto es independiente y requiere mucha atención. Cada texto es un pequeño cosmos que hay que comprender y por eso, en cierto modo, produce fatiga. Un libro de microrrelatos no es para leer de un tirón, como se puede decir de una novela; es todo lo contrario, algo como una caja de bombones, si uno los come todos seguidos se empalaga. No es un libro que se adapte a la velocidad y al poco tiempo que marca la cultura actual.

P. Ese cansancio, ¿puede relacionarse también con el hecho de que son historias sin un contexto?
R. Es el lector quien debe poner el contexto. Se le exige que preste una alta concentración y parte de sus conocimientos.
P. Leí en algún lado una frase de Hemingway, o que se le atribuye a él: "Se venden zapatos de bebé que nunca han sido usados". ¿Eso es para usted un microrrelato?
R. Es un microrrelato con una forma que considero fácil, la del "aviso clasificado". Trato de evitarla. Tengo una minificción de sólo tres palabras, pero no la he recogido en ningún libro: Terremoto busca profeta.

P. ¿No es un poco exagerada tanta exigencia al lector? Si yo tengo que crear la historia entera, a lo mejor no tengo necesidad de Hemingway, ¿no?
R. Eso es interesante. Si el lector tiene que trabajar tanto, ¡para qué necesita al autor!

P. ¿Diría usted que el más clásico de todos los microrrelatos es el de Augusto Monterroso, el del dinosaurio?
R. Es el más conocido.

P. ¿Pero es el más representativo?
R. No necesariamente. Me parece que es limitado y hasta peligroso. Tiene esto que veníamos comentando, lo mismo que el de Hemingway, es demasiado breve. Tiene un elemento sorpresa y, por supuesto, es interesante y valioso. Pero creo que la minificción tiene posibilidades infinitas que, quizá, ese texto no muestra. Lo que pasa es que es perfecto y muy fácil de citar.

P. Leyendo su libro tuve la impresión de que sus relatos están totalmente relacionados con el mundo cotidiano.
R. Pienso lo mismo. Mis fuentes de inspiración están aquí. No son exóticas, son del mundo de todos los días. Me gusta trabajar con personajes corrientes, en todo lo que escribo, también en los cuentos y en las novelas. Hay dos posibilidades, trabajar con personajes extraordinarios, fuera de serie, a los que a su vez les suceden grandes aventuras, y la otra posibilidad es trabajar con personajes comunes a los que les suceden cosas inesperadas, y a mí me gusta mucho más ese juego, gente de todos los días en un ambiente cotidiano y que lo inesperado irrumpa de una manera violenta.

P. Diría que tiene usted una relación curiosa con los objetos. Bastante mala con la bañera, por ejemplo.
R. ¡Es que los objetos son malos! Los objetos se resisten, no quieren obedecer órdenes. Yo soy particularmente torpe. Los objetos tienden a caérseme de las manos. Vivo una especie de guerra constante contra los objetos, en la que gano algunas batallas y pierdo muchas, y eso se refleja en lo que escribo. De la bañera, ni hablar. Ella me toma el pelo.

P. El elemento sorpresa de sus microrrelatos está más relacionado con lo inesperado que con lo extraño o insólito. Uno tiene la impresión de que para usted la vida es enormemente inesperada.
R. Sí. Yo tengo esa sensación de que la vida es absurda e inesperada, y que, cuando te está acariciando, lo que menos uno espera es que te dé un sopapo, y te lo da. Tiene que ver con mi visión del mundo.

P. Los microrrelatos son una lectura con muy buena acogida en la radio. Pero a mí me pone algo nerviosa, porque no me da tiempo a darme cuenta de lo que oigo.
R. Eso es fundamental. Es la teoría del clic sobre la que discutimos mucho los escritores y los críticos. Yo creo en la teoría del clic. Las minificciones necesitan espacio, aire alrededor. Tienen que estar solas en la página y también necesitan espacio cuando se las lee. Una minificción necesita unos 20 segundos de silencio para que se produzca ese clic de comprensión en la mente.

P. Y a la hora de escribirlos, ¿cómo hace?, ¿va cortando o eliminando palabras?
R. No. Nacen con esa forma y medida. Lo que hago es cambiar muchas palabras, pulirlo y tratar de perfeccionarlo. Es como si trabajara con distintas partes del cerebro cuando escribo cuento, minificción o novela.

P. ¿Piensa en algún momento: "Sobre este tema me gustaría desarrollar una serie de microrrelatos"?
R. Algunas veces me siento a pensar sin nada preconcebido y algo surge. Otras veces, como por ejemplo en Casa de Geishas, tomé la idea de Italo Calvino en Las ciudades invisibles. Y en este momento estoy trabajando con minificciones sobre el circo, que son las últimas que aparecen en este libro.

P. Con esa facilidad que tiene para escribir conciso, ¿para escribir novelas cómo hace?
R. Sufro. Pero me parece que, en el fondo, todos los novelistas sufren. Esas películas que muestran que el novelista está bloqueado y le da un ataque, y toma la máquina de escribir o la computadora y la tira contra la ventana, siempre se trata de un novelista, nunca de un cuentista.

Cazadores de letras. Ana María Shua. Páginas de Espuma. Madrid, 2009. 896 páginas. 29 euros
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Ficticianos en Ficción mínima







ROSA DELIA GUERRERO

Por lo general, vivo en Irapuato, Gto. cerca de la ciudad de México. No sé qué fue primero, si la música, el baile, la pintura, la escultura, el piano, la flauta, la literatura, escribir o la fotografía. En orden cronológico guardan épocas, todo ello conforma y construye mis mundos. Cada verano emigro, en una danza itinerante poniendo distancia o acercando las circunstancias, los personajes y en ello, a mí misma. Por más de 20 años, el punto es París, entonces la vida toma otra densidad. A veces creo que estoy desfasada en el tiempo, una lucha eterna con cronos por tratar de hacer todo aquello que me propongo y más. Cada día lo veo como una oportunidad de crecer, de descubrir y redescubrirme en un diálogo con el otro. Lo geográfico es lo menos importante, quizá la esencia y lo que se es, es, lo que de forma burda, con intentos necios, se va plasmando y queda. Todo está por descubrir.

Minette
Toda la realidad, toda por completo, habita en el brillo de su mirada. Primero fue el tiempo, quieto presagio de tardes de aguacero; luego, la luz perpendicular de las montañas y el polvo de las cosas; ahora atrapa, una a una, las perspectivas que nacen tras cada parpadeo. Cualquier trazo constituye una sorpresa extraordinaria que surge y termina sobre la fragilidad de un guiño: Una gota en la ventana, el suspiro del reloj, todo suceso —¿grande?, ¿pequeño?— se fotografía en una imagen inédita tras el azogue azul del iris diminuto. Todo es acertijo, todo pasmo, maullido y pestañeo, todo es eterno pese a lo efímero.


Secretos
En aquellas noches de lluvia el miedo venía y me devoraba. Con extraña velocidad surgían historias de la nada y las pequeñas manos sudorosas quedaban paralizadas sobre mi rostro. Me ahogaba en el intento por gritar. Temerosa, escondía el tiempo y la oscuridad bajo la almohada. Lloraba en silencio inventos de lágrimas.
Sentado sobre la silla, fingiendo no estar, se encontraba un monstruo deforme al que yo le acomodaba ojos, bocas miles y pasos con sonido de tic-tac. Como señal inequívoca de su enojo los truenos lo estremecían todo mientras, él, trepaba por mis pies con manos en forma de lenguas hasta que el cansancio me vencía.
Oculto, el muy tirano, aún pernocta en mis sueños.

Entre los cuerpos
Diminutas, como de mosca, sus patas me acarician; mi cuerpo, entre cacharros y basura, yace en lóbrega humedad. La araña baja y sube por mis párpados cerrados, besa mis labios y en el caracol de mis orejas, se tiende -por vicio- a dormir. Medito en los artefactos que habitamos el lugar: lluvia, gusanos y hierba silvestre; flores de invernadero que sólo por algún tiempo vinieron a dejar los otros; oscuridad y silencio atropellado por el sonido del tren que pasa a un costado del cementerio: un muro lleno de cuarteaduras. La arañita ha hecho apacible la estancia. Por un momento pienso en aplastarla, pero mis manos son de trapo. Su telaraña abriga mi soledad.

Invento de rieles
El tren sale puntual. Caminar lento en un principio, luego el vértigo de la velocidad. Pasa el tiempo, unos minutos y arribaremos al destino. El tren se detendrá. Por alguna extraña razón la estación queda atrás. Afuera todo es paisaje en cámara rápida, árboles en movimiento, ráfagas de cielo azul.
Tiro del mecanismo para frenar. No obedece. Enciendo un cigarro con las manos temblorosas. Siento la angustia recorrerme por dentro, todo es confusión y desorden. Comienzo a ir de un vagón a otro abriendo puerta tras puerta y descubro lo sorprendente: soy la única pasajera.
Sentada en el absurdo leo el periódico. Tiene fecha del día de mañana.

Arlequín
Sobre el dibujo de su sonrisa duerme una profunda tristeza de colores brillantes. El rostro permanece ausente.

Otredad
Sobre el horizonte, el paisaje era isla. Unos cuantos pasos y es mar, sin distancias ni tiempo, entre sueños de lluvia te acaricio.

Lienzo sobre óleo
Un reloj olvidado aquí, otro un poco allá, uno más cuelga de la rama de lo que parece un árbol. Todo ha sido dispuesto con precisión total. Cierro el tiempo más pequeño y lo coloco cerca, rodeado de seres diminutos que suben y bajan por su faz sin saber a dónde van.
Un segundo flexible vuelve blandas las carátulas y la soledad. Hago un ejercicio para recordar. Se me queda extraviado en algún lugar el Cabo de Creus y el azul mar. Camino sobre la arena y tropiezo con mi cuerpo que yace dormido. Sueño en vida encerrada en ese vértigo sin tiempo.
Todo se ha ido, el ayer y lo conocido. Van a dar las siete y todo persiste. Hasta la transparencia de unas alas de mosca.

Sinfonía urbana
La calle se desdobló, la luz del farol se hizo penumbra y lo cotidiano huyó calle abajo. El amanecer, el puesto de tamales, el repartidor de periódicos, la mujer de tacones rojos que solía esperar todas las noches hasta la madrugada y los sonidos que ayudaban a dibujar la escena no habitan más; sólo el maullido de un gato que me observa fijo a los ojos. El brillo de su mirada me impide escapar.
El tiempo sigue su curso. Todo permanece igual. Pienso en la navaja que tengo en el bolsillo. Un ahogo, la asfixia y la nada. Mis manos tienen sangre. Las miradas acarician un reflejo de metal. En el pavimento sólo queda la nitidez del silencio.

Los árboles tapan el bosque
Otro verano más en el acostumbrado hotel de París, ese lugar que forma ya, parte de la escenografía biográfica de repeticiones memorables. Sobre el espejo de la habitación la silueta desnuda, apenas por instantes, justo antes de meterse entre lo blanco de las sábanas. A partir de entonces los territorios se confunden, las manos recorren, paso a paso, cada espacio, luego cambian de ritmo, los labios se abren y encuentran un vértice. Tu mundo penetra al otro, el mío.
Bajo la tenue luz, el paisaje desaparece con la vida entera desfilando ante mis ojos.

*Titulo tomado de Joan Manuel Serrat
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Wilfredo Carrizales. Calma final


Cagua, Aragua, Venezuela. 1951. Narrador, poeta, fotógrafo. Obras principales: Ideogramas (1992); Mudanzas, el hábito (1993); Calma final (1995); Textos de las estaciones (2003); La casa que me habita (2004); Desde el cinabrio (2005)

ERMITAÑO
Ignoro cómo averiguó mi nombre. No se lo he dicho a nadie. Persona alguna me visita, ni mucho menos me llama. Desde que me mudé aquí me aislé. No tengo trato con mis lejanos vecinos. Entonces, ¿de qué manera se enteró de mi nombre? ¿Qué se propone al difundirlo?
Al segundo día de estar viviendo en esta granja apartada comenzó a llamarme: “¡Wilfredo! ¡Wilfredo!” Corrí a ocultarme dentro del cuarto. Entreabrí la ventana y no atisbé a nadie. Pensé que pudo tratarse del fruto de mi imaginación, pero oí pronunciar una vez más mi nombre, con fuerza y nitidez. A partir de entonces, no más asomaba la cabeza, delataba mi presencia con sus chillidos. “¡Wilfredo! ¡Wilfredo!”
Sólo puedo salir de noche. Porque algo he notado: parece que duerme al no más ponerse el sol. Sin embargo, todavía no le he visto la cara a mi desconocido nombrador. Sospecho que me vigila desde algún punto elevado y a cubierto.
Llevo semanas sin poder disfrutar de los rayos del sol. Hoy de mañana decidí ponerle fin a tanto desasosiego. Me dejé ver y en cuanto empezó a chillar mi nombre, me quedé parado allí mismo. Lo descubrí sobre la alta palmera plantada en la entrada. Detallé su plumaje amarillo y negro y tomé una decisión.
Desde el amanecer estoy aquí, esperando que aparezca, para cerrarle el pico con esta honda que me hizo famoso cuando niño.

VER UNA HOJA CAER
Escuché nítidamente el sonido de la hoja seca al estrellarse contra el suelo. Una sobria quietud embargaba a todas las cosas una vez traspuesta el alba. La trayectoria de la caída de la hoja fue lenta y sinuosa. Yo estaba observando embelesado la copa del gran árbol, de extrañas formas foliáceas. La mayor de entre todas las hojas se abrió paso fácilmente. Apartando a sus vecinas se lanzó audaz en vuelo descendente. Diría –ahora que escribo estas líneas- que su descenso acrobático constituyó un estímulo bien calculado para que mi mente lo imitara. A partir de ese momento, el fluir de mi pensamiento se deslizó, suavemente, llevado por las brisas.
Dondequiera me detenía, dejaba un manto de hojas secas con mensajes descifrables para otros seres de igual sustancia vegetal.
Paulatinamente, los lugares por mí visitados se fueron cubriendo de una espesa capa de señera hojarasca. Mi alegría era infinita al descubrir un tropel de niños bulliciosos jugueteando sobre el tejido de la alfombra que yo tendía cada noche.
En temporadas de fuertes vientos, los remolinos trasladaban mis ideas por los aires de distantes comarcas.

LLAMADA NOCTURNA

Con terca insistencia repica el teléfono. Alguien acude a levantar el auricular. “Aló”. Suena un disparo. La bala que penetra a través de la ventana abierta se incrusta en el oído del que responde a la llamada telefónica, después de haber traspasado el auricular. El herido de muerte por la bala trastabillea y luego se desploma pesadamente.
El auricular queda colgando de la mesa y se oye una voz que viene del otro extremo del hilo telefónico. “Aló. ¿El disparo dio en el blanco?”

Fotografía de Wilfredo Carrizales
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Hiperbreves SA


Un saludo, mi nombre es Raúl Sánchez Quiles y soy el autor de
Hiperbreves S.A., un blog dedicado a los microrrelatos. No conocía
este blog y sólo quería dejar constancia de mi alegría al encontrarlo,
además, aprovecho para invitar a sus responsables a visitar mi blog de
historias mínimas.

http://www.hiperbreve.blogspot.com

Un saludo desde Tenerife (España) y enhorabuena.
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