Mostrando entradas con la etiqueta Gabriel Jiménez Emán. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gabriel Jiménez Emán. Mostrar todas las entradas
0 com

Minificción de los Jueves: Gabriel Jiménez Emán

http://www.el-nacional.com/papel_literario/Minificcion-jueves-Gabriel-Jimenez-Eman_0_544745663.html
Read more »
0 com

Cuatro tomados de Minificciones. Minirrevista de Calarcá, Quindío.

EL VIOLINISTA Y EL VERDUGO Fernando Ayala Poveda (Colombia)

Cansado del cielo, Jacob abandonó su castillo y regresó a la tierra. A medianoche penetró en la recámara del sargento Ordax, lo despertó con un golpe de sombra y le dijo:
¿Ya no me recuerda?
No - le respondió el verdugo -. ¿Qué desea de mí?
Recuerde -dijo Jacob con vehemencia-, yo soy el hombre que usted asesinó en el conservatorio de música de Miraflores, en la noche de los coroneles.
No quiero hablar de cuestiones políticas.
Yo era músico, ¿sabe usted? En la noche de mi muerte, daba mi primer concierto. Me preparé durante treinta años para esa gran noche.
Lo que fue ya pasó -dijo el verdugo implacable-. El mundo no ha perdido nada sin su música. Fíjese: todo sigue en su mismo lugar. ¿Por qué se lamenta?
Por mi violín. Usted lo guarda debajo de su cama. Quisiera volver a tocarlo.
Puede tocarlo si quiere. Pero después saldrá inmediatamente de aquí. Tengo que madrugar.
Jacob tomó el violín, lo acarició con amor y el mundo se llenó de música.
Al principio, el verdugo escuchó aquel concierto con mirada cejijunta, pero más tarde, su rostro se transformó. Luego se levantó de su camastro y se aproximó a la ventana. A través de las rejas de hierro contempló la luna de octubre, y entonces comenzó a silbar una balada feliz, que le evocaba los caballos y las mariposas de su niñez.
Cuando Jacob dejó de tocar el violín, el verdugo le dijo:
Su música es bella, muy bella, y saludable. Ahora usted debe irse. Ya ha cumplido su deseo. No es bueno que dos sombras hablen en la oscuridad.
Jacob se marchó al cielo con una tremenda nostalgia por los hombres y por su violín.
Un año después, el sargento Ordax, discretamente, concluyó su primer curso de música en el conservatorio de Miraflores, y desde entonces eligió el violín como el instrumento de su destino

LOS BRAZOS DE KALYM Gabriel Jiménez Emán (Venezuela)

 Kalym se arrancó los brazos y los lanzó a un abismo. Al llegar a su casa, su mujer le preguntó sorprendida: “¿Qué has hecho con tus brazos?”.
- Me cansé de ellos y me los arranqué- respondió Kalim.
- Tendrás que ir a buscarlos; vas a necesitarlos para el almuerzo. ¿Dónde están?
- En un abismo, muy lejos de aquí.
- ¿Y cómo has hecho para arrancártelos?
-Me despegué el derecho con el izquierdo y el izquierdo con el derecho.
-No puede ser -respondió su mujer-, pues necesitabas el izquierdo para arrancarte el derecho, pero ya te lo habías arrancado.
- Ya lo sé, mujer; mis brazos son algo muy extraño.
Olvidemos eso por ahora y vayamos a dormir -dijo Kalym abrazando a su mujer-.

COMUNICACIÓN Pablo Urbanyi (Hungría-Argentina)

El y ella. Los encontramos sentados en los dos extremos de un sofá de tres plazas. Él la observa con un poco de temor. Por fin se anima a hablar:
Él: Parece que estás de mal humor, ¿qué te pasa?
Ella: No me pasa nada. Y te ruego que no hagas suposiciones sobre mí.
Breve pausa:
Él: ¿Es por algo que dije?
Ella: No.
Él: ¿Es por algo que no dije?
Ella: No.
Él: ¿Es por algo que hice?
Ella: No.
Él: ¿Es por algo que no hice?
Ella: No.
Una pausa más larga. Toma aire y remarcando con claridad las palabras:
Él: ¿Es por algo que yo dije casualmente con relación a algo que hice y que no debí haber hecho ni dicho, o, por lo menos debería haberlo hecho y dicho de otra manera y tomando en cuenta tus sentimientos?
Ella: Algo así. Pero basta, no insistas.
  
JUGARRETA Nelson Osorio Marín (Colombia)

Estiré la mano y lo toqué. Sobresaltado encendí la lámpara y... allí estaba, flotando a unos centímetros del piso, con su título reluciente: Cien años de soledad.
Lentamente me acerqué y cuando creí que eran el momento y la distancia apropiados me descargué sobre él. Inútil. Permaneció suspendido en el aire. Al cabo de cierto tiempo - y sin que mediara mi intervención - se posó en el piso. Lo palpé y lo releí renglón por renglón, cuidadosamente. Todo igual, excepto algo: no estaba Remedios la Bella. 

Compilación: Leidy Bibiana Bernal
Read more »
0 com

101 Fábulas posmodernas. Gabriel Jiménez Emán

Read more »
1 com

Lolita Koch, Gabriel Jiménez Emán y Lauro Zavala

Read more »
1 com

Textículos de varios autores

SEXO ORAL

Mi amada está cansada de chupármela. Ya vale de sexo oral, me dice. Pero dada su condición, intento razonar, pellizcándole un pezón. Es de lo poco que podemos hacer. Ella se pone roja como un cangrejo. ¡Me voy, ahí te quedas, que eres un guarro!, me grita; y mi sirena salta del barco y se aleja por el ancho mar, meneando su cola de pez con brío y cierto despecho.
Roberto Malo. Zaragoza


LÁZARO
Cuando Lázaro resucitó, la mortaja le impidió ver la enorme losa de su tumba, tropezó con ella, cayó, y volvió a morir. Jesús cabeceó, decepcionado.
Piluno


AMENAZAS

-Te devoraré -dijo la pantera.
-Peor para ti -dijo la espada.
William Ospina. Colombia

EL HOMBRE INVISIBLE

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
Gabriel Jiménez Emán. Venezuela


NOTA FALSA

Tocó el músico lo que no debía tocar, y murió en la explosión.
Eduardo Casanova. Venezuela


CARRERA

Sus piernas se despegaron del resto de su cuerpo mientras caminaba por la acera. Emprendieron carrera indetenible y atravesaron la calle, saltaron un cerco y se perdieron en el parque. Él, de pie, las vio alejarse.

Miguel Hidalgo Prince. Venezuela

CUENTO TRUNCO
Había una vez un cuento que quería ser de nunca acabar, pero en la primera frase, después de la tercera coma, terminó.

Miguel Hidalgo Prince. Venezuela

Read more »
3 com

Minificciones de Gabriel Jiménez Emán

Gabriel Jiménez Emán

 

El método deductivo

Al abrir el periódico, vio que el asesino le apuntaba desde la foto. Lo cerró rápido, antes de que la bala pudiera alcanzarle en la frente. Dejó el periódico a un lado, todavía humeante.

El hombre invisible
Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Homenaje a Monterroso
Cuando el tiranosaurio rex despertó, el dinosaurio ya no estaba allí.

 

La brevedad
Me convenzo ahora de que la brevedad es una entelequia cuando leo una línea y me parece más larga que mi propia vida, y cuando después leo una novela y me parece más breve que la muerte.

 

Los 1.001 cuentos de 1 línea
Quiso escribir los 1001 cuentos de 1 línea, pero sólo le salió uno.


Tomados de Gabriel Jiménez Emán, El hombre de los pies perdidos. Thule Ediciones, 2005 y de http://mquinadecoserpalabras.blogspot.com

 

+

 

Read more »