Leidy Bibiana Bernal: Escritura emblemática y ejercicios de reescritura en El ideal de Aquiles de Paul Brito

En el minicuento, la complicidad entre escritor y lector debe ser mayor que la requerida por otros géneros para que sugerencia y revelación se produzcan. Exige en ambos, un nivel literario semejante con el fin de concretar la intención del relato.
Sólo aquellos microrrelatos a cuyo estrato literario acceden sus lectores, cumplen su objetivo. Dicho acercamiento no lo determina el autor sino, por el contrario, es el bagaje del lector el encargado de encontrar, tras las sugerencias, el manejo de elementos propios de la intertextualidad y demás recursos frecuentes en esta forma narrativa, la finalidad de la historia.
Tal es el caso de El ideal de Aquiles, 101 minicuentos para alcanzar a la tortuga (Bogotá, 2010), del barranquillero Paul Brito quien, consciente de esto, asume con erudición el reto de proponer 101 maneras de aproximarse a la aporía Aquiles y la tortuga, de Zenón de Elea.
Dicha paradoja, defensora de la doctrina de Parménides de que las sensaciones obtenidas del mundo son ilusorias y el movimiento no existe, se explora de múltiples maneras por Brito, incorporándola, junto con el formato elegido para tan exigente ejercicio, a sus planteamientos filosóficos y su estilo literario. De otra manera no hubiera alcanzado su objetivo.
Estos minicuentos de refinada factura, lenguaje preciso y clara decisión de involucrar sus personajes en 101 circunstancias, provocan toda suerte de encuentros y desencuentros ideológicos entre Zenón, Aquiles, la tortuga y el autor. Planos cotidianos o trascendentes donde aquellos se mezclan. Ejemplo
de esto es el minicuento Comedia. La realidad de Aquiles y la del narrador se conjugan hasta compartir ámbitos de lo divino y lo humano: “…Aquiles había ingresado a la vida ordinaria. Compraba en el supermercado, hacía cola en el banco, se resfriaba de vez en cuando. Vivía en esas modernas metrópolis donde nadie se conoce con nadie y donde la gente se va pudriendo poco a poco”.
Cualquier minicuento cuyo rasgo principal sea la intertextualidad, requiere de un lector capaz de identificar la trama que da sentido a la propuesta del escritor. Tal característica define El ideal de Aquiles. Sus textos reclaman a quien se les aproxime, habilidad para traspasar la coraza de irracionalidad y razón que cubre las búsquedas del escritor. Dichos elementos son evidentes en los microrrelatos La verdadera paradoja y La realidad.
En la bibliografía latinoamericana de minificción, los cuentos integrados o cíclicos son usuales. Sin embargo no abundan obras que, en su totalidad, conserven esta línea. La de Brito, amplía el panorama minificcional puesto que no es común la unidad temática lograda. Con propuestas semejantes, pueden destacarse también los colombianos Guillermo Bustamante Zamudio, con Oficios de Noé (Bogotá, 2005), 68 versiones en torno al personaje bíblico y Maribel García Morales, con Matices de Eva (Bogotá, 2004), quien especifica en 37 minicuentos la mujer original.
El teórico argentino David Lagmanovich, en su libro El microrrelato hispanoamericano (Bogotá, 2007), plantea dos vertientes dentro de las cuales podemos incluir El ideal de Aquiles. La primera: “Reservo este nombre de “escritura emblemática” para un subtipo de microrrelatos que me parece importante identificar: aquellos que proponen una visión trascendente de la existencia humana. Por ello entiendo una visión definitiva, un manejar el sentido último de la existencia... No la anécdota individual, ni el gesto ornamental, ni la aventura lingüística, sino algo que va más allá y que, en última instancia, se puede asociar con el orden más profundos de las creencias”.
Y la segunda: “Esta es una de las modalidades principales del microrrelato en la narrativa hispanoamericana contemporánea: ejercicios de reescritura. Desde luego hay muchas otras posibilidades de variación. Lo definitivo, es que el microrrelato contemporáneo -primera modalidad- es un instrumento para la reescritura de los textos y los mitos clásicos”.
Paul Brito propone, con esta obra minuciosa, una visión trascendente de la existencia humana. Con el microrrelato sirviéndole de instrumento, reescribe la aporía de Zenón para lectores apasionados del género, demostrándoles posibilidades de variación y profundización, pero en particular descubriéndolas para sí mismo.
Considero que este minicuento es síntesis del libro y de cuanto he dicho sobre él:
Sólo un sueño
Cuando Aquiles muera, la tortuga dejará de existir para él. Ella seguirá caminando indefinidamente y otros hombres tomarán el lugar del héroe.
Cuando todos lo hombres hayan muerto, ¿qué será de la tortuga sino un sueño breve en una indivisa eternidad?

1 comentarios:

Esteban Dublín | 8 de diciembre de 2010, 11:35

Violeta:

Gracias por esta publicación y reseña de Leidy sobre El ideal de Aquiles. Ver que la minificción colombiana ocupa un espacio en ficción Mínima es muy alentador.

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