Agustín Monsreal tiene la palabra. Entrevista por Mario Meléndez
¿Qué sentido tiene escribir o crear una microficción? ¿Obedece acaso a la premura de estos tiempos?Escribir un cuento, un microrrelato o una minificción cambia para mejor el sentido de la vida, lo resignifica, le da nuevos valores y razones de ser, en cuanto que descubre posibilidades infinitas al quehacer cotidiano y acciona de una manera más honda y más lúdica la inteligencia, la sensibilidad, la imaginación, y las pone al servicio del acto creador, que es una de las formas más ciertas de la felicidad. Por esto, no creo que obedezca a la premura de los tiempos sino más bien a nuestra propia necesidad humana de volver al mundo un lugar más habitable, más hecho a la medida de las pasiones que nos doblegan o nos engrandecen el alma. Por otra parte, hay que recordar que “El telescopio empequeñece el universo, es el microscopio el que lo agranda”.
Se habla mucho que este género se sostiene sobre un proceso de reescritura. ¿Qué piensa de esta afirmación?
Considero que una parte de la microficción se desenvuelve a partir de valores literarios reconocidos, de episodios y personajes paradigmáticos puestos a vivir de nueva cuenta modificando valores, cambiando de lugar situaciones y circunstancias, diversificando motivos, pensamientos, emociones, actitudes y comportamientos, rasgos de carácter y principios durante mucho tiempo considerados inamovibles; de esta manera la Biblia, la tragedia griega, las fábulas, las leyendas, los rumores e imaginerías populares, los cuentos infantiles clásicos, las historias nacionales tan dadas a cultivar héroes, viran de rumbo y mediante un acto de escritura diferente adquieren un nuevo sentido, en no pocas ocasiones desmitificador y contrario al original, una nueva visión de las cosas, una nueva y a veces necesariamente arbitraria interpretación de los hechos, de manera que los personajes y su sucedido nos resultan real y sorprendentemente vivos. Mientras más famoso es el personaje y la trama que lo envuelve, más precisión y solvencia literaria necesita el autor para realizar una reescritura verosímil y efectiva. Ahora bien, el proceso de estructurar y escribir sobre lo ya escrito, es sólo una porción de la riqueza y versatilidad inventiva en conceptos, temas, símbolos, formas y contenidos de que se precian tanto el microrrelato como la microficción.
¿Por qué usted habla de microficción y no de microrrelato?
En realidad, no se trata de que una denominación sea mejor que la otra. Las dos son igualmente válidas y legítimas. Por una parte, prefiero minificción porque me remite a la miniatura, a la pequeña obra de arte, y me brinda distintas posibilidades de expresión como pueden ser el aforismo, la epístola, la greguería, la definición de diccionario, mientras que lo micro me habla tanto de lo muy pequeño (microbiano) como de lo que amplifica (micrófono). Por la otra, creo que el término minificción se desafilia y al mismo tiempo se agrega a lo que es en rigor el cuento breve o cuento brevísimo, según la atinada denominación de Edmundo Valadés. Toma su propio cauce, declara sus propias reglas, características y exigencias, asume sus propios desafíos. Adquiere su propia carta de naturalización como género. Y, por supuesto, el mundo literario es el que sale ganando.
Ahora bien, en un cierto y feliz aspecto fundamental, el microrrelato, que cuenta lo que pasó, cómo pasó y a quién le pasó, contiene casi invariablemente los tres elementos indispensables del cuento canónico: planteamiento, nudo y desenlace, o exposición, conflicto y término. Pienso por ejemplo en: Episodio del enemigo, de Jorge Luis Borges, A Circe, de Julio Torri, Memoria, de Edmundo Valadés, Sorprender de Ana María Shua, Polimorfismo de Raúl Brasca, Entre cuervos te veas y Lugar de prueba, de mi autoría. Por su parte, la minificción suprime los dos primeros elementos, reduce la acción al mínimo, la desnuda y deja como cuerpo total no el suceso sino el momento incanjeable de la revelación interna, ese momento sagrado cuando se adquiere conciencia del hecho, en cuyo caso se encuentran: El dinosaurio, de Augusto Monterroso, Cuento de horror, de Juan José Arreola, Epitafio literal, de Raúl Renán, Huyamos, de Ana María Shua, Reencarnación y Cálculos renales, de mi autoría. En el asunto de la minificción, el título es o debe ser parte sustancial e insustituible del texto, del título depende el acierto o el fracaso de una minificción.
En ambos casos, trátese de microrrelato o de minificción, lo importante es saber elegir lo que merece ser contado, tener presente que no se trata de describir sino de trasmitir, y trabajar no en extensión sino a profundidad.
¿Se puede considerar su Diccionario al desnudo, “sustentado en conceptos”, como minificciones?
Sí, en el caso del Diccionario al desnudo, lo que procuré fue que la definición no estuviese basada en un tema a partir de una palabra, sino en un concepto (Dios, por ejemplo, o Democracia, o Cuento), lo que le da una dimensión y un valor que, creo, superan lo estrictamente definitorio y lo meramente anecdótico. En términos generales, me parece más amplio y profundo trabajar con conceptos que con temas.
Qué lecciones le dejaron maestros como Juan Rulfo, Juan José Arreola, Edmundo Valadés, Efrén Hernández y Augusto Monterroso?
Cada uno a su manera y de acuerdo con su concepción del mundo, me brindaron lecciones impagables, tanto de vida como literarias, que se mantienen vigentes en mí y me permiten seguir adelante insobornablemente fiel a la naturaleza de mi destino.
DICCIONARIO AL DESNUDO
(Pequeña selección)
Activa. Mujer que se pasa el día tratando con hombres inteligentes y por las noches platica con su marido.
Amanecer. Pañuelo húmedo con el que el mundo se limpia su carita sucia de noche.
Arcoiris. Cinta que el cielo se pone en la cabeza los días que le toca lavarse el pelo.
Ayer. Medida de tiempo que se alarga con los años, a diferencia del mañana, que es cada día más corto. En la memoria, todo lo bueno de la vida se queda en el ayer; en la imaginación, todo lo mejor de la eternidad nos espera en el mañana. El presente, por su parte, es el puente entre el pasado y el porvenir, la siempre edad de la añoranza.
Barriga. Lugar en que la mamá guarda a la cigüeña que trae a los niños.
Bígamo. 1.- Tonto. Infeliz. Que gusta de bocadear. Ingenuo que imagina que una mujer puede ser mejor que otra. Ablandahigos. Amancebador.
2.- Pájaro que reparte los huevos en dos nidos, o bien, sacerdote que oficia la misma misa en dos templos, y también, “rebanada de jamón entre dos trozos de pan”. (Tristán Justo Bernhardt, Enciclopedia de los amantes imperfectos.)
Calcetín. Infeliz que soporta el mal genio de nuestros pies.
Desengaño (AMOROSO). Puñetazo en un ojo del corazón.
Diablo. El que negocia con nuestra alma cuando nos acurrucamos en los brazos de la pereza, de la insatisfacción, del aburrimiento.
Dios (EL CREADOR). Padre Eterno. El Superior Divino, quien también responde a los nombres perfectos de El Muy Alto y El Gran Mago del Universo. Es el Hacedor único e irreprochable del cielo y de la tierra, así como de personas, animales y cosas. Perteneciente a la familia de los publirrelacionistas. Según la más vieja de las leyendas, creó al hombre a su imagen y semejanza. Es decir, que por falta de talento creativo se plagió a sí mismo. Y Dios, hecho hombre, vino a la tierra, lo cual era de esperar: el asesino inevitablemente regresa al sitio de su crimen.
Dios (EL SER SUPREMO). Condiscípulo del Hombre. Desde el Principio, los dos jugaban juntos a la hora del recreo y a la salida de la escuela. A que no me encuentras, le dijo Dios al Hombre un día, y se escondió detrás de los Cielos. Durante algunos siglos, el Hombre hizo como que lo buscaba, como que le importaba encontrarlo. Hasta que Dios se cansó de esperar y volvió a hacerse presente. Pero el Hombre, que ya tenía otros intereses y otros amigos (Onán, Marte, la Política, la Religión, el Dinero, la Uva), se burló de Él y le dio con el Mundo en las narices. A partir de entonces, Dios, el Uno único, el que existe por esencia, el autoengendrado, juega solo y el Hombre, dicen, se divierte muchísimo.
Dios (EL TODOPODEROSO). ¿Dios se acuesta para dormir o duerme de pie como los pajaritos en los alambres de la luz? Y si se acuesta, ¿de qué tamaño es la cama de Dios? Y la mujer de Dios, ¿quién es? ¿Duermen juntos en la misma recámara? Y cuando Él ronca, ¿ella se larga a dormir a otra parte? ¿Cuánto tiempo pasan sin hablarse cuando se pelean? ¿Cómo le hacen para disimular delante del Hijo y del Espíritu Santo? Si es verdad que Dios tiene barbas, me gustaría jalárselas para ver si no son postizas.
Edipo (REY). Divertida comedia de equivocaciones escrita por Sófocles en el año de... de... Bueno, hace muchísimos años. El caso es que, de inmediato, obtuvo la aclamación, el aplauso fácil de los plebeyos y los lacayos, de la fiel y ávida muchedumbre apetente. No obstante, sus mejores amigos, Eurípides y Esquilo incluidos, abominaron de ella por considerar que una producción tan apegada a la realidad no tiene ningún mérito y sólo puede aspirar a una gloria pasajera. En algunos círculos académicos se maneja la hipótesis de que esta obra, inspirada en las virtudes de las diosas de la fecundidad, la escribió Sófocles siendo apenas un chiquillo que no alzaba más del metro y medio, a manera de composición escolar y como arrebatado homenaje amoroso a las mamás de sus compañeritos, sobre todo a la de Aristófanes, que según dicen hasta al niño más despistado y bruto le despertaba el complejo de Edipo. Es muy posible que así haya sido, ¡esos condenados griegos de antes sí que eran unos verdaderos genios!
Envidia. 1.-Sentimiento que las amigas demuestran hacia mi mujer por el marido que tiene.
2.-Sentimiento que hace agua la boca y el corazón de los amigos de un hombre de 55 años que tiene una amante de 19. Con el tiempo se convierte en lástima.
Epitafio. Alabanza. Inscripción que en una lápida define con probidad las virtudes o características de una persona en su tránsito por este mundo. Casi siempre, más que el reflejo escrupuloso y certero de bondades específicas, el epitafio es una humilde muestra de verdad universal que enaltece al género humano. He aquí algunos ejemplos: “Fue un hombre grande y bueno”; “Hizo del bien su estilo de vida”; “Esposa fiel, madre amantísima”; “Tenía una voz magnífica”; “Vivió para sus semejantes”. Hay quienes, antes de morir, dictan o mandan a escribir su epitafio, que es lo que todos (quién nos conoce mejor que nosotros mismos) deberíamos hacer. Por cierto, el mío habrá de decir: “Fue un espíritu verdaderamente testigo de su tiempo (y de las piernas de su vecina del 601).”
Esposa. Rango social que una mujer adquiere junto con un idiota.
Eyaculación (PREMATURA). Muestra de subdesarrollo sexual.
Famoso (a). Persona que todo el mundo quiere conocer, aunque nadie sabe para qué.
Fidedigno. Lo que se sabe de oídas o por lo que dijeron en un noticiero de televisión o en un comentario radiofónico.
Fidelidad. Especie de alianza muy respetada entre los matrimonios de una tribu oceánica en periodo de extinción.
Fisgón. El astrónomo que se la pasa curioseándole sus partes íntimas a las estrellas.
Género. Hay distintos tipos de géneros. El más peligroso es el humano.
Golondrina. Ave que se adormece en los brazos del viento.
Harem. Error multiplicado a lo bestia.
Hiena. 1.- Animal que se alimenta de carroña. Su diferencia con el hombre es que la hiena no come carne de hiena.
Humildad. 2.- Modestia. Cualidad que nos distingue a los grandes hombres.
Inconclusa. Importante obra artística que se queda en veremos por falta de financiamiento. Un caso célebre de esto es la famosa Venus de Milo, a la cual le faltan los brazos porque, como todo el mundo sabe, al escultor se le acabó la beca y ya no pudo pagarle a la modelo.
Internet. Método de entretenimiento que nos permite navegar en el Vacío para ir al encuentro de la Nada.
Kikirikí. Canto fúnebre con que el gallo avisa a los habitantes del gallinero que les ha llegado su día.
0 comentarios:
Publicar un comentario