El laberinto de Ariadna de Víctor Carreño.

Fin de semana
Sábado 02 de Marzo de 2013
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LITERALES

El laberinto de Ariadna



VÍCTOR CARREÑO


A orillas del Mediterráneo, la playa desierta esconde reliquias antiguas. Ariadna camina bajo el sol, sus trenzas oscuras al viento. Un hombre se ha ido, con la promesa de regresar.

Ariadna ha olvidado los días que han llenado desde entonces la memoria.

Para sobrevivir, trabaja en tabernas hostiles, sirviendo vino y comidas a deshora. De día, el sol calcinante, de noche, el abismo de las estrellas. Las horas son lentas. Recuerda cuando conoció a un extranjero, quien solicitó su guía para sacrificar en una gruta a un familiar insano. Era necesario para salvar a una ciudad en peligro, argumentó el viajero. Por piedad, por admiración acaso, Ariadna accedió.

Partió con la promesa de regresar.

Ariadna recorre la playa. El mar es testigo del cuerpo ayer ardiente, el abrazo viril a sus pechos desnudos, sus gritos de júbilo al viento. El sol del verano declina. Ya llega a su refugio. Se resguarda en la gruta del sacrificio. De noche hay fieras y ladrones. Gentes que incendian sus cuerpos en holocausto a los dioses. Ariadna talla en la gruta, a la luz de la vela, unas inscripciones sobre piedra. Las manos pulen con el recuerdo de días en la playa. Cuando nadaban sumergidas en las olas, y acariciaban con otras manos algas, arrecifes y corales.

En el lugar hay varias cifras y escrituras antiguas. Afuera la noche arde y ensordece. Adentro Ariadna talla las voces que se refugian en su silencio. La gruta conserva las inscripciones, en medio del polvo marino y el aroma salado del Mediterráneo.

Vendrán un día a descifrar las piedras, arqueólogos extranjeros, sin sosiego. Asistirán, si son propicios, a un pasado que conoció la ventura y la promesa. Lo harán deseando encontrar el secreto de un tiempo que para ellos será mejor.

EL MENSAJERO Un extranjero vivía en un pueblo muy lejano donde no llegaba el correo. Quienes sintieran la urgencia de comunicarse, debían confiar sus mensajes reducidos a un mensajero que venía ocasionalmente al pueblo.

El extranjero envió unas cartas, pero supo luego que entre las funciones del mensajero no estaba aquella de traer respuestas. Como vivía muy lejos, no podía decir que partieran en su búsqueda.

Poco a poco fue convenciéndose de que su urgencia de comunicarse era relativa.

Y encontró un modo de remediarla. Cada cierto tiempo imaginaba la reacción de sus cartas, y escribía para sí mismo las respuestas.

Aunque no pudo percatarse del resultado, terminó convirtiéndose en una de aquellas tantas personas a quienes escribía, que esperan cada cierto tiempo a un mensajero, que nunca conoció entre sus funciones aquella de traer respuestas.

EL ÁNGEL FUGITIVO Al principio de la creación, hubo unas discusiones entre los ángeles de Dios y Lucifer, por el destino del hombre en la tierra. Como el pleito no se resolvió, cada uno partió por su lado con su Señor, proclamando sus ideales y banderas. En esta confusión, hubo un ángel que andaba despistado (y al parecer siempre fue así), y no supo diferenciar entre los dos bandos. Como no se había inventado el limbo todavía, fue expulsado del cielo y del infierno por igual. Era inmortal, sin embargo, y buscó refugio en la tierra. Vio las guerras y desastres del tiempo, y fiel a su naturaleza, huyó de los grandes acontecimientos, arrimándose al lado de los que nunca figuraron. La envidia luego (pecado que ni a los inmortales falta) surgió en el cielo y el infierno. Y concibieron un plan para él.

Desde entonces, existe la estirpe de los que siempre dudan, y nunca tendrán paz consigo mismos.

Víctor Carreño (Cumaná, 1968). Ensayista, traductor, narrador. Ha publicado: Poetas románticos ingleses (2009) y La voz del resentimiento: lenguaje y violencia en Miguel de Unamuno (2011).

1 comentarios:

Arteterapia para vivir | 8 de marzo de 2013, 4:06

Cuando yo desee crear, tome estos cuentos maravillosos de Victor y sentí como subia a lo alto de un arbol, alli asoleada, disfrutaba de aridna, el mensajero y el fujitivo. Que delicia leer y releer estas cortas historias pero tan significativas 'hoy' para mi!

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