Para leerte mejor (y uno más) de Juan Armando Epple
Murmullos del corazón
Al principio pensó que era una arritmia, y pidió una cita con el cardiólogo.
Este lo hizo caminar por una escala móvil, luego le midió los latidos y el pulso.
-La verdad es que se escucha algo raro, le dijo. Necesitamos otro examen.
Lo pusieron en el nuevo scanner que había llegado de Estados Unidos, capaz de detectar las variaciones más imperceptibles del corazón.
El scanner pudo registrar unos murmullos en desorden, algunas risas, el final de una frase, larga amistad, un quejido que se confundía con una puerta giratoria.
Corazones partidos
Nuestra Clínica de Reparaciones Cardiovasculares ha renovado su equipo hospitalario con la última tecnología. Ahora no sólo reparamos órganos en distintos grados de avería, sino que nuestros clientes pueden pedir, sin costo adicional, la nueva lámina de platino dúctil que les garantizará una coraza duradera, a prueba de recaídas emocionales.
No me quieras dejar, corazón
Cuando se sometió a trasplante de corazón, pidió que le entregaran el órgano averiado, conservado en formalina. Temía que al abandonar el corazón viejo olvidaría sus recuerdos más preciados. Descubrió que mientras más lejos dejaba la cajita metálica esos recuerdos se hacían más borrosos. Un día olvidó la cajita en un café al que iba habitualmente. Cuando regresó a buscarla, había desaparecido. Desde entonces siente en su corazón nuevo un vacío inexplicable, que se acentúa cuando el día está nublado y se llena de ecos cuando empieza a llover.
Testamento
Señor Juez:
Y por último hago donación de mis órganos al hospital de la ciudad para lo que estimen conveniente. Si mi corazón sirviera para algún transplante, deben tranquilizar al receptor si oye de vez en cuando algún sonido extraño. Ella se llama Laura.
En voz baja
Doctor, susurró el paciente – si hubiera posibilidad de elegir, me gustaría que me transplante un corazón de mujer. Yo siempre he sabido guardar el secreto.
La ley natural
A Julito le compramos una metralleta de plástico y a Carmencita un juego de tacitas de té. Nos complacía que jugaran en el jardín interior, el lugar más seguro de la casa,
Julito llegó a ser un chef afamado. Carmencita asaltó su primer banco a los quince años.
Juan Armando Epple, Para leerte mejor. Santiago de Chile: Editorial Mosquito, 2010.
Los Buenos deseos
Al terminar la cena, la familia y los invitados se reunieron en el salón para esperar el año nuevo. Apúrate mamá , le gritaron. Ella se unió al grupo secándose el delantal. Comprobó que en una mesita de centro había un plato de lentejas y una fuente de uvas. Y cerca de la puerta una maleta. Cuando el ídolo televisivo empezó a contar hasta doce, algunos eligieron el ritual de las doce uvas y otros una cucharada de lentejas. Ella se acercó a la puerta y cogió la maleta. ¡ La mamá desea un viaje – exclamó el hijo mayor – va a dar una vuelta por la manzana! Con la algazara de los abrazos no se dieron cuenta que ella se alejaba por la calle, con pasos decididos, sin mirar hacia atrás. De esto hace ya varios años.
Inédito.
Juan Armando Epple , profesor de literatura latinoamericana de
1 comentarios:
Me gustan estas minificciones. Un saludo al autor.
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