Tres microrrelatos, por Lilian Elphick

Helena

Golpeé mi pecho tres veces y no hubo respuesta.

Arañé mi cara y me lancé al abismo de la derrota.

Escribí para remediar el silencio y no obtuve el perdón.

Me pregunté qué es primero, ¿el amor o el odio?, y estalló una guerra.

Entonces, ¿qué maravillas me deparan las patas de los caballos?

Alejada de mi esencia, mastico lentamente mi hermosura.


Atenea

...et les silences, tous les silences: le silence quand le bras du bourreau se lève à la fin…

Jean Anouilh

Para que mi horror sea perfecto, yo Atenea, acosada por mi propia estatua de mármol pentélico, despreciada por Ares cuando las flechas de la escritura volaban en mi dirección, adorada por quienes vieron en mí a una diosa armada hasta los dientes, vilipendiada por tu silencio y mi virginidad de peplo blanco, malnacida gracias al lanza rayos, agobiada por profecías que me enervan hasta la locura, declaro a la comunidad que: 1) La estatua (de ahora en adelante, 'ella') que me representa me cortará la cabeza, 2) no haré nada por impedirlo, 3) ella volverá a la carne y al hueso, 4) de este modo, se apropiará de las palabras de los padres de la literatura, que algunos suelen denominar 'universal', y 5) ella pedirá perdón a Medusa por llevarla en su égida imaginaria.


Casandra

El tiempo, / la gran puerta entreabierta

Blanca Varela

Apolo escupirá en mi boca. Troya será destruida. Áyax me violará. Nadie creerá en mí.

Una mujer de nombre Christa, siglos después de mi muerte, escribirá: "¿Por qué quise, por encima de todo, el don de la profecía? Hablar con mi propia voz... pero, ¿a quién?"

Ahora, cuando ya no tengo ojos, sé que la vida es la única inocente.

***

Estos textos pertenecen al libro inédito Bellas de sangre contraria, titulo extraído del poema Reyerta, de F.G. Lorca.

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