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Microcronopia de María Paz

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Cuentos de Javier Perucho

FUERA DE LUGAR
No me deja escuchar la crónica del partido esta niña llorona, ya le di su mamila, la arrullé en su cama, le acerqué el muñeco de peluche que abraza antes de dormir, y nada, sigue berreando. La llevé a la recámara y mientras la recostaba, los blanquiazules metieron otro gol a la marea verde, gloria y ensueño de mi vida. Todo por atenderla, apenas me descuido, meten gol a mi equipo. Y en la repetición, clarito se ve que el delantero estaba en fuera de lugar. Ese maldito árbitro lo declaró bueno. Y la niña no para en su llanto, ¿qué tendrá? Su madre dejó la leche tibia en los biberones, la ropa preparada, pero no se calla, aunque sigue envuelta en su cobertor.
De tardarse más, la llevaré con la vecina, pues en otro descuido perderá el equipo de mis sueños.
Cuando metieron el primero, palpaba su pañal que, aunque estaba seco, olía como a vegetales podridos, ya ni tiempo me dio de rabiar en la repetición de la jugada.
Un gol ante mi descuido. En el intermedio fui a buscar a la vecina, toqué a su puerta, pero nadie salió.
El segundo tiempo arranca, la madre no llega, pero la niña sigue en su llanto.
Con otra distracción mía, perderemos el partido. ¿Y si la encierro en el cuarto de servicio, arropada, con su peluche y biberón? Al fin la leche sigue tibia.


SILENCIO DE ALCOBA
Sépanlo bien, escribanos: No cantamos para él porque nos difamaron diciendo que olíamos a pescado, que formábamos tropel entre las causas perdidas, igualándonos con las suripantas, ¡ja! ¿Que Ulises nos poseyó ingeniosamente para ya no volver a nuestro lecho? Ensueños de marino en alta mar y patrañas de poeta.
Si supieran. Ulises apenas desembarcó, se quedó dormido por cansancio. Contó luego por ahí que se amarró al mástil mientras le untaban cera en el caracol de los oídos y ordenaba a su tropa marinera que no lo dejaran atracar en esta ínsula de playas apacibles y remansos de mar si el vórtice de nuestro canto lo atrapaba, infundios que luego propaló ladinamente entre sus rapsodias aquel poeta invidente y con él, ustedes.
Sí, apenas salmodiamos para aplacar su sueño de náufrago a la deriva. Y según la buena palabra de la nereida bicaudal que lo velaba, dormía agitado, lubricado por la esposa tejedora, Penélope, el nombre que susurraba en su descanso de alcoba silente.
Antes de volver a su barco, desvaneció con agua dulce el sudor agrio, las costras de sal adheridas a su torso y su imberbe barba pilosa.
El testimonio de sus libros apenas recoge esos infundios de marinero célibe.


EL BUEN CUENTO. DECÁLOGO
1. Un cuento debe saber contar bien una historia.
2. Un buen cuento no debe incluir ele- mentos innecesarios.
3. Un buen cuento debe tener un buen principio, un buen diálogo, una buena estructura y un mejor final.
4. Un buen cuento debe atrapar desde las líneas iniciales la atención del lector.
5. Un buen cuento inicia sus tramas en el momento crítico.
6. Un buen cuento no debe rebasar las veinticinco páginas.
7. Sea usted breve.
8. Por lo tanto, un buen cuento debe ser conciso.
9. Un buen cuento debe tener un golpe sorpresivo final.
10. Un buen cuento se tantea y se arrea desde las piernas de una temprana y atractiva muchacha.

Tomado de: Digitales de Tal Cual. Caracas. Sábado 23/07/2011.



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Microsueños hechos palabras sobre María Elena Lorenzin


Microsueños. María Elena Lorenzin Ediciones Asterión, Santiago de Chile, 77 páginas.

Desde la antípodas australianas, vía Singapur, me llegó hace unas semanas este pequeño pero exquisito obsequio literario. Su autora, María Elena Lorenzin. Argentina de Jáchal, con residencia en Adelaide (Australia del Sur). Enseña lengua y literatura española en la Universidad de Flinders, donde, sin duda, sus alumnos y alumnas levitan con sus sueños convertidos en primoroso verbo español.
Setenta y cinco relatos recompilados en un pequeño volumen dan fe del dominio superlativo que la autora posee sobre el arte de la compresión, en el género de la recompensa inmediata. A María Elena Lorenzin, cualquier cosa o pequeño detalle le provoca una historia que su imaginación convierte en sueño y su habilidad con la lengua en hermosas palabras que nos ayudan a nosotros a recuperar nuestros sueños.
Puede ser el viejo reloj que un día se queda dormido y se despierta aterrado, sin que nadie hubiera reparado en el pequeño retraso. Pueden ser los zapatos que solo esperan la hora de marchar, metáfora del inamor, o el cazador que, frustrado por no haber logrado cazar ninguna pieza, se sitúa a la sombra del manzano, se queda dormido y nunca tuvo mejor caza, pero ahora no sabe qué hacer con Eva. Sueños en blanco y negro, reflejo de vidas anodinas. Hasta sueñan los koalas, sueñan que tienen alas que les permiten volar, pero el golpe a tierra les quiebra esos miembros soñados.
Sueños de escritores a los que les falla la memoria, porque acarrean demasiadas soledades juntas. ¡Hasta cien años de soledad! O de ángeles con alas ortopédicas que les obligan a renunciar a su condición angélica. También sueños encerrados en jaulas para que no se nos escapen.
La fantasía de María Elena Lorenzin se entretiene así mismo con realidades cotidianas. Son unos zapatos, un gato, una rana, una liebre que saltan de los microrrelatos de un joven escritor y le hacen soñar que pertenece a esas especies animales, pero hay días que se siente gata y eso le preocupa. O los consuelos de la mujer infeliz a la que el Espíritu Santo la gratifica con maltratos maritales solo los fines de semana y feriados.

María Elena Lorenzin
Y así hasta la página final, derrochando imaginación, ingrávidas y agudas ocurrencias, juegos de palabras… porque la autora, aunque se alimenta de sueños, no se le escapan los manjares de la fantasía, ni precisa robarlos para vivir y no morir de anemia.
La brevedad, la concisión, el ingenio que fluye  a borbotones, marcan la línea de esta antología de relatos breves, escritos con un personalísimo acento. María Elena Lorenzín, desde la brevedad, homenajea al idioma. Su dominio de la gramática del microrrelato (títulos que ejercen eficazmente su función orientadora, economía lingüística, núcleos diegéticos explícitos o implícitos altamente condensados) suscitan en el lector la sorpresa, la sonrisa, la placidez y el deseo de elaborar su propia historia a partir de las bellas condensaciones de esta perseguidora de sueños, contratada  incluso para atrapar pesadillas.

Crestomatía de Microsueños

Atrapada
“La mujer intentó con mucho esmero construir un enorme cazador de sueños. El suyo sería diferente de todos los que había conocido en su larga vida. Consumió años en la búsqueda de sus preciados materiales, plumas de quetzal, de cacatúas, de kiwuis, pero le faltaba la imprescindible: la pluma de águila. Su cazasueños aguardaba ahí, en el centro, incompleto. Un día, debilitada, decidió terminarlo aún sin la pluma de águila. Desde entonces, en algunos de estos atrapasueños se pueden vislumbrar en el fondo la silueta de la mujer”

El secreto de confesión
“Esto de ser mujer y encima virgen, es algo tremendo, te lo puedo asegurar, María Magdalena. No se lo deseo ni al más pintado. Fíjate que ni siquiera figuro en los diccionarios. En los altares soy segundota, primero está siempre el Hijo y los santos y demás beatos. La virginidad pasó a la historia. Tú sí que tienes posibilidades”

DefiSueños
“El sueño de Dios es un sueño eterno. El de los hombres un eterno sueño”

Allium ascanolicum
“la escogió con esmero, ni tan grande ni tan pequeña que no pudiera cumplir su función. Cuando llegó a casa, sin hablarle, las dos manos y comenzó a quitarle el ajustado ropaje. Finalmente, después de mucho forcejeo, el hombre la cogió con voluptuosidad y la puso así desnuda como estaba, encima de una gran tabla en la mesa de la cocina. Ella no pudo hacer nada, sólo hacerlo llorar mientras la picaba con destreza de un chef”

Estatua
“Que hoy me caguen las palomas. Que hoy no me caguen las palomas. Que hoy no me caguen las p…”

Consecuencias
“Se casaron un lunes de luna llena. Ahora no saben qué hacer con tantos lunares.”

Francisco Martínez Bouzas

http://brujulasyespirales.blogspot.com/2011/07/microsuenos-hechos-palabras.html

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