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El libro conmemorativo de 10 años del Taller de Ficticia




Por obra y gracia del Dios de Ficticia, Marcial Fernández quien dijo hágase y preséntense en el Palacio de Bellas Artes, sitio referente cultural de la ciudad y de todo México.

Los esperamos......

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Presentación de El viajero del tiempo de Alberto Chimal

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Actas de las III Jornadas Nacionales de Minificción (Rosario). Tomassini/Colombo (comp)

Tomassini, Graciela y Stella Maris Colombo, comps. La Minificción en español y en inglés: Actas de las III Jornadas Nacionales de Minificción. Rosario: UNR Editora/UCEL, 2011. (376 p.)

Este volumen ofrece a sus lectores un panorama representativo de las III Jornadas Nacionales de Minificción celebradas en Rosario, Argentina, en noviembre de 2009 -encuentro organizado por Graciela Tomassini, Stella Maris Colombo y Silvia Rivero- que nucleó a un extenso número de  creadores, estudiosos, docentes, traductores y lectores interesados en los desafíos que plantea la escritura minificcional.  Convocadas bajo el lema  “La minificción en español y en inglés”, dichas jornadas se distinguieron por ser  las primeras en su tipo investidas de carácter bilingüe.
La Primera Parte del volumen incluye una selección de las conferencias y comunicaciones presentadas durante las Jornadas. El amplio espectro temático de estos trabajos perfila algunas de las líneas que orientan la investigación actual sobre la minificción como escritura de nuestro tiempo. La aspiración de completar un mapa de las distintas configuraciones del género está representada por los estudios que exploran poéticas regionales y autoriales desde una variada gama de enfoques y metodologías. Un conjunto de estos trabajos considera de manera comparativa la significación cultural del género en dos umbrales de nuestra América: el Caribe Anglófono y la Patagonia. Otros  recogen la producción de conocimiento en el campo aún poco explorado de la minificción escrita en lengua inglesa, con acentos diversos que van desde los estudios culturales y el feminismo hasta las proyecciones pedagógicas del género. Un promisorio rubro dignamente representado en el presente volumen es el de los estudios sobre las particularidades de la traducción de textos brevísimos. También se encuentra representada la línea investigativa que  indaga en diferentes horizontes trazos de una genealogía de la minificción, abonando un territorio en el que abundan todavía las zonas inexploradas.
La Segunda Parte ofrece una muestra de los textos minificcionales leídos durante el evento por sus propios autores –procedentes de diversas regiones argentinas- más una selección de microrrelatos de David Lagmanovich, tomados del volumen que constituyó su última aportación al género, publicado poco antes de su lamentada partida.
La Tercera Parte contiene el texto de una entrevista realizada por Sandra Bianchi a Luisa Valenzuela, una de las más destacadas escritoras de microficción.
    Se incluye a continuación el índice del volumen. Para mayor información sobre distribución y venta, se ruega a los lectores interesados comunicarse con la sede de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano. E-mail: publicaciones@ucel.edu.ar



ÍNDICE

III Jornadas Nacionales de Minificción: un puente intercultural
Graciela Tomassini y Stella Maris Colombo

PRIMERA PARTE
Reflexiones teórico-críticas.

El lector como constructor de universos minificcionales:
una Antología de Pueblos
María Alejandra Atadía

La minificción como territorio poético
Miriam Cairo

Microfiction in English and in Spanish: Some Theoretical Approaches.
An Account on Defamiliarisation and Frames
María C. Cané Loza y Carina Queirolo

Walking along the Interstices of Identity in Laura Hirneisen’s «Name»
Virginia G. Cattolica

Giovanni Papini: un antecedente desprestigiado
Stella Maris Colombo

Contra viento y marea. Acerca de Caballo de proa, número dedicado
al microrrelato patagónico chileno
Gabriela Espinosa

Una mirada a la obra minificcional de Raymond Federman:
Problemas de su traducción al español
Laura Fechenbach y Juan Ignacio Luque

A Shot of Fiction: Brevity with a Long Lasting Effect
Mercedes Fernández Beschtedt

De fabuleros y vivitantes: tradiciendo el «Introito» al Teatro de Cuentos
Sebastián Mancuso y Javier Gómez

Minificción en la obra de Borges. Una incursión en Atlas
Silvia Martínez Carranza de Delucchi

Fantasmagorías urbanas: escribir la Patagonia en microrrelatos
Silvia Mellado

Tucumán en microrrelatos
Ana María Mopty de Kiorcheff

Plumas microscópicas: Patagonia norte y minificción
Laura Alejandra Nuñez

Microfiction as Cognitive Mapping: a Reading of the Caribbean.
María Alejandra Olivares

Reflexión y enmascaramiento discursivo en textos de
Augusto Monterroso: ecos y proyecciones
Ana María Paruolo

Intertextuality in Sudden Fiction
Adriana Podestá y Elena Zárate

Palabras entre el principio y el confín: el microrrelato entre
la Patagonia y el Caribe anglófono
Laura Pollastri

Twitter Fiction: Social Networking and Microfiction in 140 Characters
Carla Raguseo

In your Face: Representations and Use of Language in Microfiction
Silvia Rivero

James Thurber, un norteamericano como la gente
Miroslav Scheuba

Escrituras privadas. Un hilo secreto en la trama de la minificción
Graciela Tomassini

Buried Stories, Submerged Minifictions
María Bernarda Torres

Critical Thinking in a Flash: a Case Study of an EFL University Course
Magdalena Zinkgräf y Paola Formiga

SEGUNDA PARTE
La minificción en sus textos

Mariángeles Abelli Bonardi (Neuquén)
Alejandro Bentivoglio (Buenos Aires)
Sandra Bianchi (Buenos Aires)
Raúl Brasca (Buenos Aires)
Mónica Cazón (Tucumán)
Antonio Cruz (Santiago del Estero)
Federico Demarchi (Santa Fe)
Julio Ricardo Estefan (Tucumán)
Sergio Francisci (Santa Fe)
Celeste Galiano (Santa Fe)
Martín Gardella (Buenos Aires)
Sergio Gaut vel Hartman (Buenos Aires)
María Eugenia Godoy (Tucumán)
Eduardo Gotthelf (Río Negro)
Liliana Guaragno (Buenos Aires)
Corina Herrero Miranda (Santa Fe)
Leandro Hidalgo (Mendoza)
David Lagmanovich (Tucumán)
María Rosa Lojo (Buenos Aires)
Jorge Ariel Madrazo (Buenos Aires)
Eugenio Mandrini (Buenos Aires)
Silvia Mellado (Neuquén)
Ana María Mopty de Kiorcheff (Tucumán)
Ildiko Nassr (Jujuy)
Laura Nicastro (Buenos Aires)
Gloria Pampillo (Buenos Aires)
Ana María Paruolo (Buenos Aires)
Roberto Perinelli (Buenos Aires)
Estela Porta (Tucumán)
Rogelio Ramos Signes (Tucumán)
Roberto Enrique Rocca (Buenos Aires)
Juan Romagnoli (Buenos Aires)
Orlando Romano (Tucumán)
Marcela Ángela Ruiz (Santa Fe)
Miroslav Scheuba (Buenos Aires)
Ernesto A.Solari (Buenos Aires)
Fabián Vique (Buenos Aires)
Silvina Vital (Santa Fe)

TERCERA PARTE
Los juegos peligrosos.
Una conversación con Luisa Valenzuela sobre microficción, lenguaje y creación.
Entrevista de Sandra Bianchi
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Breve manual (ampliado) para reconocer minicuentos. Libro electrónico

http://www.bib.usb.ve/Violeta%20Rojo.pdf
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Reseñas a los libros 3×4 microficções de Editora Multifoco


Para leer las reseñas ir a http://www.editoramultifoco.com.br/tresporquatro/?page_id=401

Insólito - microalucinações, de Paulo Fodra:

1 – por Aléssio Esteves;

2 – por Leonardo Schabbach;

3 – por Celly Borges;
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Minúcias poéticas, de LMDIAS:

1 – por Jornal O Lince;
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Bonsais atômicos, de Denison Mendes:

1 – por Arth Silva;
________________________________

Tesselário, de Geraldo Lima:

1 – por Correio Brasiliente (Seção “Programe-se”);

2 – por Denison Mendes;

3 – por Nilto Maciel;
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Contos à queima-roupa, de Arth Silva:

1 – por Mayrant Gallo;

2 – por Martín Gardella (IM);

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Fractais, de Sílvio Vasconcellos:

1 – por Angela Schnoor;
___________________________

O olho da fechadura, de Angela Schnoor:

1 – por Eduardo Oliveira;
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A segunda sombra, de Carlos Barbosa:

1 – por Elieser Cesar;

2 – por Geraldo Lima;
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Nem mesmo os passarinhos tristes, de Mayrant Gallo:

1 – por Elieser Cesar;

2 – por Luciano Rodrigues Lima;

3 – por Lidiane Nunes (carta de uma leitora);

4 – por Carlos Ribeiro;

5 – por Revista OPA;

6 – por Fanny Ladeira;
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Prometo ser breve, de Wilson Gorj:

1 – por Fernando Scarpel;

2 – por Nilto Maciel;

3 – por Márcio Almeida;

4 – por Martín Gardella (IM).
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Tres inéditos y otros de Variaciones sobre el sueño de Chuang Tzu de Fabián Vique

De Variaciones sobre el sueño de Chuang Tzu:

Sueño recurrente del trasplantado cerebral
Duerme. Vienen pájaros. Picotean su cabeza. Se despierta liviano, sin preocupaciones mundanas. Levanta vuelo, picotea cabezas dormidas. Con los trocitos de cerebro construye un nido. Se acuesta agotadísimo (hacer un nido con trocitos de cerebro no es tarea sencilla). Se duerme. Vienen a visitarlo unos pajarracos. Se agarra la cabeza. Ladra.

Club de fans
Todas las chicas están enamoradas del cantante pero una de ellas debe hacer el sacrificio de fingir indiferencia para que el cantante siga componiendo las canciones que enamoran a todas las chicas.

De lejos dicen
Según el último informe (escueto por cierto) emitido por el telescopio Hubble, el Universo que nos alberga es esencialmente triste.

Pensamiento telepático transmitido por Lee Harvey Oswald a Jacqueline Kennedy, un mediodía de noviembre de 1963, en Dallas
Querida Jackie:
Estoy mirando a través de la ventana, esperando que pases con quien te dio la fama, el dinero y las galas que tanto ansiabas.
Ahí vienes, qué gestos eficientes usas para saludar a la multitud, se ve que has practicado.
Yo también he ensayado mucho lo mío, y no creo que falle.
¿Ves? ¡He dado en el blanco! Es la belleza de la precisión…
Ahora te veo tal como te imaginaba, reptando como una serpiente por la Lincoln Continental, en busca de una salvación.
Pero no temas, amada mía, no hay balas para ti. Esta imagen, que está en la mira de mi fusil y en el visor de una cámara, se repetirá infinitas veces. Esta imagen nos unirá secreta y eternamente.
Lo demás, como dijo el poeta, es silencio.

Elefantástica
Le pregunté a la señorita Imposible qué podía hacer para ganarme su amor o por lo menos la posibilidad de tomar una tarde un helado en la plaza del pueblo. Me dijo que si le llevaba cincuenta orejas de elefante, lo iba a pensar.
Mis amigos decían que se trataba de una maniobra dilatoria, pero yo era un hombre enamorado y al cabo de quince años de cacería, maté veinticinco elefantes y le llevé, en un camión, congeladas y en bolsas de consorcio, las cincuenta orejas de elefante.
Ella me abrió las puertas de su corazón y fuimos a la plaza del pueblo y tomamos dos helados. Yo de chocolate y dulce de leche, ella de banana split y ananá.
Entre cucharada y cucharada me contó que se postulaba para la concejalía por el Partido Intransigente y se casaría pronto.
Volví a la selva donde ya me sentía como en casa y contrabandeaba marfil. Un amigo me contó que efectivamente la señorita Imposible ganó la concejalía, y se casó con el señor afortunado, y fueron muy felices y comieron orejas de elefante.

Variaciones sobre el sueño de Chuang Tzu

2
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Un coleccionista de mariposas vio volar el curioso ejemplar, tomó la red y la capturó muy fácilmente. Luego metió al lepidóptero en un libro. Días después, lo clavó en un cartón. Hoy en día, Chuang Tzu se exhibe en una vitrina del Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Meng.

5
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar, salió volando. La esposa le gritó ¡Cuidado Chuang! Demasiado tarde. Chuang Tzu se rompió la crisma contra el borde de la mesa de luz. El chiste le costó 14 puntos y el resto de la vida alimentándose a sopa de arroz con una pajita.
7
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar no sabía qué clase de mariposa era y se puso a estudiar entomología. Así fue como China ganó un innecesario especialista en lepidópteros y se perdió un gran filósofo.

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Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Una mariposa cualquiera, una mariposa anónima, arquetípica. Por eso es un error y un signo de omnipotencia pretender que una mariposa, cuando sueña con un hombre, sueñe con ser un hombre específico, sea este Chuang Tzu, Matusalén, Buda o el carnicero Enrique. Cuando una mariposa sueña que es un hombre sueña un hombre vacío de identidad, un hombre anónimo, arquetípico, abstracto. Para una mariposa no existe Chuang Tzu ni ningún otro hombre en particular. Para una mariposa todos los hombres son iguales.

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Una mariposa soñó que era Chuang Tzu. Al despertar no sabía si era una mariposa que había soñado que era Chuang Tzu, o si era Chuang Tzu y estaba soñando que era una mariposa. A las otras mariposas el relato no les pareció extraordinario.

21
Chuang Tzu se murió. Al resucitar no sabía si era Chuang Tzu, que había vuelto a la vida, o si era una versión china de Jesucristo.

No todo es sueño el de los ojos cerrados
Me desperté y la casa era más alta y más vieja y no era la casa. Me desperté y un grupo de adolescentes contaba historias de terror alrededor de una fogata y yo era uno de los adolescentes y era uno de los personajes de una de las historias. Me desperté y unos médicos debatían sobre las condiciones del colon que examinaban y al parecer era el mío y yo era uno de los especialistas y emitía alegremente mis opiniones. Me desperté y todo estaba en orden, la pared naranja, la tele encendida, el reloj en la pared. Me desperté y viajaba en un tren que trepaba una montaña. Me desperté y estaba dormido, soñando.
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Inéditos:

En la necrópolis
Cuando vi mi nombre en la lápida, me dije: “qué curioso, un tipo con mi mismo nombre”. Cuando me acerqué y vi la foto, reflexioné: “qué curioso, un tipo con mi misma cara”. Cuando me dirigí a un sepulturero, le conté el hecho y con mi mejor gesto de suficiencia le comenté que seguramente la gente supersticiosa interpretaría esa clase de coincidencias como pruebas de vidas ultraterrenas o paralelas, el tipo siguió cavando como si no hubiese oído nada.

El Pozo de la Piedad
Hacia el lado Este del pueblo hay un cerro en cuya cima se hunde un pozo cuyo fondo sólo conocen quienes se han zambullido con la intención de no volver para contarlo. Lo llaman “El Pozo de la Piedad” y allende las fronteras abundan las leyendas sobre vidas subterráneas y ultraterrenas.
Pero aquí nadie cree en cosas raras: cuando vemos a alguien caminar hacia el pozo sabemos que se trata de un disconforme con su suerte, un desencantado, un abandonado de la gracia. La mayoría va en soledad, pero también suben parejas y hasta grupos familiares completos.
–¿Por qué lo llaman “Pozo de la Piedad”, mamá?
–No sé, hija, no sé.

Guerreros
El mar se enarca debajo de las barcas y vamos hacia delante. Alcanzamos las naves del enemigo, salto en alto y ¡a la carga Barracas! Arranca la batalla. Zumban las espadas y las bayonetas se alzan firmes, enhiestas. Gritamos, avanzamos, quebramos huesos, cortamos plumas, degollamos.
Después viene lo mejor: la noche, el fuego, las narraciones, las curaciones, los brindis con el vino del enemigo, los roces casuales, los abrazos, las caricias, el descanso en brazos del compañero.
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Largo adiós al microrrelato. Orlando Romano

En junio de 2006, durante la cena de cierre del Encuentro de Microficción en Buenos Aires, alguien me decía (orgulloso) que los microcuentistas éramos una raza distinta, porque todos éramos amigos y nos apreciábamos, cosa que no existía en otros géneros literarios. Esta persona tenía razón, y yo me sentí feliz de pertenecer.
El tiempo pasó (porque tiene esa costumbre), y el elenco de microrrelatistas creció hasta límites inimaginables. Hoy en día es difícil no encontrar a alguien que no escriba microficción. En Latinoamérica, semana a semana, mes a mes, se llevan a cabo todo tipo de congresos, mesas de lecturas, presentaciones de libros, concursos (absurdos en su mayoría) y muchos etcéteras. Yo quiero tener un millón de amigos, no se cansa de cantar Roberto Carlos. Sospecho que los microrrelatistas están muy cerca de cumplir con el mandato de la archiconocida canción.
¿Por qué ha pasado esto? Un fenómeno tan masivo quizás debería ser materia para psicólogos y sociólogos. ¿Por qué estas personas no escriben novelas o ensayos? Pienso, y tal vez me equivoco, que el cultor de textos brevísimos necesita (como el agua y el aire) de la aprobación permanente, de la palmada en la espalda, de los aplausos diarios (publican frenéticamente en blog, páginas web, redes sociales). El novelista, en cambio, es como un trapecista sin red, intenta su número sabiendo que puede caer y salir lastimado. Al microrrelatista, por su parte, me lo imagino vestido de payaso, sujeto por la cintura con cuerdas seguras, caminando por una cuerda floja que no representa el menor peligro (abajo sí está la red salvadora, por si fuese poco). Si no cae obtendrá los aplausos, y si resbala y se desmorona también.
Entonces, ¿cuál es el arte verdadero? Imagino la cara del trapecista sin red, viendo cómo el payaso se lleva los mayores aplausos. Él, que durante años entrenó tanto, se esforzó tanto, que ha tratado de imitar a los mejores, se sentirá indignado. Pero no puede manifestarle su malestar al dueño del circo, no puede compartir con nadie su sentimiento de injusticia, porque lo tomarán por soberbio, o por envidioso. Le quedan pocas cosas por hacer: bajar la cabeza y aceptar que se celebre la mediocridad de otro, disfrazarse él también de payaso, o abandonar el circo.
Dejemos descansar al trapecista y volvamos sobre los cultores de la brevedad extrema. Son cientos, son miles, siguen reproduciéndose como conejos (sin tener el encanto de Bugs Bunny). ¿Es arte aquello que puede ser llevado a cabo por tanta gente? Una pregunta que no sé o no quiero responderme. ¿Acaso el arte no implica un mínimo de dificultad para lograr algo bello o conmovedor? Yo lo entendía así, pero lo que pude observar a lo largo de estos últimos años es que todos los microrrelatos parecen ser buenos, porque se los aplaude en los congresos, porque reciben comentarios favorables en redes sociales, en blogs y páginas web. No sé si a alguien más le ocurrió lo mismo, pero algunas veces he sucumbido ante la presión que da la amistad, y tuve que tildar de excelente algún texto que me parecía horroroso. Me niego a hacerlo nuevamente, por respeto a lo que yo considero arte, y más aún por respeto a lo que yo considero amistad.
En mi primer libro de microrrelatos escribí que la creación de historias breves representaba para mí un juego, el juego más divertido, SERIO y apasionante de los que me había tocado participar en toda mi vida. Había leído y releído a los más grandes cultores del género, y soñaba con escribir historias así. Fue emocionante conocer en persona a Brasca, a Shua, a Lagmanovich, y disfrutar de su cercanía y amistad. Ídolos a imitar. Trabajadores de la palabra en estado puro. Ejemplos a seguir. Me recuerdo tirando cientos de textos a la basura. Me recuerdo en un café de la plaza Congreso, enojado conmigo por no poder encontrar un final mejor para un micro. Me recuerdo escribiendo cinco versiones distintas de un mismo tema, para finalmente desechar todas. No hubo juego más divertido, ni más complejo, ni más atrapante. Un juego en el que la única regla era exigirse al máximo para contar la mejor historia posible, la mejor de todos los tiempos (aún sabiendo que era imposible). Intentarlo. Hoy es un juego en el que la presencia de tantos participantes me marea y me aturde, donde las reglas no son claras (quizás no las hay), donde todos se creen Maradona con la diez en la espalda (y de hecho lo son). Un juego donde no hay exigencias de ningún tipo, donde no hace falta transpirar la camiseta, donde el triunfo (los aplausos) es seguro.
En unos años más, todo el planeta será el escenario de este juego. Estaremos rodeados de artistas-jugadores, todos dignos de respeto. ¿Habrá lectores para todos? ¿Se leerán entre ellos y con eso bastará? Desganado, aburrido, estoy al borde del campo (a no confundir aburrimiento con desprecio). Me convenzo, no sin cierto pesar, de que nadie notará la falta de un participante más. Entre bostezos, parto en busca de otro juego, uno donde las posibilidades de fracasar sean elevadas. Si voy a fracasar, que sea en busca de una causa grande, y rodeado de unos pocos pero verdaderos amigos. Quizás el arte verdadero tenga que ver con eso: elegir un camino difícil, enfrentar los obstáculos, y al final escuchar el aplauso sincero del artista obstinado y soñador que llevamos dentro. Éxito o fracaso no importan demasiado cuando se ha entregado todo.
Tomado de: http://orlandoromano.blogspot.com/
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El Cuento. Revista de imaginación en la red



Este sitio albergará, en lo posible, todas las minificciones que fueron seleccionadas y publicadas por Edmundo Valadés en su legendaria “El cuento, revista de imaginación”.
En cincuenta años de vida de la revista, lograron publicarse más de 140 números, cada uno de ellos, una verdadera antología. Los cuentos que incluía eran textos de todos los tiempos, nacionalidades y estilos. Intercalaba, como cerezas del pastel, en pequeños recuadros, minitextos adornados con una viñeta alusiva. Eran extractos de textos más largos o de libros, los cuales, estudiosos como Raúl Brasca, denominan actualmente “el fragmento resemantizado por un título” y otros, los que se escribieron como tales.
Los minitextos se indexaban separadamente y en dos bloques. La Caja de sorpresas y Del concurso.

http://minisdelcuento.wordpress.com/
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