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Ficticianos en Ficción Mínima






José Manuel Dorrego Sáenz

Yo nací en Madrid, que es donde acostumbramos nacer los madrileños. Desde mi más tierna infancia mis aspiraciones se manifestaron ciertamente anómalas: primero quise ser trapecista ciego y mas tarde mis obsesiones se centraron en la taxidermia. Por fin, un día cayo en mis manos un librito de Quevedo y entonces decidí que quería ser escritor. Yo pensaba que para ser escritor bastaba con llevar sombrero y jerséis de cuello alto, no tener horario de oficina, beber bourbon o cerveza, llevar barba de tres días y acudir a tertulias donde se cite mucho a Descartes o a Tom Wolf. Luego me enteré de que además de todo eso, es conveniente escribir algo, y en eso ando. Mientras escribo mi gran obra (una novela póstuma) me dedico a escribir pequeños relatos y minificciones, una actividad de lo más saludable que además tiene el tamaño ideal: las piensas en lo que te bebes un bourbon y las escribes en lo que te tomas una cerveza ¿no es maravilloso?

Hábitos
Ayer decidí dejar de fumar. Hoy he decidido dejar a mi mujer: Acostumbrado a observarla tras el humo, acabo de comprobar que no es lo que parecía. Supongo que todo su encanto estaba en su silueta distorsionada tras la humareda de mi pipa Doctor Plumb. Probablemente no encuentre a otra mujer como Daniela, pero mucho me temo que su presencia resulta demasiado vulgar bajo la perspectiva de los malditos chicles con nicotina.

Mar de fondo
Me compre una fabulosa casita con vistas al mar. Luego, entre mi casa y el mar, construyeron otra magnífica casa con vistas al mismo mar. Ya no veía los barquitos en el horizonte, pero podía escuchar el romper de las olas sobre las rocas. Después, entre las dos casas y el mar, levantaron otro edificio con vistas a nuestro mar. Entonces dejé de oír el rumor de las olas, pero aún me llegaban jirones de la inconfundible brisa marina, esa brisa que trae retazos de caracolas, algas, aletas de sirenas…
Ahora, entre mi casa y el mar, hay toda una ciudad. Ya no llegan hasta mi ni brisas, ni peces ni olas, pero dicen, los que viven más cerca de la orilla, que el mar aún sigue allí.

Obsesiones
El arqueólogo falleció súbitamente de un infarto al corazón mientras rebuscaba —manifiestamente obcecado— entre sus propias heces en busca de algún vestigio del Imperio Romano.

El mitin
Cuando el político exclamó “Gobernaré para todo el pueblo”, por un instante se le cayó la cara de vergüenza. Fue su fiel ayudante, siempre presto, quien se agachó a recogerla y se la entregó a su jefe, quien con rapidez se la recolocó sobre el rostro, ajustó la amable sonrisa, que se había descompuesto tras la caída, carraspeó un par de veces, se atusó el cabello, se aflojó la corbata y continuó la arenga para alborozo del populacho, que no cesaba de aclamar: ¡Presidente, presidente!

Metodología
Tras dos intentos frustrados de suicidio, optó por pegarse un tiro para no caer por tercera vez en la tentación

Desencuentro
Decidió conocerse más a sí mismo: últimamente, ni se saluda.

Perspectivas del héroe
Cuando al fin divisó la blanca arena y los enormes edificios de Palm Beach, el náufrago aceleró sus brazadas con la firme intención de llegar cuanto antes a la playa y rescatar a los desangelados bañistas

Pequeños detalles
De pié sobre el escenario, el conejo sacó un mago de su chistera. Técnicamente el truco resultó perfecto, pero el público le dedicó un sonorísimo abucheo ¡Todo mundo sabe que los conejos no usan chistera!
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Primavera. Haiku de Basho



Un leve instante
se retrasa sobre las flores
el claro de luna





Por todas partes
se precipitan las flores
sobre el agua del lago



Brisa ligera
apenas tiembla
la sombra de la glicina



El crisantemo blanco
el ojo no encuentra
la menor impureza



Al olor del ciruelo
surge el sol
sobre el sendero de montaña
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Microrrelatos: El placer o la necesidad de lo breve. Miriam Di Gerónimo


Habitar este planeta a comienzos de los años 2000 requiere ciertas habilidades que es necesario aprender para no quedar fuera del sistema. El “placer o la necesidad de lo breve” casi se nos ha impuesto en relación con el rendimiento o el ahorro del tiempo. Percibimos el reinado de la imagen casi de manera absoluta, en una especie de avalancha: la televisión, los videoclips, la publicidad. Ser mediático y conectarse con el mundo se traduce en la instantaneidad que se manifiesta, a veces, en conocer el manejo de un control remoto. Para comunicarnos lejos quedaron las cartas, ahora usamos el correo electrónico o los mensajes de texto del celular que hacen aguzar el ingenio para crear una escritura brevísima. Los cibertextos requieren una producción con ciertas reglas y un código que hay que aprender para aprovechar los beneficios que brinda el sistema digital. Esta preferencia por lo breve podría motivar el deseo de lectura de textos cortos.
Sin embargo, las narraciones brevísimas pueden rastrearse desde orígenes remotos porque responden a un impulso natural del hombre: contar. Para la elaboración oral cualquier buen cuentista selecciona acontecimientos relevantes y los expresa en forma breve, amena. Esta práctica no es novedosa y se sustenta en conseguir y mantener el interés del auditorio con la ley primera de la economía: obtener la mayor eficacia con el mínimo de medios. En este sentido, el microrrelato persigue los mismos objetivos. A modo de ejemplo, leamos este testimonio chino antiquísimo del siglo III a. C: “Chang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu”.
Sin embargo, la reflexión sistemática y la práctica con la conciencia de estar “haciendo algo nuevo” es relativamente reciente y muy reciente si se compara con otras formas literarias. Sin temor a equivocarme arriesgo a decir que es la especie narrativa más joven. Y la que, en estos momentos, se difunde de manera más masiva, en virtud de su brevedad y de la posibilidad de su circulación por internet. El auge actual en Hispanoamérica se demuestra a través de la multiplicación de autores en antologías, congresos internacionales dedicados exclusivamente al género en México, Chile y España y la proliferación de estas formas en revistas, diarios y programas de radio. Este tipo de narraciones es motivo de tesis doctorales e integran ya programas de educación básica, superior y de enseñanza del español como lengua extranjera.
Las denominaciones que han ido acuñándose en los últimos treinta años son diversas: microrrelato, minificción, minicuento, texto súbito, microhistoria, textículo, short-shorts. La labilidad del nombre responde justamente a una forma que todavía no se ha fijado del todo y que está haciéndose por los mismos escritores y teóricos del tema.
Recientemente, algunos estudiosos han coincidido en demostrar que nace de los “cuentos sin literatura” que crea Macedonio Fernández y que, de acuerdo con la fecha de edición, 1921, anticipa y supera la experimentación de la vanguardia, del Boom y del post-Boom (Henry González Martínez y Jo Anne Engelbert).
A pesar de este hallazgo, hay consenso en admitir que esta práctica literaria en hispanoamérica se entronca con la exploración modernista de Rubén Darío (Lagmanovich 2). Su carácter lúdico, experimental, antisolemne lo liga, además, a los movimientos de vanguardia en los escritos transgresores de Huidobro, César Vallejo, Oliverio Girondo, Ramón Gómez de la Serna, etc.
La relevancia del guatemalteco Augusto Monterroso es indiscutida en Latinoamérica sobre todo a partir de su texto paradigmático “El dinosaurio”. A continuación, lo transcribo íntegro: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Este texto brevísimo ha sido incluido en, por lo menos, una decena de antologías publicadas en diversas capitales del mundo y también se ha traducido a varios idiomas. En 2001 Lauro Zavala le ha dedicado una edición crítica y anotada.
Coincido con Guillermo Siles –investigador de la Universidad Nacional de Tucumán- en que “es un género híbrido e independiente y no una derivación del cuento” (Siles 1996). Sin embargo, es necesario comprender mejor su naturaleza “huidiza” y poco encasillable ya que actualmente las fronteras entre los géneros son bastante lábiles y cada uno de ellos se nutre de interpenetraciones.
En cuanto al origen y desenvolvimiento del microrrelato en hispanoamérica, tanto el mexicano Lauro Zavala -uno de los especialistas más importantes en la actualidad en microrrelatos- como Francisca Noguerol (192) –investigadora de la Universidad de Sevilla- coinciden en afirmar que este género se inicia a partir de las “ficciones” borgianas cimentadas en la ironía, la parodia y la metaficción que cuestionan los límites entre realidad y ficción. Noguerol continúa la evolución y precisa que en los años ’70 y ’80 los ejecutores del género, apremiados por las circunstancias políticas de las dictaduras y el exilio pusieron el acento en los contenidos y reflejaron literariamente las vivencias de estas crudas realidades.
En sintonía con lo expresado podemos leer “Golpe” de la chilena Pía Barros:

—Mamá, dijo el niño, ¿qué es un golpe?
---Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar donde te dio.
El niño fue hasta la puerta de casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía
un tinte violáceo.

Esta minificción se vale del dialogismo, acentuado por el carácter de sus personajes tipos, sin complejidades, la relación madre-hijo, la ternura e inocencia del niño. El efecto sobre el lector se consigue a través del juego en dos niveles de significación basados en la ambigüedad que plantea el color morado.

En las minificciones los rasgos descriptivos generalmente se reducen a uno, no hay tiempo para más. Por ejemplo en “Golpe”: un solo rasgo, un color, tiñe literalmente todo el relato. La variedad de colores no habría contribuido a la efectividad que logra Pía Barros con la economía y la sugestión.
En los últimos años, el microrrelato se inscribe en la posmodernidad en tanto ”parodia las obras convertidas en cánones culturales por la generación anterior y, sobre todo por su incidencia en los márgenes y en las periferias sociales, sexuales y étnicas: las mujeres, los indígenas, los chicanos. (Noguerol 192) .
Un ejemplo de Mario Goloboff puede ilustrar lo dicho:

Acto IV. Escena Primera
Desdémona llega en el instante en que Otelo cuchichea con Yago. Éste tiene la mano del Moro entre las suyas, y describe un pañuelo. Los gritos de la mujer celosa aún recorren los puentes de Venecia.

Precisamente, la naturaleza de hibridación genérica, intertextual, metaficcional, ambigüedad semántica, fragmentaria, humorística e irónica, lo inscribe en el contexto de la narrativa posmoderna.
La investigadora venezolana Violeta Rojo propone llamar minicuento a la narrativa que tiene las siguientes características:
a)brevedad extrema (desde una línea hasta una página, aproximadamente);
b)economía del lenguaje y juegos de palabras;
c)carácter proteico, hibridación genérica: entrecruzamiento con otros géneros literarios (lírica, haiku) y extraliterarios (adivinanza); con géneros arcaicos o desaparecidos (fábula, aforismo, mito); con formas populares y orales: el refrán, el graffiti, el palindroma,
Algunos de estos ingredientes puede omitirse, pero los que sí deben estar presentes como elementos básicos y dominantes son la categoría de lo narrativo, la brevedad extrema y el gesto trangresor.
La estructura clásica decimonónica puede romperse en la linealidad de la secuencia narrativa y en la imposibilidad de vislumbrar en forma nítida sus fases.
Los títulos suelen ser enigmáticos y sugerentes para provocar, a veces, ambigüedad semántica y desviación del sentido usual de una palabra. Los finales suelen ser abruptos y abiertos, con un alto nivel de impacto que algunos asimilan con el verbo noquear o con el filo de una puñalada. Los personajes son abocetados, la circunstancia los eclipsa, el destino se impone sobre la individualidad (Irving Howe). La fragmentalidad no es sólo una forma de escribir, sino también y sobre todo una forma de leer” (Zavala a 5). Entre los Derechos Imprescindibles del Lector, incluye Daniel Pennac el derecho inalienable a saltarse páginas, el derecho a leer cualquier cosa y el derecho a picotear. En otras palabras,. Estas “estrategias de descentramiento de la escritura textual” indican que ha cambiado el pacto y, por lo tanto, también los hábitos del lector puesto que el minicuento requiere, un lector cómplice -en la teoría de Cortázar- que sea capaz de trabajar activamente para completar un tejido que está construido de suyo de espacios vacíos y que cuenta con su participación activa para completarlo. La condición fragmentaria del microrrelato se debe, además, a la época en la que se halla inscripto.
La minificción es representativa de un mundo en crisis, cambiante, polifacético y complicado. La profundidad y complejidad de lo breve pueden dar una respuesta y constituir una vía para lo que se entrevé como un callejón sin salida. Quisiera invitarlos a reflexionar con un fragmento de Ítalo Calvino:
(…) en una época en que triunfan otros media velocísimos y de amplísimo alcance, y en que corremos el riesgo de achatar toda comunicación convirtiéndola en una costra uniforme y homogénea, la función de la literatura es la de establecer una comunicación entre lo que es diferente en cuanto es diferente, sin atenuar la diferencia sino exaltándola, según la vocación propia del lenguaje escrito.

Bibliografía
a) Fuentes:
Barros, Pía. “Golpe”. En sus: Miedos transitorios (De a uno, de a dos, de a todos). Santiago de Chile, Ergo Sum, 1985. p 39.
Goloboff, Mario Gerardo. “Acto IV. Escena Primera”. En su: Recuadros de una exposición.
Monterroso, Augusto. “El dinosaurio”. En sus: Obras completas( y otros cuentos). La Oveja negra. México, Secretaría de Educación Pública, 1986.
b) Especial
Calvino, Ítalo. Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid, Ediciones Siruela, 2ª ed. 2000.
Lagmanovich, David. Microrrelatos. Buenos Aires-Tucumán, Cuadernos de Norte y Sur, 2003.
López Cuadras, César. “La compleja profundidad de lo breve”. En: Lauro Zavala. El dinosaurio anotado. Edición crítica de ‘El dinosaurio’ de Augusto Monterroso. México, Alfaguara, 2001.
Noguerol Jiménez, Francisca. “El microrrelato hispanoamericano: cuando la brevedad noquea”. Lucanor, Pamplona, 8, 1992, p. 117-133.
Rojo, Violeta. “El minicuento: caracterización discursiva y desarrollo en Venezuela. En: Revista Iberoamericana. N. 166-167, enero-junio 1994. Pp. 565-573.
Sarmiento, Alicia Inés. Literatura Hispanoamericana, Contemporánea y Postmodernidad. Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, 1994.
Siles, Guillermo. “El microrrelato: un género híbrido”. RILL. Universidad Nacional de Tucumán, 1996.
Zavala, Lauro. Cartografías del cuento y la minificción. Sevilla. Editorial Renacimiento, 2006.
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Ficticianos en Ficción Mínima





Fernando C. Pérez Cárdenas
(a) General Macario Piedra, es un ficticiano, aparte de físico vago. Su obsesión es comprender un día las causas y naturaleza del fluir del tiempo; su desvergüenza le permite subir a la Red uno que otro cuento. Se gana la vida desarrollando teorías a las que nunca se les ha encontrado aplicación, lo cual le impide realizar sus sueños de trovador. Espera con paciencia a que le ocurran cosas interesantes o divertidas para empezar a escribir su biografía. Radica en los Estados Unidos.


Profeta del vacío
El autor de estas líneas se ha ido. Ni siquiera se despidió. No es a mí a quien leen porque yo soy nadie. Tampoco escuchan al que transcribe porque él no tuvo conciencia de sus actos; fue tan sólo el involuntario vocero de algo, o alguien, que se esconde más allá de nuestra comprensión. El autor de estas líneas vino e intentó razonar. Imaginar. Y, como tanta gente, al final aportó nada. Por eso se fue.

En familia
Empezó clonando hormigas; luego ratas y cerdos. Con la confianza que brinda la práctica, se reprodujo a sí mismo. Satisfecho, repitió. ¿Para qué casarse si ya había creado seres tan perfectos como él? La fama le dio la fortuna necesaria para continuar la producción. Con los años, el mundo inmediato se expandió y el exterior se hizo más y más lejano. Viejo, pero aún fuerte, vio morir al último criado no proveniente de él, quien fue sustituido por uno de los cientos de clones que habitaban la inmensa mansión. Y así quedó totalmente solo.

Dicen
Mi incrédula hermana me contó que su despistado novio le ha confiado que su santa madre le dijo que unas persignadas señoras le informaron que el indignado cura asegura que el idiota aquel gritó: “¡fálico!”. No es cierto. Yo exclamé: “¡bíblico!”.

Grava

Brinco de un autobús en movimiento y las piedritas sobre el asfalto me lastiman cuando toco suelo. Camino como un pato y subo a la banqueta. Sólo unos pocos peatones parecen notar mis pies descalzos, ensangrentados y sucios; la demás gente va de prisa y no se percata. Al pisar un escupitajo me maldigo y pienso que hubiera sido mejor no deshacerme de los zapatos hasta llegar al trabajo. Pero me reanima el imaginar que mi lastimosa condición seguramente surtirá un mejor efecto. Ya en la tienda, los otros vendedores me interrogan escandalizados. Quiero gritar que por el miserable sueldo que recibimos, ésta es la única manera digna de deambular entre tanto superfluo artículo de lujo; mas simplemente añado que mi problema son las superficies irregulares. La jornada transcurre casi normal. Cerca del mediodía, Claudia me informa que la jefa quiere verme. Me dirijo a su oficina lentamente. Toso para anunciarme. Estoy bajo el marco de la puerta. Ella levanta ligeramente la cabeza y fija su vista en mis partes heridas. Luego clava sus ojos en los míos con una extraña sonrisa que no logro descifrar. Ordena que me acerque a su escritorio. Lo hago lo más naturalmente que puedo. Me entrega un cortaúñas e indica que puedo regresar al mostrador.

Kennedy
Cuando resucitó, la Revolución todavía estaba ahí.

Deslices
Alrededor de la mesa redonda se sienta todo el gabinete de la diosa: el barbón de cabello castaño es el ángel de economía; el pequeño, de expresión tímida y con lentes, es el ángel de obras públicas; el gordo es el ángel de gobernación; el ángel de la independencia es aquél de grandes tetas. Ninguno tiene sexo, por lo que son incorruptibles. Más no están desprovistos de emociones. Ahora mismo esperan ansiosos a que el querubín mayor descienda al centro de la mesa y libere con ceremonia al armadillo que dormita en su jaula. Ya libre, éste caminará torpemente sobre la lisa superficie, en trayectorias al azar, hasta alcanzar la orilla y dejarse caer en las piernas de un ángel, quien así será elegido para subir al cielo y, una vez divinamente sexuado, procrear a la nueva generación de dioses, con la ayuda de una de las once mil vírgenes del coro. El animal siempre observa divertido con sus diminutos ojos negros doce caras que lo invitan a seguir en línea recta, mientras resbala y cambia de dirección a su antojo.
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Que tengas una vida interesante. Ana María Shua


El nuevo libro de Ana María Shua será presentado el jueves 12 de marzo a las 19 hs en Cúspide Libros. Village Recoleta Vicente López 2050.

La autora dialogará con los escritores Pablo de Santis y Guillermo Martínez. Canta Lidia Borda
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Literatura y juegos de rol: una propuesta didáctica basada en el minicuento


Estimados amigos: reciban cordial saludo. En archivo anexo les remito la invitación para que nos acompañen en la presentación del libro Literatura y juegos de rol: una propuesta didáctica basada en el minicuento. Experiencias para el aprendizaje en el aula para la construcción de discurso estético en niños de educación primaria básica. Evento que realizaremos el próximo miércoles 4 de marzo del presente año a las 3 p.m. en el Centro Gabriel Betancourt Mejía, Sala José Francisco Socarrás, de la Universidad Pedagógica Nacional, Calle 73 Nº 14-33, segundo piso.

Atentamente,

HENRY GONZÁLEZ MARTÍNEZ
Coordinador Grupo de Investigación HIMINI
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Ficticianos en Ficción Mínima






Jorge Oropeza

Nació en la Ciudad de México. Informático, lector empedernido, amante de la música, es tallerista en Ficticia.com, donde de vez en cuando desliza minificciones que buscan dar salida a sus obsesiones: la tecnología, lo divino, los sueños y el amor.

El Link de Area
“La línea consta de un número infinito de puntos", según Borges; "el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos” y el Internet, de un número infinito de páginas. Cuando el Dr. Pedraza me envió el link, imaginé que era una más de sus bromas (a menudo me enviaba correos en los que prometían acceso a páginas picantonas o conspiraciones descubiertas que, al final, mostraban el rostro de la niña del exorcista seguida del audio de un grito espeluznante). Sin embargo, en apenas dos líneas me advertía algo verdaderamente diferente, así que seguí el viaje.
Se trataba de un sitio de ficciones de autores que no reconocí. Probé leer alguna y resultó estupenda. Pero al regresar al índice no sólo encontré que éste cambió, sino que el cuento que había leído ya no estaba. Lo imaginé como parte del atractivo del portal, de manera que abrí una nueva historia, y luego otra, y otra...
Cada cuento era mejor que el anterior, e imposible de releer tras cerrarlo. Pensé que en algún momento se acabarían las historias. Refresqué cientos de veces la página, copié los títulos; ninguno se repitió. Convencido de que, como aquel libro de Arena, los cuentos en este portal no tenían fin; seguí leyendo cuanto texto pude, hasta que el cansancio me venció sobre mi teclado.
Al despertar, refresqué una vez más la página, y obtuve el fatídico mensaje “Página no encontrada”. No era mi equipo, ni la conexión a Internet, la página había dejado de responder. Y llevo 2555 días reintentándolo inútilmente.

Indecisión
Como cada noche, corre desnuda al encuentro del hombre amado tan pronto pone su cabeza en la almohada. Sin embargo, hoy no ha llegado el ideal, sino el hombre real.
Sorprendida, despierta. El hombre amado duerme a su lado.
Aterrada ha abierto los ojos. El hombre real sigue dormido. Y sin saber porqué, llora, llora larga y silenciosamente como cada noche.

Horas extraordinarias
A pesar de la escasa luz, podían apreciarse tanto los vestidos chillones y entallados, como el maquillaje ya descuidado tras la faena de la noche. Reunidas en torno al corpulento hombre, una a una, le entregaban cuentas del trabajo realizado y corrían a cambiarse. Cuando el sacristán pasó por la capilla del arcángel Miguel, se sorprendió al escuchar fugaces aleteos.

Génesis
El discurso de Zeus al inaugurar la era Andrógina fue sublime: nada de vivir separados del ser amado, ahora serán literalmente uno mismo. Y si bien hemos tenido algunos problemas menores como la sincronía de cuatro piernas y cuatro brazos, lo que me tiene más molesto es el asunto de la reproducción. Zeus nos prometió que podríamos tener sexo cuantas veces quisiéramos, ya que en un mismo ser habría un órgano masculino y uno femenino. Solo que alguien cometió un estúpido error de diseño, porque mi órgano sexual apunta para un lado, y el de mi compañera para el otro. Físicamente, jamás podremos copular. Esto es inadmisible. Seguramente estos dioses que nos han tocado son una punta de principiantes. He escuchado que es tal el descontento, que a Zeus no le ha quedado más remedio que dividir a los andróginos con sus rayos. Menos mal. Espero con ansias mi turno.

Ex Libris II


Durante quince años busqué en toda librería, puesto, tianguis y catálogo el mismo libro, uno que perdí por extrañas razones y del que ansiaba volver a leer sus magníficas historias, que encendieron en mí la pasión por la lectura y el escribir. Ahora que descansa ese libro en mi anaquel no me atrevo a leerlo: temo que no sea tal y como lo recuerdo. Más aún, temo incluso algo peor: que desaparezca mi pasión.

La última noche
Era la última noche. No podría tenerla nunca más entre sus brazos. La amó durante cinco años a pesar de que ambos estaban casados con otras personas. Así, mientras el público aplaudía de pie, el actor no pudo contener un llanto de auténtica pasión.

Maria siempre Virgen
Poco a poco, María comenzó a regresar del sueño. El calor en la entrepierna aún permanecía. Los recuerdos borrosos y húmedos de la noche anterior la hicieron sonreír, mientras su mano quincuagenaria acariciaba, temblorosa de pasión, el gallardo y apuesto rostro de San Gabriel en su buró. Al abrir las sábanas, algunas plumas blancas enormes volaron por la habitación.
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El Microrelato teatral o Miniteatro, hacia una nueva categoría textual

Esta investigación surge a partir de una inquietud personal frente al tema del teatro breve, a partir de la ponencia realizada en el año 2004 en el marco del III Congreso Internacional de Minificción en Valparaíso, con la Universidad de Playa Ancha como sede principal, por la profesora Irene Andrès-Suarez en donde nombra ciertos microrelatos teatrales de Javier Tomeo y Julia Otxoa, solamente lo enuncia y es entonces donde me doy cuenta que la prematura búsqueda que había comenzado no era en vano. Inmediatamente le planteo la inquietud y la falta de material para realizar una investigación, me entrega algunos títulos en donde puedo indagar y ya, desde ese día que no ha parado la investigación.

La minificción es entendida en la actualidad como una nueva categoría discursiva, híbrida y cambiante que se relaciona directamente con los cambios del mundo contemporáneo. Esta modalidad en los últimos años ha alcanzado una gran importancia y difusión, lo que se ha visto reflejado en el gran número de estudios críticos y una gran producción escritural. En el ámbito académico la minificción o los microrrelatos han marcado presencia importante en las aulas, dictándose cátedras exclusivas del género, y dando pie a muchas y variadas investigaciones.

A partir de esto podemos hablar sobre el fenómeno de los microrrelatos teatrales o miniteatro como una corriente más tardía, pero no por esto menos importante. Siendo ésta una de las nuevas formas mixtas del género, por lo que existe muy poco conocimiento de él y ha sido poco estudiado, a pesar de su presencia indiscutida en la literatura. Por este motivo se ve incentivada esta investigación, pues, se cree que es necesario e importante aportar con un artículo a una de las formas mixtas emergentes en el estudio de la minificción.

Esta investigación se ha planteado dos grandes objetivos; el primero, busca establecer y esclarecer los antecedentes de los microrrelatos teatrales o miniteatro y, el segundo, busca interpretar el fenómeno del miniteatro en relación a los actuales estudios que se realizan sobre minificción para mostrar si existe o no pertinencia entre este fenómeno y los estudios críticos, literarios y académicos que se generan en torno a la minificción.

Durante la segunda mitad del siglo XX el teatro vive importantes cambios a nivel mundial y nacional, específicamente en Chile surge el teatro social, como dura crítica al anterior concepto de teatro en el que aparecía la burguesía como personaje principal, ya sea para enaltecerla o para criticarla. La aparición del teatro proletario creo una nueva concepción y apertura en el teatro, siempre ligado a una elite social.

Luego aparece la performance y el cine, que vienen a quitar espacio al teatro, partidos políticos, por ejemplo Heiner Müller es uno de los primeros escritores que reacciona frente a estas nuevas inquietudes, realizando textos teatrales en los cuales sólo se dan pautas de la puesta en escena y algunos tintes del diálogo, exacerbando la atmósfera de destrucción de los textos clásicos y del mismo proceder escritural[1].

También es importante destacar el nacimiento del formato breve en el siglo XX, con la creación de importantes festivales que se realizan en Chile, en Santiago principalmente, durante el periodo que analizamos. Lo que coincide con la disolución de la hegemonía aristotélica de entender el teatro y que responde a una visión propia de la vida moderna.

Ambas categorías, la minificción y el teatro breve surgen por este motivo, como una reacción a la agitada vida actual.

Tal como lo plantea Lauro Zavala, la cultura contemporánea es una cultura de la fragmentación, donde cada fragmento exige su propio contexto de validación. Así la intertextualidad contemporánea se puede considerar como una forma de intercontextualidad[2].

Podemos entonces establecer tres líneas en donde confluye la minificción y el teatro breve, los que son la brevedad, la hibridez genérica y el tiempo anafórico.

1. En cuanto a la brevedad, debemos remontarnos treinta años atrás, es decir nos situamos en un Chile post dictadura, lo que sucedió con el país, la vida cotidiana y principalmente con el arte y entender que todo esto da lugar a importantes cambios que se ven reflejados en la experimentación y nuevas formas de enfrentarnos con el arte. Con respecto al teatro el devenir político de Chile en la segunda mitad del siglo XX se ve reflejado y causa cambios en el acontecer teatral. Muchas salas de teatro son cerradas en dictadura, se exilian a dramaturgos y actores, con lo que se quiebra y remueve el quehacer artístico teatral. Es aquí en donde hace su aparición la performance y las intervenciones teatrales callejeras, como síntoma de la falta de espacios para hacer teatro[3].

En la actualidad la brevedad teatral tiene que ver más con una experimentación y una ruptura de los cánones establecidos e instaurados por un teatro clásico, un teatro aristotélico. También podemos relacionar el microrrelato teatral con la fractalidad, con generar textos breves por si mismos, como también pequeños textos teatrales insertos en un grupo, que puedan ser leídos o presentados de forma individual o grupal, sin dejar de tener un valor por si mismos como unidad y como conjunto, como es el ejemplo de Terror y Miserias en el Tercer Reich, de Bertolt Bretcht.

Para el investigador mexicano Lauro Zavala, la brevedad tiene un trasfondo importante, pues se condensa y selecciona la información para poder llegar al lector-espectador del mismo modo que si nos enfrentáramos a un texto de mayor extensión.

El microrrelato teatral o miniteatro comparte con la minificción esta importante característica, teniendo además en consideración que nos enfrentamos de formas distintas al uno y al otro.

Al encontrarnos con el primero nos llama la atención la forma en que se enfrenta el problema, pues se sale de las convenciones aristotélicas de hacer teatro, para incluir un formato distinto, novedoso e impactante para el espectador, pues no existe la presentación, el nudo y el desenlace; ya no se realiza un presentación de los personajes ni del problema si no que de inmediato nos encontramos en el nudo, es decir el problema planteado y con una resolución inmediata, o bien se deja el desenlace a la imaginación del lector/espectador.

El teatro de formato breve también recurre a la exclusión del centro como una forma de volver activo al lector/espectador, de tal manera que sea éste quien deba completarlo con imágenes[4].

2. En cuanto a la hibridez genérica, es aquí donde la investigación plantea principalmente el cruce genérico como característica importante y que la minificción comparte con la nueva categoría que estudiamos, los microrrelatos teatrales. Se dice entonces que las pequeñas obras dramáticas pueden ir de la mano con textos poéticos, sentencias filosóficas, relatos, cuentos, tragedias y leyendas las que son llevadas al teatro o a la modalidad teatral breve en un formato que no rebasa los veinte minutos en escena y los cinco a diez minutos de lectura, pues lo escénico le agrega tiempo a lo dramatúrgico[5].

Andrés Kalawski, plantea que se debe adaptar la escala de la fábula si es que se va a trabajar con un formato breve, podemos creer que en un solo día Edipo se entere de todo, pero no que lo haga en cinco minutos, es por eso que el trabajo del que reescribe estos textos es una exigencia fuerte, pues se puede incluir una fábula muy extensa y eliminar la elaboración de ésta por parte de los personajes, o se puede minimizar la historia y mostrar solo la elaboración. Es como si el teatro de formato breve estuviera fuera del tiempo[6].

Dentro de este apartado y como característica de la hibridación de géneros encontramos la intertextualidad, la minificción se cruza con otros géneros y a su vez lo deja en evidencia al evocar ciertos textos y hacernos rellenar los vacíos como lectores/espectadores informados o ideales.

En la minificción teatral también encontramos esta característica, pues existen muchas obras de teatro con formato breve que se han escrito en base a otros textos pertenecientes a obras teatrales clásicas o de otros géneros literarios.

Un ejemplo de esto corresponde al trabajo del escritor Marco Denevi, quien en su libro Falsificaciones incluye una serie de composiciones teatrales pertenecientes al ficticio Festival de Stendal 1965 en donde las piezas están escritas siguiendo las convenciones de lo teatral, en una de las piezas se recrea el mito bíblico de Adán y Eva, en donde Eva es un animalito idiota al servicio de Adán, hasta que éste se convierte en un animalito idiota al servicio de Eva[7].

3. Cuando hablamos de tiempo anafórico nos referimos principalmente a lo planteado por Lauro Zavala, en su ensayo “Las fronteras de la minificción”, en donde plantea que esta forma de abordar los textos, desde el conflicto, tiene una estrecha relación con la fugacidad de la vida moderna, en donde nos saltamos los preámbulos para ir directo al grano[8].

Resulta ser una forma aprendida en la sociedad actual, que va de la mano con las formas culturales de la vida contemporánea, ya que podemos plantear que la minificción es un género denso y riesgoso, exigente y generoso, cuya naturaleza está en consonancia con la sensibilidad contemporánea, a la vez híbrida y fragmentaria. Su necesaria precisión produce textos de una intensa intertextualidad y una inevitable ironía.

Un ejemplo de esto, y cito de nuevo Falsificaciones de Marco Denevi, en donde se reescribe la trágica historia de Romeo y Julieta, pero se comienza desde la acción, ya no se presenta el conflicto entre las familias de los personajes principales, sino que se muestra el meollo del problema. Esto nos da a entender que ya no se hace necesaria la explicación del problema, si no que se va directo a éste, para así dar paso a la resolución o a la finalización de este conflicto que tiene la mayoría de las veces un final abrupto o con algún dejo de ironía o desacralización.

Entonces, a modo de conclusión el arte y la literatura en el Chile contemporáneo recurre a lo inmediato y a lo fugaz, así como el cine da cabida a los cortometrajes y nanometrajes dentro de sus producciones, la minificción dentro de la literatura sigue cumpliendo un rol importantísimo, ya sea en su producción y en su estudio. En cuanto al teatro, el crecimiento y conocimiento del teatro de formato breve nos hace darnos cuenta que se recurre a la fractalidad como estrategia importante.

Nos encontramos en un mundo globalizado, en donde la cultura de lo instantáneo es lo que prima, por ejemplo, la mensajería instantánea es el medio de comunicación más utilizado. Entonces se debe tomar en cuenta estas estrategias como una formula importante y tal como lo plantea Lauro Zavala con respecto a la minificción, que estas nuevas categorías cumplan la función de antivirus contra la falta de amor por la lectura y por las artes en general, pues nos permite acercarnos a obras clásicas, ya sean literarias o teatrales, por medio de la intertextualidad y la accesibilidad al fragmento[9].


Paulina Bermúdez Valdebenito

Ponencia leída en el V Congreso Internacional de Minificción realizada en la Universidad del Comahue, Neuquén, Argentina


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