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Tercera convocatoria VI Congreso Internacional de Minificción. Bogotá

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Quinta edición del Concurso de Microrrelatos Paréntesis

La Asociación Cultural Paréntesis convoca la Quinta edición del Concurso de Microrrelatos Paréntesis con el objetivo de promover y alentar el trabajo de los escritores/as en castellano




Podrán presentarse autores de todo el mundo.

Los relatos deberán tener entre 100 y 150 palabras.

El ganador recibirá un premio de 1000 euros.

Paréntesis publicará el relato premiado y una selección de los finalistas.

El plazo de presentación de trabajos vence el 30 de septiembre de 2010.

Las bases pueden consultarse en www.tallerparentesis.com
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Ficticianos en Ficción Mínima

GREMLIN
A los gremlins les encanta el desorden, así que un buen día, sin más, éste que nos ocupa decidió que sería divertido escribir. Encontró por accidente la convocatoria a un concurso anual de cuento navideño, donde uno de los jurados es Marcial Fernández (acompañado por Leo Mendoza y Gerardo de la Torre). Al poner dicho nombre en el buscador de la web, se enteró de la existencia de un sitio llamado Ficticia, que cuenta con una Marina —contrario a lo que se cree, a los gremlins les fascina el agua—, lugar donde se ha dedicado a hacer cualquier tipo y cantidad de desmanes y a aprender de todos.
Como los gremlins son impacientes por naturaleza, las minificciones y los minicuentos le vinieron como anillo al dedo, de modo que, como se divierte, no hay forma de deshacerse de él. Al menos por el momento.
CelosOtelo está furioso. Se acaba de enterar que hay historias en las que los personajes son felices para siempre.
Insultos a la vistaCuando quiere ser hostil con el lector, llena su texto con faltas de ortografía.
InundarioEl agua me hechiza. Sólo unas gotas y surge en mí el deseo impetuoso de sumergir. Ya de niño, cuando llovía, maceraba insectos, ratones, gatos y perros. Una vez anegué el baño; otra, el jardín, y en una ocasión memorable, la casa entera.
Hasta ahora mi mayor logro ha sido el tanque de almacenamiento del pueblo. No creí que se vaciaría así de rápido. Seis casas resultaron dañadas y varias reses muertas. Me mojé de la emoción.
Hoy, me espera la experiencia suprema. Lo tengo todo listo. En la base de la presa, una explosión provocará el agujero. El agua subirá varios metros en segundos y disfrutaremos todos hasta el orgasmo la inundación sincrónica de nuestros pulmones.
Compañeros del mismo dolorHolofernes asiente comprensivo a Ana Bolena, mientras recuerda cómo es eso de enamorarse hasta perder la cabeza.
CoyunturaCuando llegó el momento de matar al coprotagonista, el autor descubrió que éste —enterado de sus intenciones por un personaje secundario— se había dado a la fuga.

Control de Calidad
¡Ah que m’ijo tan idiota! ¿Cuántas veces le he dicho que no todo lo que brilla es oro? ¡Apréndaselo! ¡Cuando asalte a alguno, fíjese bien! ¿Pa’qué queremos tanta mercancía pirata?

Murmullos en el Louvre
—¡Pues yo no sé de qué te quejas —estalló la Victoria Alada de Samotracia al oír los lamentos de la Venus de Milo—, al menos conocen tu rostro!
DignidadEl hombre bala se va: está cansado de ser carne de cañón.

Ventas de temporada
—Mamá, ya terminé otros tres renos de ramitas, ¿me compras una nieve? Ahí hay, junto a Santa Claus.
—No tenemos dinero, hasta que los vendas. Pero primero vamos a comprar un poco de alcohol para ponerte en las manos y que el resto se lo beba tu papá.

Extravíos
Decía mi abue que no debe uno dormirse con sed, pero lo olvidé. El motivo es que si el alma se levanta a tomar agua, se la puede comer un gato. Me acordé al verlo pasar y me escondí en el primer agujero que se me apareció; el problema es que ahora no hallo mi cuerpo.
Premeditación, alevosía y ventajaMi propia autopsia sí que cosechará aplausos. No en balde especifiqué en el testamento que, para heredar, cada uno de los interesados debe batir palmas y ovacionar cada vez que se extraiga un órgano.
Juegos divinosCorre a resguardar de la llovizna la ropa casi seca. Ve que cesa la lluvia y vuelve a tenderla. De nuevo empieza a caer el agua; a recoger. Desiste a la tercera vez y deja que se empape.
Por un agujero entre las nubes, los dioses llevan la puntuación: a ver quién atina más gotas a la camisa roja.
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Internacional microcuentista

Esteban Dublín, Martín Gardella, Luis Gonzalí, Daniel Sánchez, Víctor Lorenzo y Fernando Remitente acaban de lanzar una revista digital dedicada a microrrelatos y otras brevedades: Internacional Microcuentista.
http://revistamicrorrelatos.blogspot.com
Bienvenidos brevífilos.
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El no lector. Leonardo Espinoza


A veces la ficción se nos adelanta.  Madruga a nuestras historias. A todos nos ha pasado en algún momento. Cosas que vivimos, las vemos luego con otros protagonistas, inventadas por otra gente, en escritos, en películas, en canciones. Un  dejà vu constante; un robo a nuestra memoria. Y es que es increíble pero cuando vi la película El lector me di cuenta que me habían plagiado la historia. Sí no fuera por pequeñas diferencias, sería lo  mismo. Primero, yo no soy ni fui ni judío, ni alemán, solo un gochito que se dedica a escribir tonterías. No le leía; ni ella me leía a mí: sabía leer perfectamente. Nunca me bañó. Tampoco  la vi en un juicio, ni tuvo ningún problema legal, no soy abogado. Sin embargo la historia es la misma. No la he buscado de vieja; no la adopté en su senectud. No se suicidó, ni mató a nadie. Nada de eso. Todo lo demás fue increíblemente idéntico. Así que ya saben mi historia.
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Súpermicros

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Cielo de relámpagos. María Cristina Ramos


CIELO DE RELÁMPAGOS. Antología de microficciones y otras instantáneas literarias de autores latinoamericanos
Compiladas por María Cristina Ramos. Prólogo de Sandra Bianchi

Editorial Ruedamares. Neuquén, Argentina, 2008.















HOMERO CARVALHO OLIVA (BOLIVIA)
PACHAMAMA

Doña Justina Cusicanqui, tierna y sabia anciana, cuenta que escuchó a su abuela relatar la historia de un Aymara que, ante los porfiados sacerdotes que pretendían obligarlo a bautizarse cristianamente, respondió muy sereno:
-Yo nada espero del Cielo, todo me lo dio la Tierra.

EVELIO JOSÉ ROSERO DIAGO (COLOMBIA)
A LA DERIVA

Encontró en el bosque a un niño de once años que le dijo que en realidad no era un niño de once años y tampoco un niño sino una niña de quince años y que además no estaban en el bosque sino en un valle y que ella nunca había sido encontrada por él sino que ella lo había encontrado a él con el único deseo de explicarle que ella no era un niño de once años en el bosque y que aquello no era un bosque sino un valle y que lo mejor que podían hacer era caminar tomados de la mano hasta un bosque para entonces acabar de comprenderse o comprender que a lo mejor él tampoco era él sino era otro y que bien pudiera suceder que ninguno de los dos supiera a qué atenerse finalmente frente a un autor que huye inmóvil en la calle bajo esta lluvia dura y delirante.

PÍA BARROS (CHILE)
A LOS NIÑOS NO SE LES GOLPEA
A la niña la castigan con silencio. Va donde la abuela, que no le habla, donde la madre, el padre, la cocinera... Desesperada, corre hasta su cuarto: “Dime que me amas” implora a su muñeca. Nadie contesta. Asustada, comprueba la horrorosa conspiración de los adultos con los juguetes que regalan para navidad.


ROBERTO DI BIASE (ARGENTINA)
EL RINCÓN
Había que tirarla con la inclinación exacta y fuerte para que rebotara en el ángulo que formaban las dos paredes. Los gritos de los hinchas subían hasta el cielorraso y bajaban ensordecedores por las paredes celestes mientras esperaba, inquieto, el centro de su compañero imaginario. Hoy había tomado Crush en el almuerzo, así que la tapita era flamante.
La pelota salió despedida como un rayo desde el rincón y vino directo a él, que arqueó hacia atrás su cuerpo por encima del mágico defensor y aplicó el frentazo desviando la trayectoria de la pelota hacia el arco contrario, formado por la mesita de luz y la otra pared. Mientras aterrizaba sobre el césped a cuadritos de su cama, sin desviar la mirada de la pelota, vio cómo se colaba por debajo del guante del arquero rival. Ya estaban sobre el final, era el gol del campeonato. El referí dio los tres pitazos y el delirio de la hinchada bajó para levantarlo y depositarlo en los hombros de sus compañeros, que lo llevaron en andas por todo el perímetro de la cancha.
Alcanzó a acomodar la frazada justo antes de que su mamá entrara al cuarto pidiendo explicaciones por los ruidos. El corazón le latía con fuerza y aún se le notaba la agitación. La copa se iría con ellos a casa.

MARÍA LUZ SEPÚLVEDA (ARGENTINA)
DE VIAJES
El viaje se tornaría interminable y la noche nos envolvía en su oscuridad. Pasaban los autos con sus luces amarillas, fuertes, que nos ahogaban la vista. El asfalto se convirtió en tierra. El silencio se hizo total: no había señales de radio y los dos no teníamos más que hablar. Pronto ya no existiría nada, ni autos. Pero una figura se nos presenta a lo lejos, visible ante las luces del auto, un joven haciendo dedo. Seguimos. Era demasiado misterioso alguien en el medio de ese camino inhóspito. El camino continuaba, parecía empecinado en repetirse.
Otro kilómetro y al costado nos sorprendió otro. Seguimos. La cuestión era no inquietarse con la suposición de que el pueblo quedaba cerca. Apareció. Tranquilo, de nuevo. No. Debió ser pura coincidencia, las mismas ropas, el cabello... Seguimos. Nos miramos en la penumbra y nos acariciamos las manos. Ya estábamos inmóviles, mejor dicho, nuestro auto estaba inmóvil. La puerta trasera se abrió. Entró y cerró la puerta con fuerza y dijo con su voz más tenebrosa y ronca: -Pueden seguir.
Y seguimos, en viaje perpetuo.

MARCELA CEBALLOS (ARGENTINA)
NÚMERO IMPAR
Ellos, se miraban en el juego de los espejos y los vidrios de los ventanales.
Ellos eran dos pero se hacían cuatro, luego ocho, y así se multiplicaban infinitamente en una secuencia de números pares.
Un dia, ella se asustò. Eran una muchedumbre. Y cerro los ojos para no verlos, para no verse.
Ahora estira la mano, una sola, y recorre la línea de su cuerpo, una sola.

GLADYS EDITH IGLESIAS (ARGENTINA)
PARTIDAS
Ismael Centeno se había jubilado hacía diez años y quedado viudo dos años más tarde. Sus tres hijos habían elegido irse del país con excusas razonables.
La plaza, el bar, la lectura y, de vez en cuando, los vecinos, le amenizaban el tiempo al hombre que, cada vez un poco más, se entregaba al abandono de su vida y de su propia apariencia.
Llevaba un par de horas sentado en ese sofá incómodo pero que, ubicado a la luz de la ventana, le permitía descansar las piernas. Abrió el libro al azar y se entusiasmó con un párrafo imprevisto que describía a un personaje solitario. Trató de concentrarse. Rítmicamente fue avanzando en los textos. Fausto Espósito se parecía más a él en cada línea: resentido, huraño, incomprendido; muy claro cuando describía que la agrura llegaba como un sabor hueco, todos los días. A Espósito, el autor le había destinado un final milagroso de reencuentros.
Pero Centeno entendió que no le daba la noche para tantas páginas y cerró el libro, nostálgicamente enfurecido por lo ingrato de su aislamiento y de su encierro.
Pegó un vistazo al dormitorio y lo caminó. Miró el reloj, luego el teléfono. Cerró la puerta y apretó el gatillo.

GRISELDA MARTÍNEZ (ARGENTINA)
EL BARRIL
Otras veces era el abuelo quien me alzaba para sentarme en el barril. Ahora, aunque mis pies cuelgan y se balancean, el barril dejó de ser una cumbre inalcanzable. Ya no es atalaya de mis descubrimientos infantiles. Lo que ahora puedo ver no me depara sorpresa. Pero me detengo en la parra que tejía de sombras el patio, la parra que de tan alta era casi cielo y distingo lo que entonces no alcanzaba a ver, lo que de tan cercano se hacía invisible, los dibujos que hace el cielo entre las hojas, y los racimos cargados y los otros que han sido casi despojados por los gorriones; y veo hilos de telarañas suspendidos en el aire y veo hormiguitas que aparecen y desaparecen entre las uvas, y veo las uvas, algunas casi transparentes, otras que parecen a punto de estallar, otras que brillan de sol y otras que se opacan de tierra, y veo unas manos con tijera que cortan los racimos más cargados, y veo la risa de mi abuela que los recibe en un balde con agua, y veo a mi hermana corriendo detrás de las uvas que rodaron por las baldosas, entonces veo unas zapatillitas que se acercan y escucho la voz de mi hija que me pide que la suba al barril.
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Columna fija semanal de Ficticia en el periódico Extra





COLUMNA FIJA SEMANAL DE FICTICIA EN EL PERIÓDICO EXTRA






Es un placer anunciarles que el Taller de Minicuento de Ficticia tendrá a partir de hoy una columna semanal fija, en el periódico Extra de La Laguna, para publicar los trabajos de los ficticianos en papel. Nos enorgullece contar a partir de este viernes y todos los subsecuentes con un medio para difundir los trabajos de este taller.

Por lo tanto, invitamos a todos aquellos ficticianos que deseen aparecer en la mencionada columna a que nos envíen sus minis al correo del taller: taller.minicuento.ficticia@gmail.com, sólo les pedimos que manden minificciones de lo mejor de su producción, ya que tenemos que cubrir, por razones obvias, mínimos de calidad. Así mismo, aquellos compañeros que no quieran ser publicados, les agradeceremos que nos lo hagan saber de inmediato.

Desde luego, que nosotros en el taller, nos encargaremos de que TODOS los ficticianos (que así lo deseen) sean publicados.

Aquì va el link para que disfruten la primera entrega:http://www.extradelalaguna.com.mx/pdf/extraportada.pdf
Hacemos de su conocimiento que este enlace sólo estará vigente una semana, ya que el próximo viernes aparecerá la segunda entrega de minis ficticianas en éste mismo enlace. Les avisamos para que tomen sus providencias.

Taller de Minicuento de Ficticia
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Veredicto y Texto ganador de Nerdades Ficticianas IV - Mayo-2010




En el mes de Mayo el Artículo "Parte o todo: la minificción como fragmento" de Violeta Rojo fue tema de análisis en las Nerdades ficticianas.
Violeta recibió los aportes y ha dado su veredicto.



Me encantaron las Nerdades. Algunas me hicieron pensar que no se habían leído mi texto, pero no importa porque a partir de la propuesta extraían conclusiones interesantes. Casi todos planteaban aspectos que no había tomado en cuenta y que me dejaron pensando.
Creo que tengo que elegir un ganador. Como siempre me es muy difícil porque varios textos me gustaron. El que más es de Eneas y se llama "Todos somos Gulliver" (título magnífico, además). Pero también disfruté mucho con las nerdades de José Nuévalos, Richard Densmore y Welly (en orden de aparición, todos estarían empatados en el segundo). El resto también me pareció interesante, pero tuve que escoger.
Un abrazo a todos, mil gracias por escogerme y siempre a la orden de Ficticia.

He aqui el texto ganador:
Nerdad IV: Todos somos Gulliver
eneas

Ahí está la obra de arte, producto no de generación espontánea sino de un ente creativo. Las circunstancias que la originaron son propias de cada artista y nada tienen que ver con un público que accede o no a ella. Sin embargo, vasto o precario, el sustento cultural e intelectual del receptor habrá de jugar un papel preponderante en su comprensión o interpretación, asimilación o rechazo.

Para quienes carecemos de formación musical resulta irrelevante si Beethoven fue el último clásico o el primer romántico, o si la primera sinfonía de Brahms es la décima del Gran Sordo de Bonn. Si, por el contrario, somos de aquellos que a los primeros acordes caen rendidos por el sueño… ¿nuestros bostezos demeritan su genio creativo? Tal vez sí en nuestra realidad, pero no en la del artista y su obra otros (y mucho menos en la de sus otros seguidores).

Insomnio de Ludwing van Beethoven

Despierto soy un genio, dormido sólo un sordo.*

El tedio que quizás nos provoque escuchar a un par de eruditos en Vincent van Gogh discernir sobre por qué sus obras han sido tasadas en millones de dólares, nada tiene que ver con el rostro adusto de ese hombre pelirrojo y desorejado capaz de exaltar nuestras emociones, convocar en sus espectadores sensaciones que, aunque técnicamente inexplicables, nos conmueven. Nada sabemos de óleos, técnicas mixtas, trazos, perspectivas, combinación de colores o proyección de luz… y menos nos preocupa si la obra es resultado de los brochazos disparatados de un tipo con problemas visuales o psiquiátricos o de un genio.

Insomnio de Vincent van Gogh

―Gauguin, puta, mal amigo: aún me sobra completa la otra oreja.*

Desde luego, seguro habrá quien prefiera a Rafael, Botticelli, El Greco… “porque se ven más bonitos”, y estará en todo su derecho de satisfacerse en ellos.

Podría tratar de recurrir a mi formación médica para hallar una explicación a mi insomnio y medicarme, y si no resulta ya habrá al rato oportunidad de sacar cita con el psicólogo o el psiquiatra (Insomnio de Sigmund Freud: Sólo duermo intranquilo en el lecho de mi madre.*). Sin embargo, como cualquier mortal hijo de vecino –culto o inculto, salvaje o domesticado- todos en algún momento hemos sabido lo que es batallar con el sueño, dar vueltas en la cama y no tener maldita de lo qué pasa. Aquellos que nos gusta escribimos, nos levantamos, tomamos papel y lápiz e intentamos escribir nerdades:

Insomnio del escritor

Si me duermo, nunca escribo… y entonces ya no existo.*

(o como dijera mi querida amiga Ángelica Moreno, médico anestesiólogo, mujer de muchas lecturas: “El insomnio se disfruta con luna llena, vodka y un buen libro”*).

Por eso, a la luz del insomnio, y jugueteando con el insomnio de aquellos personajes que también debieron padecerlo alguna vez, termino por decir que “No hay nada nuevo bajo el cielo”, que “La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, según Antoine Lavoisier; que la obra artística –la minificción no tiene por qué ser la excepción- forma parte de un todo o obra mayor, como los humanos lo somos del gran reino animal. Pero ojo, así será porque las condiciones culturales, sociales, intelectuales, económicas (y lo que le quieran agregar) se lo permiten; entre más sepa, mayor será el universo en el que se explaye su imaginación. Cuando por falta de conocimientos o preparación, o simplemente por falta de interés, la obra será apenas un satélite –un todo en pequeño-, un elemento que sirva para conformar su microcosmos. Bien dicen que “Nada teme el que nada sabe”. Todos somos Gulliver, dependiendo de las circunstancias.

Pero no olvidemos que, a toda esta diatriba, el autor sólo se ríe… y sigue creando.

Insomnio de Milan Kundera

La vida –que está en otra parte- sólo es una broma en la insoportable levedad del ser.*

(*) Tomado de: Insomnio, de A veces hay otros caminos.

eneas.
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Ganadores del Tercer Concurso Regional de Minicuento Zona Caribe “Andrés Elías Flórez Brum” 2010.

El jurado, integrado por Ariel Castillo Mier, Andrés Elías Flórez Brum y John Jairo Junieles, decidió por unanimidad otorgar los siguientes premios:
Primer Premio: Carlos Adolfo De la Hoz Albor (Soledad Atlántico)
Segundo Premio: Ignacio Eduardo Verbel Vergara (Tolú, Sucre)
Tercer Premio: Santiago Enrique Jiménez Trespalacios (Unión, Sucre)
Convoca: Universidad de Córdoba. Montería. Colombia
Organiza: Grupo de Investigación en Literatura del Caribe (GILC)
Director: Rubén Darío Otálvaro Sepúlveda







PRIMER PREMIO: CARLOS ADOLFO DE LA HOZ ALBOR

LA OTRA ACERA
Para contrariar la costumbre, nuestros gobernantes han decidido que las calles de esta ciudad no tengan más que una acera. De manera que, invariablemente, tendremos que desplazarnos siempre por el mismo lado.
Se podría esperar que dicha medida provocara grandes escándalos y que suscitara uno que otro levantamiento entre nuestros conciudadanos, pero no ha sido así. Con buen ánimo, cada uno de nosotros ha sabido habituarse a la particularidad de estas calles.
Como una muestra cabal de nuestro respeto por las leyes (se equivoca quien hable de sumisión), hemos comenzado por suprimir ese ligero movimiento de levantar la mano y saludar a quien camina en frente.
Con el correr del tiempo y llegado el momento de escribir la historia, no habrá quien recuerde que un día, todos a una, acordamos de buena gana suprimir también ese brazo que nunca más volveríamos a levantar. Después de todo, no era más que una extremidad inútil que ya no tenía cabida en el paisaje de nuestra amada ciudad.

DEL DICTADOR QUE PROHIBIÓ LAS PALABRAS
…y después de haber tomado aquella terminante decisión, congruente con su papel de forjador de una “remozada” república, se paseó por las tranquilas y abandonadas calles de las ciudades del país que estaba ayudando a edificar y comenzó a admirar con embeleso el silencio absoluto que reinaba en ellas, tras lo cual soñó que pasaba a la Historia que se escribe con mayúscula como un grande benefactor; pero que, caída la noche en la suntuosa casa presidencial, ciego de rabia y de celos, previa colocación del silenciador a su pistola de grueso calibre, se pegó un tiro en la sien al sentir que su mujer había dejado de amarle, pues ya se le hacían muchas e insoportables las noches en que la Primera Dama se entregaba sin musitar a sus oídos siquiera una tímida, una dulce palabra de amor que le ayudara a apretar un poco el lazo que, dicen, le mantiene a uno atado a la vida.

FINAL PARA UNA CONOCIDA HISTORIA DE AMOR
A Rubén Blades, por supuesto
El trompetista de la vecindad sigue viviendo en un cuarto chiquito, con muy pocos muebles. Pero ahora está viejo, triste, lleno de melancolía y terriblemente solo, pues Ligia Helena, la cándida niña de la sociedad con la que un día se fugó (como lo hacen los personajes de las grandes historias de amor), murió al poco tiempo a causa de una innombrable enfermedad, sin que el afán de su padre por buscarla ni los lamentos de su madre preguntándose en dónde habían fallado hubieran cesado ni un solo instante.
Amargamente se escurren los días en aquel cuartito, mientras él yace postrado en una herrumbrosa y chirriante cama, en un estado de decrepitud tan lamentable que sería iluso de su parte esperar que una sola de sus notas (la más sublime, digamos) logre despertar algún suspiro de amor, ni siquiera en la más ingenua de las niñas que habitan las mansiones lujosas de la sociedad.
Aun así, él es el héroe de esta historia.

SEGUNDO PREMIO: IGNACIO EDUARDO VERBEL VERGARA


DIOS ESTÁ EN LA LUZ.
“Dios está en la luz”, pensó mientras masticaba una dulce porción de guayaba y disfrutaba de las últimas ondulaciones del sol entre los nísperos y tamarindos del patio. Una brisa caribeña olorosa a peces y a melcochas, le besó el rostro. “Dios está en la luz, ¡carajo!”, volvió a pensar y sintió que la pulpa que masticaba se transformaba en líquido feliz que bajaba por su garganta, en busca del caudal del estómago. “Dios está en la luz y horada las tinieblas del mundo”, se dijo, y experimentó un genuino orgullo por haber confeccionado aquella oración que le pareció profunda y poética. Por ello, apenas si sintió el ramalazo en el cerebro y el estallido de átomos en todo el cuerpo. Cuando lo encontraron tirado sobre los hierbajos del patio, un líquido rosado y dulzón resbalaba por la comisura de los labios. Pero tenía el rostro feliz, iluminado.

MURIÓ CIRIACO.
Murió Ciriaco.
No lo informaron los periódicos ni la radio ni la televisión ni la internet. Ni siquiera el pregonero del pueblo que siempre habla de todo, hasta de lo más fútil.
Murió Ciriaco.
Se quedó sin resuello al anochecer sobre su hamaca, vestido con su remendada camisa a cuadros rojizos y su pantalón de oscuro dril. Murió descalzo, pues antes de quedarse quieto se quitó las abarcas empolvadas, arregladas con alambres y viejos trozos de látigo. Murió con la gorra puesta, una gorra que no se quitaba ni para dormir, que usaba desde hacía lustros y de la que ya no se sabía el color original, apelmazada de tierra, sudor y viento.
Murió Ciriaco, el loco más loco del pueblo. El que cantaba en las esquinas canciones de desvarío a cambio de un pan o una moneda. El que le hacía los mandados a los pobres. El que en épocas de sequía conseguía burros y barriles y acarreaba agua desde distantes estanques hasta las casas de quienes le daban un plato de mazamorra o de sopa. El que se dejaba hacer bromas pesadas y rara vez protestaba. El que se enamoraba de las muchachas bonitas y perdía las calles donde ellas vivían pues le avergonzaba mirarlas a los ojos. El que se embelesaba en la placita viendo como los niños jugaban fútbol o beisbol. El mismo que en carnavales se disfrazaba de canario e imitaba con gracia los trinos de esta ave canora. El que lloraba más de tres días sentidamente cuando moría alguien de la comunidad.
Murió Ciriaco.
Hoy por la mañana lo enterramos. A su sepelio solo acudimos seis personas y cuando abrimos el ataúd para verlo por última vez, Ciriaco sonreía, como un pajarito, como un lirio de los caminos.

INVOCACIONES DE AMNÓN TRES DÍAS ANTES DE DESGRACIAR A TAMAR
Hermana, tu mirada seductora me quita el sueño. Sudo desconsolado y me siento miserable por no poder gozar de tus formas maravillosas. No puedo ignorar el jardín florido de tus senos ni el espléndido universo de tu pubis.
¿Cómo sustraerme de tus muslos espléndidos, blancos como la fina loza que llega desde Oriente, duros cual pedernal, festivos como peces? Desde las ventanas de mi aposento miro hacia el jardín y allí estás, sublime entre las gasas que te cubren. Lúbrica y angelical al tiempo. Tus finas manos se deslizan por la corola de un jazmín y yo presiento la suavidad de tu tacto. Ríes ante el vuelo tembloroso de un colibrí que, osado llega frente a ti y liba una rosa pletórica de miel y de rocío. Ríes, y tus labios carnosos y rojos se despliegan. ¿Qué no daría yo por besarlos? ¿Qué no haría? No me importaría quebrantar los dictados de David el Rey, nuestro padre, ni los necios convencionalismos sociales. No importa que después Absalón me victimice. ¿Por qué tengo que amarte fraternalmente? ¿Por qué tengo que privarme de tus caricias amatorias? ¿Por qué no podemos yacer entre las sábanas, fundidos por el deseo, en el más loco festín carnal de que se tenga noticia?
Tamar, estoy enfermo y triste. Si vinieras a verme. Si me cuidaras. Si pudiera tener yo el privilegio de besar tu piel, de hundirme apasionado entre tus muslos. Ven, hermana cruel. No evadas esta pasión que te hará vibrar de complacencia. Ven, deslízate entre el viento y cocina para mí, dame de beber. Quiero todo lo que venga de tus manos, todo lo que hayas mirado.
Ven, Tamar. No ignores mis ruegos. Ven y quítame esta sed de ti, esta ansia de tu visible lujuria, esta agonía que me desangra. Ven, aunque nos maldiga Jehová, aunque después nos acuchille la culpa. Aunque el dolor nos despedace. Ven, aunque te mueras….

TERCER PREMIO: SANTIAGO ENRIQUE JIMÉNEZ TRESPALACIOS

MONÓLOGO DE PENÉLOPE DESPUÉS DE LA MATANZA DE LOS PRETENDIENTES
Ahora que la tragedia está consumada, puedo hablar con la verdad. Ante la memoria de los hombres, yo pasaré —de eso no me cabe la menor duda— como el arquetipo de la mujer fiel y abnegada. Los aedas cantarán, junto con las hazañas del ingenioso Odiseo, las virtudes conyugales de su esposa, la reina de Ítaca. Pero los rapsodas nunca entenderán las motivaciones secretas que anidan en el corazón de una mujer liberada, así fuera a contratiempo, de la tiranía soterrada del páter familias. ¡Si ya Telémaco, mi hijo, nada más entrar en la edad viril y haber convocado por primera vez al ágora, se daba el lujo, en ausencia de su padre, de mandarme a callar y conminarme a ocupar mi sitio, es decir, el telar donde transcurrían mis días monótonos, por muy reina que fuera!
Que se sepa de una vez: No me mantuve intocada durante veinte años para guardar la honra de un hombre soberbio, como todos los protegidos de los dioses. Lo hice para sentirme dueña de mi propio destino, ejerciendo sobre mis pretendientes el más absoluto de los poderes: la esclavitud de la seducción sin la esperanza de la conquista. Pues, decidme, ¿qué mujer no se siente colmada hasta la más recóndita de sus fibras al saberse deseada por más de un centenar de príncipes, prestos a arrojarse de cabeza al más profundo de los precipicios, con la sola recompensa anticipada de yacer una noche con ella? Lo admito: he sentido la embriaguez que depara el oficiar de juez de los demás. Odiseo lo vivió en carne propia, cuando lo interrogué acerca de su identidad. Él, el insuperable fraguador de estratagemas, conoció por primera vez el escozor de la suspicacia. Yo, en cambio, nunca le revelaré mi secreto. Hasta el último de su vida, vivirá convencido de que fue Argos (el fiel y decrépito sabueso, que murió de alegría al ver a su dueño) la única criatura que lo reconoció al instante. Ignora que, tan pronto divisé al fingido mendigo que se dirigía al banquete de los pretendientes, columbré que, detrás de ese zarrapastroso, se ocultaba el destructor de Troya. He ahí mi más preciada conquista: haber doblegado el orgullo de los hombres poderosos. Trofeo más valioso que los despojos sangrientos tras los cuales se desviven los guerreros nobles, con el fin de ganarse un nombre para la posteridad.

PREFIGURACIÓN DEL NUEVO GÉNESIS
Todos sabemos que el Padre Eterno creó de la Nada este valle de lágrimas en seis días de Su tiempo y descansó (así consta en las Escrituras) en el séptimo. Pero no está al alcance de nuestro entendimiento ni siquiera intuir cuándo será el final del séptimo día. Pues, ¿qué facultad puede asistirnos a nosotros, insignificantes marionetas de la Creación (el dictamen es de Homero, o, más exactamente, de Zeus) para adentrarnos en los designios de la Providencia?
Sólo nos queda el recurso de la imaginación figurativa para tratar de vislumbrar el nuevo Génesis.
En el final de los tiempos, el Padre Eterno, ya reposado (pero, ¿no será tabú insinuar esta idea?), abarcará con Su mirada ubicua que escruta en una milésima de segundo todas las cosas al derecho y al revés, y se detendrá por un instante —un instante cósmico, recuerden, que equivale a siglos de avatares humanos— en Su última Hechura, esa criatura impredecible, capaz de todos los extremos, en su afán de asemejarse a Él. Acaso entonces (pero es sólo una conjetura herética), en Su rostro resplandeciente tal vez se dibuje una sonrisa de satisfacción, mientras se acaricia Su longuísima barba blanca (es la imagen que nos ha transmitido la iconografía sagrada), antes de tomar Su decisión inapelable. En el entretanto, y de manera casi imperceptible, el Padre Eterno moverá la tercera falange de Su dedo meñique, y los elementos se desordenarán y el cosmos se desintegrará en la Nada, que estará dispuesta nuevamente para dar a luz un nuevo Génesis, al conjuro del Verbo.

SANGRE EN EL PAVIMENTO
La muerte fue más veloz que sus piernas. En el último instante, cuando lo único que importaba era devorar espacios a la velocidad del miedo, él perdió la partida. Una bala sedienta de sangre inocente lo escogió entre la multitud de manifestantes despavoridos que huíamos en desbandada, y le robó la vida por la espalda, dejándolo tendido sobre el duro cemento. Con él cayeron sus sueños adolescentes, las hojas sueltas con sus poemas iniciales, y sus cuadernos huérfanos.
Al otro día lo buscamos en los periódicos, porque intuíamos que era la única parte en que podríamos abrigar la ilusión de verlo vivo. Ahí estaba él, en primera página, sin los estragos irremediables del plomo en su cuerpo de atleta, con sus cabellos ensortijados y su piel morena diluida en una fotografía de carnet, y esa mirada ausente de soñador insomne. Sólo después de mirarlo muchas veces, hasta hacernos a la idea definitiva de que ya no estaría más entre nosotros, nos dimos cuenta de la verdad desfigurada: “Muerto un estudiante”, decía, en letras grandes, el titular. Y el antetítulo en cursiva: “Al intentar desarmar a un policía”.
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Convocatoria julio 2010 en minificciones.com.ar


Como todos los meses ya está subida la imagen que sirve de disparador para la convocatoria de julio de Minificciones.com.ar

Este mes contaremos con la invaluable colaboración como jurado de nuestro amigo Agustín Monsreal, escritor y periodista mexicano que tendrá a su cargo la selección final de los textos. Aquí la imagen:



Siguiendo esta ruta podrán subir sus participaciones.

También podrán encontrar los textos ganadores del concurso de mayo que fueron seleccionados por el escritor argentino Fabian Vique. Ya están subidos en nuestro Laboratorio de Brevedades.

Nuevamente van nuestras felicitaciones a Gabriel Bevilaqua, Elisa de Armas y Esteban Dublín por los textos compartidos, como siempre de un excelente nivel.

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Tres textos breves de Wilfredo Machado


LA INVENCIÓN DEL FUEGO 
En el sueño la mujer entró en el vagón y vino a sentarse justo a su lado. A esa hora la estación del metro estaba casi vacía. Los trenes viajaban  a gran velocidad. No daba ni siquiera tiempo de leer los carteles que desaparecían como manchas brillantes sobre el muro y que quedaban atrás sumidos en la oscuridad de los túneles. Recordó que la mujer olía al humo de mil bares y al deseo de tantas preguntas sin respuesta que se habían quedado flotando en el aire turbio del salón bajo la música de la orquesta. Corazón de sombra. Pensó que era un buen título para un bolero.
—¿Qué estación es ésta? —, preguntó con cierta urgencia, como si de ello dependiera su vida.
—No sé—, respondió. Es difícil reconocer las estaciones a esta hora.
—¿Para dónde vas?—
 —Dos caminos—
—¡Ah, eres de los indecisos!—, dijo con cierta ironía.
Fue en ese preciso momento que sacó un cigarrillo del bolso y le pidió fuego.
—Yo no fumo—, respondió cortésmente.
     Entonces, acercándose, le susurró casi al oído ¿por qué ese gran incendio sobre tu cama?
     Cuando despertó, el apartamento ardía en llamas. Apenas tuvo tiempo de huir escaleras abajo para salvar la vida. Por instrucciones del Cuerpo de Bomberos todos los inquilinos debieron abandonar el edificio  esa misma noche. Su corazón, su vida, sus huesos olían a humo. Se sentó en la acera a observar como las llamas iban desapareciendo entre los escombros. No había nada que hacer. Cuando más tarde tomó el metro —casi al amanecer, entre obreros de la construcción y estudiantes somnolientos—, la mujer todavía estaba allí, en el mismo vagón, aguardándolo. El cigarrillo apagado colgando entre los labios.  

AVISOS CLASIFICADOS
 Hombre feo y deforme, mayor de edad, serio, no fumador, amante de las buenas costumbres y con las mejores intenciones, está a la búsqueda de mujer fea y deforme, mayor de edad, bien educada y de buenas maneras, amante de la ópera y con mucha paciencia, que no le importe engendrar un monstruo para el Circo Internacional de los Hermanos Arbus. Se garantiza buena remuneración y royalties por cada monstruo engendrado en cautiverio. Las candidatas deberán remitir fotografía reciente y constancia de buena salud antes de la entrevista. Se ruega abstenerse a misses y reinas de belleza.
 LA SOLEDAD DE LOS NÁUFRAGOS
  Lo cierto es que me comería a esta sirena viva, sino tuviera tantas escamas. Pero…entonces ¿quién me cantaría por las noches?



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