Texto ganador del evento Nerdades Ficticianas del mes de Marzo





En el taller de minicuento de Ficticia hemos iniciado eventos de análisis y critica de la minificción. En ella se reciben comentarios sobre la lecura de artículos publicados y que nos consoliden los conocimientos teóricos del tema.



El evento mensual de Marzo recibió mas de una decena de aportes donde se analizan y dan puntos de vista sobre el artículo "Para analizar la Minificción" del maestro Lauro Zavala.



El título del evento de marzo fue: NERDAD FICTICIANA II: ¿DE VERDAD ESCRIBIMOS MINIFICCIONES?



Una vez que enviamos los textos que el propio Lauro denominó "ensayos ultracortos" recibimos el presente veredicto.



Sobre los textos de marzo.

Al leer estos textos se puede observar que los ficticianos han leído y escrito y pensado sobre su escritura. Estamos ya muy lejos de los primeros concursos de Ficticia, cuando la visión sobre lo breve era muy inocente. La lectura de estas contribuciones a la discusión ha sido una experiencia muy gratificante. Y como cada uno de estos textos tiene una lógica propia, elegir un texto entre todos sólo puede hacerse con un alto grado de arbitrariedad. Pero entiendo que ésa es la lógica de todo concurso. Entonces propongo seleccionar el texto que me pareció uno de los más irónicos y lúdicos de este grupo (el texto de José M. Nuévalos), donde se alude al cine para hablar de literatura. En este texto, como en todos los demás, no se pretende llegar a una definición definitiva, sino ensayar algunas ideas. Aquí yo propongo abrir una sección permanente de Ficticia para continuar estimulando la escritura de este género (el ensayo ultracorto). Y como en todo proceso creativo, en estos trabajos no se pretende tener la razón, sino tan sólo ser razonable.



Saludos cordiales



Dr. Lauro Zavala.






He Aquí el texto ganador.



Nerdad Ficticiana II ¿De verdad escribimos minificciones?


Jean-Luc Godard, uno de los cineastas más influyentes del siglo XX, dijo una vez: “Todo lo que necesitas para hacer una película es una pistola y una chica”. Más tarde, preguntado por otro colega director si admitía al menos que un filme debía contar con comienzo, nudo y desenlace, Godard respondió: “Sí, pero no necesariamente en ese orden”.


Nosotros, faranduleros charlatanes de un circo de tres pistas, a la hora de poner en pie una minificción, muchas veces ni siquiera podremos contar ni con la chica, ni con la pistola. Sin embargo, como se suele decir: a la fuerza ahorcan, y haciendo de la necesidad virtud, o tal vez porque, al parecer, la necesidad crea el órgano, deberemos ser tan astutos como zorros y barajar los elementos de forma tal que sea el lector, cuando se introduzca en nuestras historias, quien ande removiendo por sus armarios y alacenas, en sus cómodas y cajones, o donde quiera que acechen sus rubias o suspiren sus piezas de artillería. Y de ahí, a todos los universos pretéritos o futuros que a nosotros se nos antoje convocar para nuestros caprichos de creadores.


También pienso, como Godard, que en una minificción no necesitamos para nada contar con exposición, desarrollo y final, pero estoy seguro (y quiero creer que Godard también lo pensaba así), que para que nuestras historias funcionen, el lector (al que ya tenemos trabajando en tareas de Producción), deberá quedar, al terminar de leerla, con la ilusión de que le hemos dado todas esas estructuras en la trama. Por lo menos, esa sensación es la que me queda a mí cuando pienso en la celebérrima brevería jurásica de Monterroso. Y es que en ningún género literario como en este, existe mayor complicidad entre lo que yo diga y lo que el lector pueda asumir de lo que digo. Y en ningún género como en este, se hace más real “la teoría del iceberg de Hemingway”, que viene a formularse, más o menos, como que un texto literario ha de ser como un iceberg y no dejar asomar más de un tercio de su cuerpo, pues los dos tercios restantes han de contar con la imaginación del lector para manifestarse. Dicho de otro modo: lo que asoma, además de mostrarse eficientemente -y por eso mismo-, debe sugerir lo que hay debajo. Por todo eso es por lo que creo que lo nuestro tiene un mucho de titiritero.


Otros tal vez prefieran hablar de Magia o Ilusionismo, da igual, también los habrá que pensarán que algunas veces escucharon voces de Musas. No sé, yo me conformaría con que las Musas les susurren a los lectores, que son, en definitiva, quienes terminan de construir aquel proyecto que alguna vez se me ocurrió presentar en forma de minificción.


Resumiendo y en respuesta a la pregunta ¿De verdad escribimos minificciones?: No lo sé, a veces pienso que sí, si es que acaso la minificción que escribo logra generar en quien la pueda leer el efecto que pretendí al escribirla. Otras veces creo que quien en realidad termina de escribir mi minificción, es el lector. En ocasiones se parecerá mucho a la que yo comencé, otras veces creo que ni su propio padre (que se supone que soy yo) la reconocería.


JOSÉ M. NUÉVALOS

2 comentarios:

Anónimo | 19 de abril de 2010, 10:15

Felicidades, José. Buen y ameno miniensayo.
Ferjaad

ángel | 5 de mayo de 2010, 19:15

José, felicidades por este miniensayo, es grato.
saludos.

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