Fedosy Santaella: Como si el loco fuera yo

Hoy en la mañana, una voz amable y correcta se me acercó bajo la lluvia.

­Hola, buenos días. Caballero, por favor, me presta su paraguas un momento, ya se lo devuelvo.

El hombre que hablaba venía con un periódico sobre la cabeza. Tendría unos cincuenta años, usaba bigotes gruesos y lentes, y también portaba una buena porción de canas. Tenía aspecto de persona seria. Pero por lo que acababa de decir, parecía no serlo. También cabía la posibilidad de que fuese un loco, de los tantos que sobran en la ciudad. Me quedé con esta última idea, y le respondí: ­Espérame ahí mismo que ya vengo.

Orgulloso de mi sagaz respuesta seguí mi camino. Por lo general, ante este tipo de cosas, no encuentro qué decir o digo cualquier cosa y hago el ridículo. Pero esta vez yo iba con la frente en alto, y sentí que caminaba como caminaría Batman luego de propinarle una buena paliza a cinco villanos.

Media hora más tarde había terminado mi diligencia. Aún llovía afuera. Con el paraguas desplegado, me regresé a la calle donde había estacionado. Era la misma calle donde el loco me había abordado. Y donde aún seguía, bajo la lluvia, muy mojado y con el periódico hecho papilla sobre su cabeza. Se hallaba en el sitio exacto donde le había dicho que esperara. Entre molesto, apenado y asustado, apresuré la caminata y me mantuve a distancia. Aun así el hombre me reconoció.

­¡Ya está de vuelta! ¡Muchas gracias! ­me dijo con el gesto iluminado de beatífico agradecimiento­. ¿Ahora sí me presta el paraguas? De verdad, ya se lo devuelvo.

No le respondí, eché a correr hasta el carro, recogí el paraguas y me monté. Retrocedí, maniobré y pasé junto al hombre.

Él me miraba asombrado, confundido, como si no pudiera creer lo que estaba pasando, como si el loco fuera yo. 



Tomado de Tal Cual. 5/12/2010. p. 13

1 comentarios:

Unknown | 7 de diciembre de 2010, 22:21

Sensacional. Me gusta mucho el orgullo de la frase final, pues nos canta al lector que no se dejó golear.
A mí me tocó vivir una situación similar en México donde viví el siguiente intercambio de palabras en el cual un extraño en la calle inicia con:
---Señor,¿Me permite un momento?---
---¡NO!
---Pero es que ni sabe lo que voy a decirle.---
---Ni quiero saberlo.---
Y seguí firme mi paso dejando claro que podía buscar a otro primo a quien estafar.

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