Iguanas y Rulfo. Adolfo Castañón

A LA ORILLA DEL MAR DE LAS IGUANAS
Durante la primera mitad de su vida, la hembra del coelurosario —iguana gigante de cola hueca— se reproduce furiosamente y llega a tener hasta veinte veces camadas de crías que a su vez, al llegar, a la madurez, se entrega a la reproducción con igual furia que sus progenitores, cuando ya no pueden reproducirse, ni tienen que velar por la sobrevivencia de sus crías, pasan las horas y los días emitiendo un monótono canto de celebración de sus descendientes y de los descendientes de sus descendientes... En ciertas fechas del año, las viejas iguanas de cola hueca se reúnen para entonar una especie de canto colectivo que suena a lo lejos como el ruido de una tempestad marina. 

EL EVANGELIO DE JUAN RULFO SEGÚN JULIO ORTEGA
Un día llegué de noche a un pueblo. En el centro había un árbol. Cuando me encontré en medio de la plaza, me dí cuenta de que aquel pueblo, en apariencia fantasma, en realidad estaba habitado. Me rodearon y se fueron acercando hasta que me amarraron a un árbol y se fueron. Pasé toda la noche ahí. Aunque estaba algo perplejo, no estaba asustado pues ni siquiera tenía ánimo para ello. Amaneció y poco a poco aparecieron los mismos que me habían amarrado. Me soltaron y me dijeron: "Te amarramos porque cuando llegaste vimos que se te había perdido el alma, que tu alma te andaba buscando, y te amarramos para que te encontrara."

1 comentarios:

intton | 24 de abril de 2011, 3:25

genial

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