Sospecha de eco. Eduardo Gotthelf
En el capítulo “Préstamos”, Umberto Eco, al igual que su personaje fray Guillermo de Baskerville, llega a la verdad con pocos datos y un filoso razonamiento.
Sólo tres indicios respaldan su conclusión al comparar los siguientes textos:
“Cuando K. llegó, ya era tarde”, seis palabras de El Castillo, de Kafka.
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, siete palabras de El Dinosaurio, de Monterrosso.
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, siete palabras de El Dinosaurio, de Monterrosso.
El análisis de Eco nos revela que el verbo “llegar”, en este caso a la vigilia o al conocimiento, equivale al verbo “despertar”. Por otra parte, informar sólo la inicial del nombre del personaje equivale a presentar un protagonista anónimo. Finalmente, la imagen de un castillo de fantasía puede ser fácilmente asociada al dragón (o dinosaurio) que custodia la entrada.
No cabe ninguna duda, dice el semiólogo, se trata de un plagio.
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