Tipología de los clavos. Arnaldo Jiménez

CLAVOS DE NACIMIENTO: pertenecen a una sola superficie, generalmente el sitio donde nacieron. Allí se quedan y mueren sujetando un lugar, hundiéndose con el martilleo del tiempo. Danzan, se visten, inventan sombreros y longitudes.
CLAVOS DE VIENTO: usados originalmente por los espíritus del mar. Viejos desleídos en musgos y algas, brillantes de sal solidificada en la piel. En Alemania solían salir en horas del mediodía a reparar molinos de viento. Los pobladores escuchaban el sonido seco de los golpes en los maderos rotos por el paso del agua. Dicen que usaban para ello el puño cerrado.
CLAVOS DE SOL: miden aproximadamente cien millas de longitud, puntiagudos en ambos extremos. Se narra en el génesis de los Gablagos, antiguos moradores de la Atalaya Escarpada, que en el principio el dios Silvaneg creó una bola gigantesca y flameante, al ver que no podía permanecer con ella cargándola eternamente a la altura del pecho, pues las sombras del cielo podían apagar momentáneamente la bola y su rostro podía ser visto por los humanos( y en ese instante dejaría de ser un dios) extrajo de las montañas sagradas los clavos llamados los Ipashnatus, los lavó en el mar y aprensó a la bola con cinco clavos. Si esta gran pelota se cayera los Ispahnatus declinarían como trampolines y la bola se deslizaría hacia el mar, evitando una catástrofe.
CLAVIJOS SOLANTES: es una segunda especie de clavos de sol, pero estos se desprenden como gotas de luz por cada uno de los orificios hechos por los Ipashnatus. Diminutos e imperceptibles caen por millares a la tierra, atraviesan todo tipo de cuerpo y en ellos se hunden.
CLAVOS DE ARMARIOS: suelen tener dos pulgadas de longitud como máximo. Son quemados o bañados en carbón en plena licuefacción de sus elementos. Pueden ser encontrados en cualquier ferretería. Fuera de los armarios se transforman en duendecillos que juegan en las ropas y se comen los pespuntes de fimbrias y ruedos, ojales y bolsillos internos. Una vez que forman parte de los armarios olvidan su naturaleza insustancial y cualquier martillo de casa los puede doblar e incluso desaparecer.
CLAVOS DE RÍOS: conocidos con el nombre de los Siloguas, estos clavos transparentes suelen cantar en las cumbres de las montañas. Durante los siglos II y III a.c. existía la creencia Celta que le atribuía a los Siloguas la propiedad de traer con ellos los amarres de agua y nacer desde la tierra como una especie de hongo.
RAMESIS INAUTAS: especies de tornillos que sujetan los dientes móviles del tridente de Poseidón.
NORGUS FLOTANTIS: clavos herculianos. Hércules los creaba en hornos subterráneos. Al fraguarlos en hormas diamantinas, los dejaba reposar y luego los lanzaba en grupos de doscientos a la lejanía del mar.
LAMIRK-C TO- KS: autorreparadores y autosustituibles. Estas tachuelas, por demás irrompibles, pueden soportar tormentas y relámpagos que le den directamente en la parte superior. Inventados por Thor, el dios del rayo, en los siglos VI y VII a.c.
CARRETOS CABEZA PLANA: poseen una doble naturaleza, son invisibles durante el día. Los lunes cobran forma redonda y punzante, la cabeza asemeja a un sombrero de paja. Emergen en las carretas de los aparecidos en los llanos venezolanos y colombianos.
FALO INEXORABLE: clavo usado en las bacanales griegas y posteriormente en las romanas, se utilizaban para sujetar los papiros en las paredes, en estos “papeles” escribiría el bufón el nombre de los elegidos para el sacrificio.
TROSKER 261: llamados así en tributo a Nobertino Trosker, cuya vivienda sobrevivió a fuertes vientos que azotaron a Florencia en la primera mitad del siglo XII. Su modesta vivienda estaba construida a base de madera y una amalgama creada con barro y monte, que luego se importaría a los países colonizados. Los extraños clavos los fraguaba el mismo Nobertino y tenían la peculiaridad de estar doblados desde la mitad pudiendo unir hasta cuatro tablas de diez pulgadas de espesor. Trosker utilizó 261 clavos para sostener su casa.
BALLESTAS OMNÍMODAS: clavos que miden desde tres hasta sesenta metros de longitud por dos o diez de ancho. Mimetizan el color de la madera, esta capacidad fue probada históricamente cuando los helénicos construyeron el Caballo de Troya.
RUPTURA TEÍSTA: clavos especialmente utilizados para atravesar dioses, la crucifixión es uno de los usos más populares. Luego de probar la sangre divina estos clavos desaparecen hasta la llegada de otro Mesías.
NOEVÍAS: clavo de múltiples lomas al estilo de continuas olas disecadas o estáticas. Se deben colocar siempre en parejas. Cabezas de dos metros de ancho, ninguno de los clavos sirven en embarcaciones pequeñas, se desajustan y salen. Son especiales para grandes barcos anti-diluvianos.
GRAVEDAD DE ACEITE: clavos mitad agua, mitad oro. Inventados por antiguos herreros japoneses para proteger las provisiones de aceite de las bodegas. En el antiguo Japón muchas poblaciones quedaban sin luz debido al robo de los aceites por parte de los Abunakago. En un principio los Abunakago fueron seres humanos sobre quienes cayeron las continuas maldiciones de los pueblos que dejaban apagados. El oro de los clavos queda por dentro de los cajones, pero seducen la mirada de los Abunakago, también llamados niños del aceite, ya que las maldiciones los dejaron sin crecer para que siempre permanecieran haciendo sus travesuras. Al no poder agarrar el agua, dado que se repelen mutuamente, los niños del aceite lloraban desconsoladamente y las lágrimas eran recogidas en pequeños recipientes. Estos recipientes se enterraban en los jardines y a los tres años se convertían en carbón, a los seis en diamantes.
CLAVOS ENCANTADOS: clavos usados para unir las diferentes piezas de la armadura de Don Quijote. Se supo recientemente que Sancho Panza fue herrero y zapatero antes de ser el compañero de aventuras del triste caballero. Se pueden convertir en máscaras, frutos, cortezas, una gran cuerda, espadas, rayos de amanecer, bálsamo de despedida.
LOS DAGDONIOS: clavos de menos de un milímetro de largo, diseminados en el fondo del Caldero de Dagda, jefe de los dioses en la mitología Celta. De la fuerza que poseen estas minúsculas tachuelas  mágicas emana el poder de la alimentación perpetua. Sin ellos el Caldero de Dagda no tendría ningún poder en las batallas. Son tan pequeños que no forman relieve alguno en la profundidad inconclusa del Caldero. Se dice que de llegar a salirse uno solo de ellos, toda Irlanda se iría consumiendo lentamente por sus orificios crepusculares y al final quedarían todos los guerreros posibles vencidos por el hambre.
CLAVOS DE ROMPIENTES NEGATIVAS: se le atribuyen a las emanaciones de silencio del dios Cronos. Afluyen en una gran corriente inversa y atraviesan todos los nacimientos colgando a los seres en las telas de la ilusión. Incluso, Dios mismo, al pronunciar su nombre creó su existencia, por tanto, su eternidad es de menor grado comparada con la de Cronos, una eternidad dependiente de otra.
FLECHAS VERITAS: clavos con la misma forma de las flechas. Se desencajan de cada verdad encontrada e inmediatamente se encajan en el vacío de la verdad anterior. De esta manera las Flechas veritas bordan los vacíos de las verdades creando así el olvido.
CLAVOS INAUDITOS: la puerta del infierno es una roca de mármol abierta por su centro en forma de doble T. Esta letra está recubierta con graminol, sustancia nacida de la mezcla de cien millones de diamantes y quince mil sombreros mágicos. La parte superior e inferior de la letra está sujeta al mármol por dos clavos inauditos. Los clavos son vertidos dentro de las letras cuando aún poseen su naturaleza líquida, luego, al solidificarse, se comprimen latitudinalmente y se estiran en forma de clavo continuo con trescientas mil puntas de plata.
CLAVOS DE ESCAPARATES TRISTES: flotan dentro de los escaparates que a su vez aparecen en el medio de los llanos, en plenas penumbras quejumbrosas. Allí se visten los espíritus y las ánimas femeninas que no han llegado aún a obtener el permiso de asustar diariamente. Salen a espantar a los seres humanos que no son temerosos de la noche. Luego entran al escaparate y desaparecen.

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