LA PASIÓN: SEGUN FICTICIA


Iniciamos nuestra participación dando a conocer los antecedentes y motivos de la creación (en entregas posteriores se tratarán los modos y logros) del taller, a la comunidad de Ficción Mínima..

LA PASIÓN: SEGÚN FICTICIA



(fragmento de un artículo inédito) por Alfonso Pedraza Pérez


EN EL PRINCIPIO…

El Taller de minicuento de http://www.ficticia.com/, nace por satisfacer, contagiar y divulgar la pasión[i] por el texto breve, la recreación de lo real o de lo fantástico, y la belleza de la palabra.
Los ficticianos (nuestra nacionalidad virtual) hemos actuado en reacción, como lo hacen las ONG: a iniciativa propia, con la complacencia de los propietarios de la página, la ayuda de muchos estudiosos y escritores del género e inspirado en el concurso permanente de cuento brevísimo que Edmundo Valadés mantuvo en “El Cuento. Revista de la imaginación
La importancia que se le daba al minicuento, en esa publicación hoy tan memorable, fue tal que, precisamente en ésta, fue bautizado. Afirma Valadés: “el cuento breve o brevísimo no ha merecido ni recuento, ni historia, ni teoría, ni nombre específico universal, […] salvo los que desde la revista El cuento le dimos de minicuento o minificción, y que han ido generalizándose”[ii]. En sus páginas, a más de disfrutar la lectura de verdaderas antologías en las que consistía cada número y examinar sus editoriales; se regocijaba uno con el correo del lector, en él, Edmundo nos transmitía perlas de sabiduría en forma de consejos prácticos y bienintencionados. Era una guía lejana, escasa, sin embargo valiosa para los que habíamos caído en el encanto de decir mucho con pocas palabras, de decir todo con apenas insinuaciones, de expresar las cosas con precisión y belleza. Si bien, con relativa frecuencia, su mensaje era directo para decir que el texto analizado ¡no era un minicuento! En ese momento surgía la excitación de descubrir entre sus líneas el quid del asunto. ¿Cómo es posible que un aviso de ocasión en un diario, una misiva personal, un cuasi chiste, eran un minitexto literario y otros no? ¿Por que con pocas palabras, en escuetas palabras, muy a menudo carentes de elocuencia o de la retórica acostumbrada, se podía fascinar al lector?
El misterio se develaba a cuentagotas. La publicación de cada número de la revista significaban meses enteros de espera. Para poder relacionar una crítica y conocer el texto que analizaba debíamos esperar en números subsecuentes su aparición. O revisar números anteriores para recordar y dar el aval personal a un texto con un veredicto de “ganador”.
A inicios del presente milenio, conocí el mundo de la red virtual mundial a través de sus buscadores. Al hacer intentos con las palabras cuento y minicuento aparecieron como por magia cientos de páginas relacionadas al tema y con Ficticia y su foro de acceso abierto “Puerto Libre”. Como ciudad costera y cosmopolita, recibía visitas de personas que contactaban de diversos países de América y Europa. Amparado en el anonimato que ofrece el Internet, empecé a insertar algunos minitextos; y vi con asombro que recibían comentarios casi instantáneos. Recordando el espíritu de mi querida revista, un día contacté con el “Dios”[iii] de Ficticia, Marcial Fernández, le escribí de mis deseos de estimular la escritura y el conocimiento sobre la minificción, y como todo ser divino y complaciente[iv] (también un consumado minificcionista), no sólo permitió crear un club con el pretencioso nombre de Taller de Minicuento; sino que gracias a su poder infinito concibió un lugar especial en el portal al que llamó “Marina. Espacio dedicado a las minificciones de los navegantes. Taller participativo[v].
Con respecto de la instauración de la Marina[vi], la Dra. Laura Pollastri afirma: “Llamativamente, la creación del lugar exclusivo para la minificción responde a una interacción entre el público y los creadores de la página: el lector interactivo se abastece de un espacio específico para algo que advierte como singular en el vasto campo de la narrativa breve, y como necesario en el universo literario de la red. […] Nacida fuera de las pantallas de PC, la minificción se articula e interacciona en ella como un lugar natural del universo informático.”[vii]


[i]VIDAL, Nélida (filóloga y tallerista ficticiana) “Hablar de las pasiones es, ciertamente, algo muy complicado. Primero porque son pasiones, luego porque son propias y, por ello, desearíamos que hechizaran al resto del mundo tanto como nos hechizan a nosotros”. Correspondencia privada con la autora. e-mail recibido en junio de 2003.
[ii] VALADES, Edmundo. Ronda por el cuento brevísimo. EL CUENTO, Revista de Imaginación. No. 119-120 Julio-Diciembre 1991. Resaltado del autor.
[iii]“El régimen literario, filosófico y místico de Ficticia es teocrático, pues la fundación e historiografía de la ciudad depende de un sólo dios, el que todo lo lee...”. Constitución de www.ficticia.com.
[iv] “Ficticia, asimismo, por tratarse de una teocracia y por ser su dios "un buen dios" (las connotaciones éticas de la frase se podrán discutir después), no como todos aquellos que han pululado a lo largo de los siglos, no tiene por principio ningún afán de lucro, ideología totalizadora o censura en términos morales”. Constitución de www.ficticia.com
[v] http://www.ficticia.com/indicemarina.html .
[vi]VIDAL, Nélida “La Marina (de Ficticia) es… ¿Qué es La Marina? Una factoría de cuentos minúsculos, un taller de reparaciones de los susodichos minicuentos, un reto para quienes escriben en ella, otro aún mayor para los operarios que leen y ajustan letras ajenas. También es un concurso y, sobre todo, una pasión. Nuestra pasión”. ib.
[vii] POLLASTRI, Laura. DEL PAPEL A LA RED: LUGARES DE LEGITIMACIÓN DE LA MINIFICCIÓN. Artículo proporcionado por la autora. E mail. Febrero 2004.

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