Ficticianos en Ficción Mínima






José Manuel Dorrego Sáenz

Yo nací en Madrid, que es donde acostumbramos nacer los madrileños. Desde mi más tierna infancia mis aspiraciones se manifestaron ciertamente anómalas: primero quise ser trapecista ciego y mas tarde mis obsesiones se centraron en la taxidermia. Por fin, un día cayo en mis manos un librito de Quevedo y entonces decidí que quería ser escritor. Yo pensaba que para ser escritor bastaba con llevar sombrero y jerséis de cuello alto, no tener horario de oficina, beber bourbon o cerveza, llevar barba de tres días y acudir a tertulias donde se cite mucho a Descartes o a Tom Wolf. Luego me enteré de que además de todo eso, es conveniente escribir algo, y en eso ando. Mientras escribo mi gran obra (una novela póstuma) me dedico a escribir pequeños relatos y minificciones, una actividad de lo más saludable que además tiene el tamaño ideal: las piensas en lo que te bebes un bourbon y las escribes en lo que te tomas una cerveza ¿no es maravilloso?

Hábitos
Ayer decidí dejar de fumar. Hoy he decidido dejar a mi mujer: Acostumbrado a observarla tras el humo, acabo de comprobar que no es lo que parecía. Supongo que todo su encanto estaba en su silueta distorsionada tras la humareda de mi pipa Doctor Plumb. Probablemente no encuentre a otra mujer como Daniela, pero mucho me temo que su presencia resulta demasiado vulgar bajo la perspectiva de los malditos chicles con nicotina.

Mar de fondo
Me compre una fabulosa casita con vistas al mar. Luego, entre mi casa y el mar, construyeron otra magnífica casa con vistas al mismo mar. Ya no veía los barquitos en el horizonte, pero podía escuchar el romper de las olas sobre las rocas. Después, entre las dos casas y el mar, levantaron otro edificio con vistas a nuestro mar. Entonces dejé de oír el rumor de las olas, pero aún me llegaban jirones de la inconfundible brisa marina, esa brisa que trae retazos de caracolas, algas, aletas de sirenas…
Ahora, entre mi casa y el mar, hay toda una ciudad. Ya no llegan hasta mi ni brisas, ni peces ni olas, pero dicen, los que viven más cerca de la orilla, que el mar aún sigue allí.

Obsesiones
El arqueólogo falleció súbitamente de un infarto al corazón mientras rebuscaba —manifiestamente obcecado— entre sus propias heces en busca de algún vestigio del Imperio Romano.

El mitin
Cuando el político exclamó “Gobernaré para todo el pueblo”, por un instante se le cayó la cara de vergüenza. Fue su fiel ayudante, siempre presto, quien se agachó a recogerla y se la entregó a su jefe, quien con rapidez se la recolocó sobre el rostro, ajustó la amable sonrisa, que se había descompuesto tras la caída, carraspeó un par de veces, se atusó el cabello, se aflojó la corbata y continuó la arenga para alborozo del populacho, que no cesaba de aclamar: ¡Presidente, presidente!

Metodología
Tras dos intentos frustrados de suicidio, optó por pegarse un tiro para no caer por tercera vez en la tentación

Desencuentro
Decidió conocerse más a sí mismo: últimamente, ni se saluda.

Perspectivas del héroe
Cuando al fin divisó la blanca arena y los enormes edificios de Palm Beach, el náufrago aceleró sus brazadas con la firme intención de llegar cuanto antes a la playa y rescatar a los desangelados bañistas

Pequeños detalles
De pié sobre el escenario, el conejo sacó un mago de su chistera. Técnicamente el truco resultó perfecto, pero el público le dedicó un sonorísimo abucheo ¡Todo mundo sabe que los conejos no usan chistera!

12 comentarios:

Anónimo | 26 de marzo de 2009, 8:08

Hola José, muy buenos tus textos, me gustaría invitarte a participar en la revista Como un ángel sentado en manos de un barbero.
comounangelsentado@gmail.com

Anónimo | 26 de marzo de 2009, 8:14

Hola José, muy buenos tus textos, me gustaría invitarte a participar en la revista Como un ángel sentado en manos de un barbero.
comounangelsentado@gmail.com

Anónimo | 26 de marzo de 2009, 9:39
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo | 26 de marzo de 2009, 9:46

Hola José, muy buenos tus textos, me gustaría invitarte a participar en la revista Como un ángel sentado en manos de un barbero.

Urko Ugarte | 26 de marzo de 2009, 9:49

Hola José, muy buenos tus textos, me gustaría invitarte a participar en la revista Como un ángel sentado en manos de un barbero.
comounangelsentado@gmail.com

Esteban Dublín | 26 de marzo de 2009, 9:59

José Manuel, he leído algunos de tus microrrelatos y me han gustado.

Un saludo desde Colombia.

Alejandro Ramírez Giraldo | 26 de marzo de 2009, 11:58

Hola, José Manuel.

Muy bueno todo, desde la biografía hasta el último cuento. Un gusto descubrirlos.

Felicidades,

http://cuentominicuento.blogspot.com/

Alejandro Ramírez Giraldo | 26 de marzo de 2009, 11:58
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Librería de Mujeres Canarias | 2 de abril de 2009, 6:52

Me han encantado. ¿Por qué hay escritores de tanta calidad que desconozco totalmente? Por incultura, evidentemente. Encantada de leerte. Espero ansiosa tu novela póstuma.

Scripta manent | 2 de abril de 2009, 7:18

Muy buenos e interesantes microrrelatos. Enhorabuena, José Manuel.

http://www.hiperbreve.blogspot.com

César Socorro | 3 de abril de 2009, 10:09

Me han fascinado. Sobre todo me gusto "Desencuentro", una microficción condensada.

http://elblogdeismed.blogspot.com/

Anónimo | 7 de abril de 2009, 6:34

Gracias por sus comentarios, y visitaré las páginas que me recomiendan: jamás rechazo una invitación.
Salud/os

JM Dorrego

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