Fedosy Santaella en Ficción Mínima en papel
Sábado 21 de Julio de 2012
Literales de TalCual, p. 22
LO DE SIEMPRE
--Te advertí que te amaría hasta la locura dijo A sonriente.
--Sí, hasta mi locura --respondió B y se lanzó por la ventana.
BREVE
Él dijo tan bien.
Ella dijo tan poco.
DOBLEZ
Era un hombre con una vida oculta, de allí que le fuese tan difícil hallarse a sí mismo.
EL NOMBRE
Aquella mañana, al entrar en la oficina, Vicentico fue recibido con un saludo extraño de parte del primer colega que se encontró.
--Buenos días, Raúl --le dijo el individuo.
Vicentico dejó pasar lo que consideró un descuido y siguió a su puesto de trabajo. Poco después, otro compañero también lo llamó Raúl. Y así, en menos de media hora, todo el mundo lo había llamado por ese nombre.
Vicentico pensó que sus colegas habían tramado una componenda con el fin de pasar un buen rato a costa suya, y se quedó tranquilo, con la esperanza que su indiferencia bajara la intensidad de la chanza.
Pero ya al final del día, al notar que le seguían diciendo Raúl, decidió darle un parado al asunto.
--Muchachos, ya está bueno ya --dijo poniendo cara de hombre serio.
--¿Bueno de qué, Rául? --preguntó alguno.
--Ya está bueno de llamarme Raúl -replicó él.
--¿Y bueno Raúl, cómo quieres que te llamemos? --quiso saber otro.
--Como me llamo, Vicente.
--Okey, está bien, Raúl --dijeron todos y, al verlo tan alterado, fueron alejándose.
Vicentico, harto del asunto, se largó para su casa.
Al llegar, su mujer le dio un beso y le dijo: --Llegaste temprano, mi Raulito.
¡Ah carajo, pero es que su mujer también! Si no fuera porque en su trabajo todo el mundo lo había llamado por el mismo nombre, hubiera pensado que su señora...
¡No, no podía ser! ¡Mucho menos tratándose de ese nombre! Vicentico se encerró en el baño. Sentando sobre la tapa de la poceta, abrió su cartera y sacó la cédula. Allí estaba su foto, la misma cara de siempre, y su número de identificación, el mismo de toda la vida.
Y sus dos apellidos también eran los mismos, sí. Pero su nombre, su nombre no era su nombre, sino el que ya sabemos. Pero esto no fue lo peor de todo, pues cualquiera podría vivir de la noche a la mañana con otro nombre; lo realmente terrible, lo que parecía una broma pesada armada por Dios y por el Diablo en confabulación contra su pequeña existencia, fue que aquel Raúl que tanto le achacaban era el nombre de su peor enemigo.
DE HADAZ
El príncipe irrumpió en el salón real, arrastrando de los cabellos rubios el frágil cuerpo sembrado de flechas. Ya de rodillas frente al desencajado Rey, ofreció aquel cartel con error de imprenta, el único que los emisarios no alcanzaron a sacar de circulación y en el que se podía leer: Rey busca príncipe para cazar a su hija.
VÓRTICES GOZOSOS
Está bien, está bien, ciérrame la puerta del baño, no me importa. Yo me voy para otro lado, para otro baño. Saldré corriendo y llegaré primero que tú. Sí, pegaré una gran carrera, la más grande que jamás haya pegado nadie en todo el universo. No me caeré y llegaré victorioso hasta el váter, hasta la palanquita, y la bajaré, sí, la bajaré feliz de la vida y luego alzaré la tapa, y estallaré en gritos y carcajadas mientras me quedo mirando cómo gira y gira el agua allá adentro.
Y además volveré a bajar la palanca, de eso que no te quepa duda, y me reiré más fuerte todavía, y daré saltos de conejo loco. Y después, después haré lo que más temes. Sí, me inclinaré, estiraré el brazo, lo dejaré caer como una bomba y meteré la mano en el agua, hasta donde alcance, hasta bien adentro. Luego sacudiré, levantaré olas enormes, olas que me chispeen la cara, la boca, los ojos y que mojen este traje de una sola pieza, insoportable y caluroso que debo usar para dormir.
Sí, me bañaré con el agua del váter, y lo haré rápido, muy rápido, antes de que llegues y me levantes de un tirón y me laves las manos con jabón y me vuelvas a decir que con eso no se juega y me saques y cierres la puerta del baño y me pongas a jugar con cualquier juguete aburrido, un trencito, un carrito, un avión, qué sé yo...
*Puerto Cabello, 1970. Ha publicado, entre otros: Postales sub-sole (2006), Rocanegras (2007), Piedras lunares (2008), Las peripecias inéditas de Teófilus Jones (2009), Ciudades que ya no existen (2010), Instrucciones para leer este libro (2012)
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