Minificciones y artículo de Ana Clavel
Ana Clavel (Ciudad de México 1961).
Narradora y ensayista. Ha publicado los libros de cuento: Fuera de escena (SEP-CREA 1984), Amorosos de atar (Premio Gilberto Owen 1991), Paraísos trémulos (2002), y las novelas: Los deseos y su sombra (Alfaguara 2000, traducida al inglés con el título Desire and Its Shadow, Aliform Publishing 2006), Cuerpo náufrago (Alfaguara 2005, traducida al inglés como Shipwrecked Body, Aliform Publishing en 2008), Las Violetas son flores del deseo (Alfaguara 2007, traducida al francés en 2009 por Éditions Métailié), con la que obtuvo el Premio de Novela Corta Juan Rulfo de Radio Francia Internacional 2005, y El dibujante de sombras (Alfaguara 2009, traducida al francés como Le dessinateur d'ombres, Éditions Anne-Carriére 2013). En el 2008 apareció su libro de ensayos A la sombra de los deseos en flor. Ensayos sobre la fuerza metamórfica del deseo (UACM 2008). Recientemente publicó el volumen de cuentos Amor y otros suicidios (Ediciones B 2012) y la novela Las ninfas a veces sonríen (Alfaguara 2013). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores del FONCA.
Altura inadecuada
Se
arrojó desde el mirador de la Torre Latina porque sintió que no podía más. Al
despertar, una enfermera le ajustaba el suero. Alcanzó a gemir “¡Oh, no…!”,
pero la enfermera la tranquilizó de inmediato.
—Tuvimos
que intervenirla —le dijo— porque desde la altura de donde se lanzó usted es
inevitable romperse el alma.
Paraísos trémulos
Cada
vez que se cortaba el pelo perdía un poco de memoria. Ella no lo sabía y
tampoco los que la rodeaban, así que, en más de una ocasión, la tomaron por
desatenta y dejaron de dirigirle la palabra. Por supuesto, ella lo resentía y
no se explicaba por qué la gente terminaba por alejarse. Entonces se miraba al
espejo. Reparaba en el hilito que sobraba del suéter; reconocía sus hombros
caídos y probaba a darles aliento: suspiraba profundamente. Observaba que el
pelo le había crecido y que un mechoncillo rebelde se obstinaba en enfrentarla
con la vida. Resolvía un nuevo corte. Y cada vez, el rechazo y el cabello
rebelde hacían lo suyo. Un día, decidió cortar por lo sano. El mundo prometió
paraísos trémulos e inexplorados, palpitantes como su cabeza rapada.
Corrección
Por
fin habían recapturado a la pequeña Alicia. La Reina de Corazones se frotaba
las manos. A su lado, el rey, buscando complacerla, ordenó: "Que le corten
la cabeza". "No --objetó la reina--. Esta vez haré honor a mi nombre:
que me traigan su corazón..."
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