Caza mayor de Manuel Moya


LA MISMA FECHA

Fue la misma fecha en la que Pablo te amenazó con que si delatabas a aquellos polis verías su corazón ante tu puerta. La misma fecha en la que aparecieron los tipos con la moto y amenazaron con incendiar tu casa si seguías en tus trece. La misma fecha en la que yo te dije, chica, lo mejor es que te olvides de todo y te vengas conmigo y tú me respondiste, aguantaré, aguantaré, aunque sea lo último que haga en mi vida, y yo te contesté casi en broma, no, si va a ser verdad que será a mí a quien le toque enterrarte. La misma fecha, ¿recuerdas?, y ya ves lo sutil y preciso que ha acabado siendo el destino.

PARAÍSO

(I)
Lo pasé fatal en el paraíso. Todo el rato desconfiando de todo y de todos. No quería que me pasase lo que a ese tal Adán. Cuando mi mujer decidió dejar de hablarme por no prestarme a sus jueguitos, yo, créanme, no saben cuánto se lo agradecí. Todos se pusieron de su lado, perdí peso y el galeno me recetó ampollas de ésas, que acabaron por provocarme unas arritmias insoportables, pero nadie me hizo caer en la pueril trampa de la manzana. El día que me fugué, todos se quedaron admirados, creyendo que me había vuelto a dar una ventolera. Me hice un adosado a las afueras y aquí vivo, divinamente. A veces me veo en secreto con Caín. Tenemos nuestros planes.

CAZA MAYOR

    a José María Merino

Estaba preparado cuando apareció el oso. Era exactamente el que nos había descrito aquella misma mañana el monitor en el pueblo. Tomé el rifle, adelanté el pie y me dispuse a poner su corazón justo en el punto de mira de la telescópica. Están bien empleados los 10.000 euros, pensé mientras apretaba el gatillo. Marqué el número justamente cuando el animal aún se debatía sobre la hojarasca. Se puso mi hijo y, emocionado, le narré cómo había matado yo sólo al oso y añadí que acaso en ese instante aún le quedase un pálpito de vida. Mi hijo guardó silencio. Luego, tras pensarlo, me dijo: papá, cuando vuelvas, quiero que mates a mi maestra.


CARTA A LOS REYES MAGOS

(I)
Reyes Magos,
Este año creo que me he portado bien, porque mi hermano yo creo que iba camino de convertirse en un yonqui, y la abuelita ya era muy muy mayor y, después de lo de mi hermano, todo el rato me decía que se quería marchar, que se quería marchar, que ya aquí estaba sobrando. En lo del tío Bernardo, lo juro, no tuve nada que ver. Se murió de pena, por lo de la abuelita, pero yo creo que el pobre se hubiera muerto de pena por cualquier otra cosa. De todo lo que vino después tampoco tengo toda toda la culpa, así que sí, yo creo que este año me he portado bien. Por eso la lista es más larga que otras veces.

CARTA A LOS REYES MAGOS

(II)
Queridos Reyes Magos
[...]
Acabaron por confesar. Mis papás, quiero decir. Qué bien me vino el libro “Métodos de tortura”, que el año pasado pedí para mi abuela. No sabéis el partido que le estoy sacando.

COMPAÑÍA

Después de dos años en el país, se veía sin trabajo, sola y asustada, así que tuvo que optar por la basura. Prefirió aquel barrio donde por la mañana fue a ver si le caía algo de asistenta porque supuso que pocos harían un camino tan largo para machacar media docena de contenedores. En realidad era su segunda batida, así que cuando se acercó a aquel contenedor solitario le extrañó muchísimo que llorase como una criaturita, pero así era. Se aproximó con precaución y al levantar la tapa, advirtió que algo así como unas manos rollizas y minúsculas se agitaban en su interior. Miró a un lado y a otro antes de tomar una decisión. Por lo menos, aquí dentro, se dijo mientras cerraba la tapa tras de sí, no me va a faltar compañía.


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