Las extrañas minificciones de Pu Sung-Ling. Alberto Hernández
1.-
En cualquier vereda de
China se tropieza el caminante con una breve historia. En cualquier camino del
mundo, pero sobre todo en la extensa geografía material o espiritual del gran
país de Asia, quien se adentre por sus campos y caseríos se verá atrapado por
un relato, por un cuento, por una anécdota, por un sueño que se convierte en
realidad. Por un bribón que quiere echar una broma y termina muerto por su
propia broma.
En estas ficciones mínimas
de Pu Sun-Ling, traducidas al español por el sinólogo venezolano Wilfredo
Carrizales, el que lee, el que escudriña en las entrañas de cada nombre, de
cada espacio geográfico, en cada situación, se ve involucrado y hasta se siente protagonista de las
eventualidades reveladas a través de cada trozo que ocupa el espacio de una
inteligencia antiquísima y rica en tradiciones orales.
El autor de este libro,
quien vivió durante la dinastía Ching (1644-1911), nació en la provincia de
Shantung, enclave humano al Este de China, de donde también son oriundos
Sun-zu, Confucio y Mencio. Digamos entonces que estamos frente a un fabulador
heredero de un denso material ficcional
que lo hace merecedor de una traducción como la que ha realizado Wilfredo
Carrizales.
Este trabajo fue hecho
público por la editorial el perro y la rana a través de la Colección de
Clásicos Los ríos profundos, en homenaje al escritor peruano José María
Arguedas.
Carrizales hace una
traducción limpia, impecable para los conocedores de ambas lenguas. Para
quienes no hablamos chino pero sí español y lo escribimos, se trata de unas
historias en verdad extrañas, extravagantes, hiperbólicas, a veces, sencillas,
otras veces, pero la mayoría de ellas, de las veces, raras, estéticamente
atractivas por la manera de decir de quienes participan en cada relato, por la
forma de habla que usa el traductor, seguramente atendiendo a la frescura y
sencillez con que el escritor chino las inventó o las vivió, porque algunas de
ellas son tan cotidianas que nos dejan con las ganas de saber un poco más
acerca de lo que podría o pudo haber pasado si la historia se alargara. En
otras, el asombro, la sorpresa, el suspenso y la ironía nos zambullen en una
atmósfera que invade todos los sentidos, sobre todo el visual, porque la
narrativa de este chino es fotográfica, paisajística, pero también anímica, iluminada
por la frecuencia del humor de algunos de sus personajes.
2.-
Una constante de los
relatos de este libro, pero también de otros que hemos leído de autores de
China, conforman un tejido en el que la ironía conduce a la tragedia. La
muerte, por ejemplo, acude en auxilio del autor para matizar o darle más fuerza
al final dela historia. Los chinos practican este tipo de creación, toda vez
que tienen en la contemplación el
recurso más cercano para aproximarse a la eternidad. O a lo que ellos creen es
la eternidad. Para muchos en esa cultura la eternidad no existe, sólo una raya,
una línea, un límite donde comienza el vacío, la paz, el silencio, la muerte.
De allí que en estos relatos nos topemos con estas alusiones o afirmaciones: la voz del autor ironiza, hasta se burla, de
quienes pasan por la tragedia, pero lo hacen con un humor ingenuo, soterrado,
íntimo en el sentido de que no blasfeman. Aunque a veces la ironía va más allá
de la blasfemia.
En el entendido de que la
minificción es una suerte de entretenimiento, de diversión inteligente, el
lector de estos cuentos, relatos, narraciones o ficciones no dejará de
preguntarse por qué el autor recurre al final edulcorado, feliz, si se quiere
llamar así, para parafrasear al traductor. Digo, entre líneas, hay una especie
de maldad en estas aventuras. Una maldad recreativa, extraña, misteriosa,
sobrenatural.
En este dinastía, pero
centrados en el este autor, los temas son variados. Desde los abalorios de una
magia festiva hasta los maltratos que sufrieron las mujeres en esa época. Nada
le fue ajeno a Pun Sung-Ling.
3.-
Dos relatos ilustran
algunas de las afirmaciones arriba mencionadas: “El enano” (p. 35), y “El piojo guardado”,
(pág. 36), que a continuación reproduzco:
Durante
la época del emperador Kang Xi existía un mago que portaba una caja de madera
en cuyo interior había un enano, quien no medía más de dos chi.
Cuando
la gente le regalaba dinero al mago, éste abría la caja y le ordenaba al enano
que saliera. El enano ponía los pies fuera, cantaba una melodía y de nuevo se
introducía en la caja.
Un
día, cuando el mago arribó al distrito de Ye, el juez tomó posesión de la caja
y le preguntó al enano por su origen. Al principio, el enano no osó hablar.
Pero, luego, ante la presión del juez, empezó a explicarlo todo. Dijo que era
miembro de una honorable familia y que un día, al regresar a su casa desde la
escuela, el mago lo hechizó. Le había dado a beber una pócima que hizo que le
empequeñecieran los brazos y las piernas. Después lo exhibió en muchos lugares.
El
juez dio la orden para que mataran al mago a palos.
(***)
Un
lugareño m descansaba bajo la copa de un árbol. Atrapó a un piojo, lo envolvió
con un papel y lo introdujo en un hueco del árbol.
Dos
o tres años después pasó de nuevo por el mismo sitio. Recordó al piojo, miró
dentro del hueco del árbol y observó el pedazo de papel con el cual lo había
envuelto. Desplegó la envoltura de papel y apareció el piojo, mínimo como el
afrecho. Lo colocó sobre la palma de la mano y comenzó a examinarlo. Tras un
corto tiempo, la mano empezó a picarle y el piojo se fue hinchando . expulsó al
piojo de su mano y se largó.
Sobre
la palma de la mano donde había examinado al piojo le brotó un tumor. Día tras
día el tumor se hacía más grande, hasta que al final el hombre feneció.
4.-
La voz de traductor se
escucha para expresar acerca del autor: “En los cuentos maravillosos de Pu Sung
–Ling se ponen de manifiesto algunos muy importantes problemas sociales de su
tiempo. La descripción del gobierno revela su lado oscuro y cruel, y, en
especial, expone la corrupción de los funcionarios medios y bajos, quienes con frecuencia conspiraban
con miembros de la nobleza para extorsionar y oprimir al pueblo común: lobos
que devoraban a los débiles”. Nada nuevo bajo el sol: la corrupción es tan
vieja como el mismo hombre.
Más adelante nos deja
saber sobre el sufrimiento de las mujeres de mano de sus maridos, quienes se
valían de matrimonios concertados para tener relación con niñas y jóvenes que
podían ser hasta nietas de los esposos. Toda una cadena de crímenes que
desnudan la vida política y social de su época.
Por estas páginas viajan
personajes y costumbres, historias de denuncias, opresiones y dolores que
contenían el universo de aquel mundo lejano, hoy puesto a la luz por estas
traducciones de Carrizales.
Quedan ahora en manos de
quienes puedan leerlas estas minificciones y hacerse de una parte de la cultura
de ese país inmenso que se reparte en
sus tonos por cada país económicamente civilizado. El rostro de China se
aparece a cada instante en el silencio de una diáspora que ya ha comenzado a parecerse
al final de los relatos de Pu Sung-Ling.
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