Cinco de Médicos
Cinco textos del libro “escritos diminutos”, Ed. Del autor, Santiago del Estero, Argentina, Octubre de 2008, ISBN 978-987-05-5267-3LA ETERNA PRESENCIA DE HERÁCLITO
El Doctor A., quién a lo largo de su carrera ha sido tantos como la vida le ha exigido para sobrevivir, ya sea médico de familia, cirujano ayudante, obstetra de emergencia devenido en pediatra, médico en los campamentos de YPF, auditor, supervisor de área programática, médico en un posta sanitaria, médico de hospital o médico de guardia en tantos lugares, no ha sido nunca uno de esos acerca de los que Heráclito dijo "Los médicos cortan, queman, torturan. Y haciendo a los enfermos un bien, que más parece mal, exigen una recompensa que casi no merecen" ya que el Doctor A. nunca cobró una consulta.
Hipócrates Mamaní
(Semblanzas ciudadanas - 1963)
LENGUAJE TÉCNICO
-No es así la cosa Bernárdez; usted no puede haber usado la metáfora de manera tan liviana. Es un escritor reconocido pero no puede escribir “paisaje tapizado de puntos color escarlata” o “derrota de la hipertermia por la sagacidad del hombre y la generosa acción de los antibióticos”. ¿Qué pretende usted? ¿Confundir a sus colegas? Bastaba con que ponga erupción maculo papulosa o paciente afebril. En este hospital se escriben historias clínicas y no prosa poética. Recuerde que además de escritor usted también es médico.
Arturo Comán
(Acerca de de los médicos escritores - 1964)
FINAL DE VIAJE
Se arrastra con gran esfuerzo por el estrecho túnel que está anegado por un líquido viscoso y tibio.
A pesar de ello avanza. Una extraña fuerza exterior lo empuja alternativamente hacia delante y atrás. Su corazón aletea desbocado y sus músculos, pequeños pero fuertes y flexibles, se esfuerzan al máximo.
Un largo instante y siente una explosión. Sus ojos son heridos por la luz.
Mientras un grito desgarrado escapa de su garganta y sus pulmones aspiran aire nuevo, una mujer grita: “Ha nacido un varón”
Excelso Plinio Galeno
(Ars médicus - Siglo II)
INFIERNO
Siento náuseas y mi cuerpo flota en el vacío. Un olor repulsivo hiere mi pituitaria. Abro los ojos y la luz lastima mis pupilas. Intento recuperar el ritmo de mi respiración todavía agitada. Hay murmullos apagados.
¿Dónde estoy? Me siento vulnerable y a merced de todo. ¿Estaré en el infierno?
Siento pasos. Enfoco mis pupilas. Descubro un rostro mordaz y una sonrisa sardónica. El sujeto, vestido de verde, agita un frasco ante mis ojos.
En ese preciso instante se hace la luz en mi cerebro. El cirujano acaba de quedarse con mi apéndice.
Guillamo Fracasitodo
(Tratado de Medicina y cirugía - 1943)
TERAPIA
(A Julio Cortázar)
Un cronopio, médico de profesión y con ínfulas de escritor decide concurrir a un taller literario en la calle Cortázar de la ciudad de Santiago del Estero. Al día siguiente de trabajar en la lectura y reescritura de cuentos de un, para él, desconocido escritor franco-argentino cuyo nombre sería Julio, aunque no recuerda su apellido, atiende a un paciente al que le duele todo y sufre de anorexia e insomnio. El Cronopio inspirado por sus actividades literarias le receta la compra de un ramo de rosas. A los pocos días, el paciente regresa acompañado de un escribano y un abogado para iniciar un juicio por mala praxis.
Arturo Comán
(Acerca de de los médicos escritores - 1964)
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