Cinco de Ramón Colmenares
De fábula
Después de ordenar el montón de denuncias en su escritorio, el viejo sheriff decidió afrontar los hechos; tomó su escopeta y salió raudo a atrapar al hombre-lobo causante del terror en el poblado. Recordó de pronto haber leído en alguna parte que la única forma de matarlo era con una bala de plata y entonces dedicó esfuerzos en hallar a un orfebre o una armería para proveerse de tan útil adminículo. Pasó el tiempo y no encontró armería ni orfebre en el poblado, pero no desmayó, ni abandonó su búsqueda, hasta que un buen día lo sorprendió la muerte apenas sin comprender que es imposible matar una fábula, con una simple bala de plata.
Víbora
Ella lo turbó con su mirada seductora.
Él, inocente, se dejó llevar por el arrebato.
Ella lo condujo hasta el fondo del abismo
y desde entonces,
todos fuimos expulsados del paraíso.
Sólo ella
Elevada y dúctil muy por encima de lo humano y lo divino, separada apenas de la frágil línea de lo etéreo. Miraba a los curiosos desde el marco que le servía de residencia. Miles de ojos la habían escudriñado y a todos les causaba una sensación que pocos sabían explicar. Algunos miraban sus ojos y encontraban en ellos la sorpresa, otros la boca y algunos más su postura, pero el halo de misterio seguía allí, hasta que aquel niño le dijo a su padre al oído; “yo creo que ella es así, porque le da risa que la llamen Monalisa”.
Herido
Lo encontró solo en medio de la madrugada. Estaba herido, ella lo curó en el sitio. Él se repuso, apenas le dio las gracias y se marchó. Ella no salió de su asombro, pero nunca comentó nada. Total, nadie le creería el mini cuento de que ella salvó a cupido de una herida de flecha, producto de un mal lanzamiento en una madrugada cualquiera.
El amor María
Él la anheló durante cuarenta y un años. Ella siempre supo que este día llegaría. Cuando finalmente se encontraron, la soledad que los observaba furiosa, dio un portazo tras de sí y abandonó para siempre sus vidas.
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