Cuentos pendientes de Eduardo Gotthelf
CUENTOS PENDIENTES 3
Tzipora, excelente cocinera, sabía hacer una masa más liviana que el aire. La cortaba en tiras muy delgadas, que se elevaban en el calor del desierto. Cerca del sol se cocinaban; y al atardecer descendían, crocantes y listas para comer. Así alimentó a Moisés y los suyos durante cuarenta años.
Los incrédulos lo atribuyeron a un milagro.
(De cuentos pendientes, 2007)
EL RÍO SAGRADO
El astrólogo de la corte había calculado que cada 11.000 años, durante el solsticio de verano, el sol, la tierra y la luna volvían a la misma posición relativa en dos días consecutivos.
“Ayer a esta hora los astros estaban en el mismo sitio, el agua corría igual y mis pensamientos eran idénticos. ¡Acabo de bañarme dos veces en el mismo río!” se dijo, lleno de gozo.
Al salir del agua fue arrestado por un grupo de soldados extranjeros. Era la avanzada de un ejército que durante la noche había conquistado el territorio, reemplazado al rey, modificado las leyes y cambiado el nombre del río.
(De cuentos pendientes, 2007)
MENTIRA HISTÓRICA
En batalla singular, un ejército gigantesco fue vencido por el valor de un solo iluminado. Su resentido biógrafo, mutilado de guerra él mismo, en lugar de mencionar gigantes, consignó molinos.
(De Principio de Incertidumbres, inédito)
ATADURAS
El héroe entró al laberinto con el hilo atado a la cintura. Poco a poco el ovillo, en manos de Ariadna, se fue achicando, hasta que se agotó. El hilo se puso tenso. Si lo soltaba, perdería a Teseo para siempre. Sin vacilar, lo siguió.
Recién cuando estuvo en la parte más oscura, el hilo se detuvo. Oyó los ecos de una lucha lejana. Luego notó que el hilo aflojaba: él estaba regresando. Ovilló rápidamente, hasta que pudieron abrazarse en la oscuridad.
Atados y perdidos en el interior del laberinto, no tienen más remedio que seguir juntos, hasta que la muerte los separe.
(De Principio de Incertidumbres, inédito)
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