Memorial de Orfeo

Por: Christian Alexander Elguera Olórtegui

En el altar

Visión de la hoguera entre sus pechos: Agujero para un voyerista que observa detenida y sangrantemente desde el último escalón. Deslizo la lengua por la habitación hasta sentir los gránulos de la piel. Uno a uno los vellos van emergiendo a causa de nocturnos nervios. Deslizo las pupilas hasta humedecer toda la cavidad. Hago sonar los anillos que la envuelven. Paseo las yemas por sus bordes, deslumbrándome con los espacios que brotan conforme voy rasgando la coraza. Dejo crecer uñas y dientes, los coloco entre esos túneles: tres bocas lucientes que comienzan a mirarme en seducción. Mi lengua resbala, ruñe, siente por fin, picantes y blandos pelos. Es entonces el momento de ejecutar las enseñanzas del viejo maestro: “¡Mastica la fruta encerada de su piel, rocía sobre el vientre tu saliva, unge los pies con sudor! Es entonces por fin que las comprendo: detrás de las estatuas no solo se ocultan huesos y sangre.


En un día cualquiera

Ves desde una escalera la tortuosidad de ser mi ceniza en la sangre. Las distancias y la ubicación ayudan. Es como si cayeras lejos de mí, como un silbido en la fuente, como si esperaras, para regresar, un manifiesto en cuerdas, hilos entrando en tu boca, que te haga palpitar aves y agua. Eres la escalera de un río donde van repartiéndose trociscos de los prisioneros de la inocencia. ¿Ves como mis palmas se hacen raíces, leños y pulpa en la pared para evitar que sigas escapando? Veo el alimento inflamable en tus ojos, tus ojos atravesados en mi nuca. Veo tus labios susurrando por los agujeros, a tus dientes decorando el síncope.

No muy lejos

Con ojos de abismo el pez mira desde un calzado. Lo imagino nadando en mi cutícula, clavándose en mi cuerpo, siendo la corona de mi sien o pábulo entrañable que se diluye al contacto de mi saliva. Pretenso tus dedos. Pretenso tus uñas, cada vena y cada hueso, ser tu suelo. Mas, mar del pez, y de otras criaturas de lo arcano, me vas disolviendo, hundiendo en tu vaivén. Con táctica experta el recuerdo de tu sombra se desliza por mi costado, dejando las huellas y olores, jamás la concreción de tus miembros, que a estas horas, y a imprudente distancia, exprimían todo atisbo de calma. Y mientras vas alejándote, como un frutal mecido por el viento, tientas con los delirios que atesoras. Vas dejando tus efluvios en el camino para engañar al extraviado, que ingenuo, se dispone ansiosamente a beberlos, sin saber que solo es una entelequia, un tatuaje que enciende y se disuelve.

1 comentarios:

Anónimo | 17 de junio de 2009, 19:12

Cuándo sale la revista Plesiosaurio nº 2?

Publicar un comentario