Exquisitas gemmas

Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) es licenciada en Filología Hispánica y en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha cultivado la crítica literaria en el diario Avui, de Barcelona, y en las revistas españolas Turia y Quimera, así como para la argentina Olivar, de la Universidad de La Plata. También ha coordinado, junto a Fernando Valls, la sección de microrrelatos "Liebre por gato" en la revista española Clarín. Sus microrrelatos han aparecido en la revista mexicana Narrativas y en Paralelo 50, vinculada al Instituto Cervantes, en las revistas electrónicas de arte DELIRIO y de cultura KAFKA, así como en el diario argentino EL LIBERAL. Mantiene un blog de literatura, donde aparecen sus microrrelatos, titulado Sueños en la memoria.

EL CARACOLILLO

Se fue encogiendo primero de espaldas, brazos y piernas, hasta quedar bien prieta, como si fuera un caracolillo empeñado en absorber, de una sola vez, todo el sol que le cupiera sobre las espaldas las raras veces en que salía a pasear. Luego, cuando se le hubieron caído los dientes y el leve pelo ralo que milagrosamente conservaba, fue desprendiéndose poco a poco de los gruesos jerseys de invierno, y de las sucesivas bufandas, gorros, sombreros, orejeras y guantes de lana, para terminar vistiendo un finísimo camisón de seda por todo abrigo, como las antiguas combinaciones que antaño usaban las abuelas, muda que se reveló mucho más benévola ante los implacables cambios de que era objeto su cuerpo, cada vez más comprimido, más necesitado de presteza y agilidad.

Los años no sólo le habían reducido los huesos, sino también los andares, los gestos y hasta las miradas. De poder hablar con franqueza, diríase que se había convertido en un saquito de carne lleno de protuberancias, de perfil indistinguible. Los pasitos que daba para ir a la tienda de la esquina no sólo eran cortos y audaces como sus pensamientos, sino que incluso los saludos y buenos deseos que repartía eran expresados en forma de pequeñas ráfagas, como si temiera gastarlos de golpe. A decir verdad, resultaba dificilísimo reconocer en aquella pobre anciana a la mujer rotunda que había sido: si bien nunca fue alta del todo, hubo un tiempo en que sus piernas y pestañas fueron largas, y anchas sus caderas, y sus andares, acompasados, además de exhibir sonrisas y saludos calmos y generosos, capaces de enamorar a más de uno y de dos.

Tras unos breves instantes de duda, al final se ha decidido a cruzar. El coche metalizado no ha tenido tiempo de reparar en aquel caracolillo que se desplazaba por la calle medio a tientas, con la ligereza torpe de un ser espiritual.


VERDADERA NATURALEZA

Cuando era niña le gustaba morderse los labios hasta provocarse llagas; las uñas hasta el límite mismo de rompérselas; los dedos hasta hacerlos sangrar.Ahora que es mayor le gusta pintarse los labios para redefinirlos; las uñas para aumentarlas; los dedos, de negro tiznado, para devolverlos a su verdadera naturaleza de bruja piruja.


EL ABRAZO

Cuando se fundieron en un beso apasionado, ninguno de los dos creyó jamás que iba a sucederles tal cosa. Inmediatamente después de verse convertidos en un ser hermafrodita con órganos genitales masculinos y femeninos, empezaron los terribles dolores de cabeza.

Al placer, le sucedió de inmediato el miedo y hasta algún arrebato de pánico. Superada la fase inicial de exploración del cuerpo ajeno, en adelante propio, le llegó el turno a las interioridades, al descubrimiento íntimo del otro, de sus secretos y pensamientos más desnudos.

No hubo nada que hacer. Fue inevitable. Desde entonces, ya no se quieren en absoluto.

11 comentarios:

MARIA FABIANA CALDERARI | 20 de julio de 2009, 15:07

Festejo la llegada de Mega a Ficción Mínima. Encandilan sus joyas literarias. Saludos cordiales

Freia | 20 de julio de 2009, 15:55

Después de seguir durante casi dos años los espléndidos micorrelatos de Gemma, es un placer verlos publicados en esta bitácora.

¡Pues verán cuando descubran sus poemas..!

¡Ah!, que lo cortés no quita lo valiente: un saludo a Sandra Bianchi, la anfitriona.

Isabel Barceló Chico | 20 de julio de 2009, 17:59

Geniales los tres, gemma. Y enhorabuena a este blog por colocarlos aquí. Ha sido todo un placer visitaros. Saludos cordiales.

Sandra Bianchi | 20 de julio de 2009, 19:28

Gracias por los comentarios y el saludo. Su nombre es Gemma y hace honor a sus preciosos micros, y sin duda a sus poemas.

NáN | 21 de julio de 2009, 1:01

De acuerdo con todo.

María a rayas | 21 de julio de 2009, 4:37

Debo confesar una cosa...el mircrorrelato de Verdadera naturaleza me encaaaanta...de hecho lo he "contado" en alguna sesión de cuentacuentos (no he podido evitarlo...yo también soy un poco bruja piruja)

genial la selección además, muy mega!!
un beso!!

ANTONIO SERRANO CUETO | 21 de julio de 2009, 5:02

Mis felicitaciones a mi querida Gemma, tan ducha en el arte de la minificción. Celebro su presencia en esta bitácora. Y saludos a la anfitriona, desde El Baile de los Silenos.

Gemma | 21 de julio de 2009, 10:30

Mil gracias a todos por vuestras palabras cariñosas (y por estar).
Besos

Sergio Astorga | 21 de julio de 2009, 13:58

Gemma, Mega no es ficción mi comentario o tal vez sí, la verdadera naturaleza me conmueve por rotundo, me conmueve, es decir me mueve la inevitable sentencia de lo que es, será, no importando las circunstancias. Ortega se da una cabezada.
El abrazo, que tanto uso en mis despedidas, cuando traspasa las fronteras de la epidermis, aparece la sofocación.
Como las buenas minificónes se agrandan cuando acaban.
Felicidades.
Sergio Astorga

RGAlmazán | 21 de julio de 2009, 15:42

Querida Gemma, me alegro de encontrarte por aquí y como siempre narrando con esa maestría que te caracteriza. Bellos los tres microcuentos.

Salud y República

Anónimo | 22 de julio de 2009, 13:21

Tres preciosas gemas, sin duda. Me ha encantado "El caracolillo", tierna y dura descripción de los estragos de la vejez.

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