Cinco encuentros (en cinco relatos)




La puerta

Triste porque nunca nadie llamaba a su puerta, solía espiar ansiosa por la mirilla.

Un día decidió abrirla de par en par, dándose cuenta que siempre había estado fuera. Así, pudo abrazar a quien estaba dentro, esperándola.



El osito de peluche

Todos se burlaban de aquel joven que todas las noches se llevaba a su cama un osito de peluche, sin importar dónde estuviera viviendo. Las burlas lo mortificaban.

Una noche, al verlo entristecido, el osito le dijo al oído: “¿Por qué no les dices que somos amigos?”.



La lágrima

Intrigado, esta vez decidió seguir a su lágrima para ver dónde iba.

Fue así como descubrió el mar.


Duda

Se sentía orgullosa de sí misma. Tenía el don de permitir el acceso a palacios y castillos, y de guardar en arcanos valiosos secretos y tesoros. Su poder también le permitía transformar a los habitantes en presos y carceleros.

Arrullada por la música que generaba la presencia de sus compañeras, por un momento la llave olvidó sus cavilaciones.


Carrusel

Los muñecos del reloj carrusel de la plaza principal de Praga no querían perderse el espectáculo: cada hora se asomaban para ver a los turistas.

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