Ficticianos en Ficción Mínima:






Ricardo Robles

Con estudios en psicología, economía y administración de empresas, ha publicado “Guitarra en almíbar” libro de minificciones y relatos: www.lulu.com/content/3962458 y está por publicar la novela “Madrugada en jazz”, así mismo ha publicado relatos y minificciones en los periódicos El Universal, La Jornada y Reforma, así como en la revista Espíritu Universitario de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, donde ha sido jurado del 1er. Concurso de Poesía Social, organizado por el Centro Cultural Universitario. Sus trabajos literarios se pueden leer también en revistas electrónicas como www.ficticia.com (donde actualmente es Director del Taller de minicuentos), y en loscuentos.net
En el mundo del Internet es mejor conocido como Impal o Jazzista. Trabaja actualmente en una investigación acerca de los mecanismos que utilizamos en el pensamiento creativo de la minificción y está por publicar otra novela con un personaje que toma conciencia de pertenecer al universo de la ficción y mete en apuros al escritor de la novela.

Pares
Cordón umbilical y tijeras, nalgada y chillido, biberón y pañales, besos y mimos, bautizo y medalla guadalupana, balbuceos y primeros pasos, control de esfínteres y cochecito de carreras; televisión y videojuegos, escuela y compañeros, soldaditos y bicicleta, pelota y clases de karate ; acné y primer beso, copas y fiestas, discusiones y pleitos, ideología y manifestaciones, rock y música de protesta, estudios universitarios y novias ocasionales, ortodoxia y graduación; relación formal y amor, anillo de compromiso y luna de miel, oficina y salario, bebé y responsabilidades, trabajo y problemas, rutina y tedio, distanciamiento de la esposa e insatisfacción; rubia joven y hotel, disfrutes y reencuentros, amante y lugares caros, tarjetas de crédito y deudas, ausencias de casa y complicaciones financieras, fraude y dinero fácil, concubina y viajes; demanda y divorcio, últimos pesos y rompimiento con la amante; auditoría y despido, cárcel y depresión, soledad y remordimientos, intento de suicidio y arma defectuosa, otra pistola y balas, estallido y oscuridad, levitación y túnel, ataúd y epitafio, calor y azufre.



Otredad
Paseo por la calle y me doy cuenta de que me he quedado en casa. Por lo cual, regreso a por mí mismo. Al cruzar la calle, por poco y me arrolla un auto. Caray, qué hubiera pasado si me alcanza a pegar, seguramente no hubiera podido regresar a por mí mismo y estaría muerto. Cuando me veo llegar, respiro aliviado.



Acomodos
"Todo cabe en un jarrito, sabiéndolo acomodar", le aseguró a su exmujer, al tiempo que sacaba del desván una vasija e iba introduciendo diversos objetos. Empezó con cosas pequeñas como cubiertos, peines y cepillos. Luego, más grandes: sillas, televisores y cuadros. El jarrito se ensanchaba para dar cabida a más y más triques. Al meter la mesa del comedor supo que nada lo detendría hasta hacer llegar la casa al fondo con todo y cimientos. Continuó con los postes de luz, el gendarme y la tienda de la esquina. Después, fue poniendo edificios, calles y ciudades enteras. Más tarde acomodó dentro las montañas, los valles y los continentes. Siguió con el planeta completo que desapareció a través de la boca del jarro. Entonces, volteó a buscar a Dios, que presuroso, huyó despavorido.



Aligerando la carga
De camino a su casa se desanudo la corbata y la arrojó por la ventana. Aprovechando que el semáforo marcaba alto, se deshizo de los zapatos. Se bajó del automóvil y decidió caminar hacia la playa. Al aflojar su cinturón sintió como la presión disminuía, se relajó y aventó el saco, sus pies se hundieron en la arena, se despojó del pantalón y la camisa. Al quitarse los calcetines empezó a volar un poco. Cuando desde las alturas pudo ver el mar abierto, sus calzones aleteando se perdieron en el horizonte.



Prioridades
Al principio no nos preocupamos por las hierbas que aparecieron sobre la pista del portaviones: pensamos que terminarían aplastadas por las ruedas de los F16. Además al comunicarnos al alto mando, ellos no le dieron importancia al asunto, nos ordenaron evitar las distracciones y concentrarnos en nuestra misión en el Pacífico.
Los problemas empezaron cuando los aviones se desestabilizaban al aterrizar sobre las verduras que habían brotado. Entonces, nos abocamos a solucionar el asunto: lo primero fue recoger las lechugas, coles y demás legumbres que se habían dado, para repartírnoslas a partes iguales. Luego dirigimos al caza bombardero hacia las zonas no ocupadas por el huerto.
Nuestra área verde prosperó y se fue diversificando, en un par de semanas cosechamos zanahorias y tomates también. Daba gusto ver los vegetales en medio de olores campiranos y un calorcito agradable.
Cuando ya no hubo espacio suficiente para que se posaran los aparatos, optamos por cancelar el tráfico aéreo. Eso nos brindó un poco de paz y tiempo libre para dedicárselo a la hortaliza.
Ahora, disfrutamos del sol cayendo sobre el mar, deliciosas ensaladas y, por supuesto, evitamos pisar el huerto.

3 comentarios:

Anónimo | 9 de diciembre de 2008, 14:32

Estimado Impal/Ricardo:
Es un placer leer tus cuentos y tu curriculum literario en un lugar tan destacado como este blog. Te mereces todo el reconocimiento del mundo.
Un saludo y espero leer algún día tu(s) novela(s) publicadas.
Besos
Laura Hermosilla

Anónimo | 10 de diciembre de 2008, 9:55

Lauriña, un gusto saber de ti. Gracias por tus conceptos. Tú sabes que la minificción siempre me ha sintetizado.
Saludo.
Ricardo Robles

Anónimo | 10 de diciembre de 2008, 10:05

Hola Lauriña, un gusto saber de ti. Gracias por tus conceptos, sabes que la minificción siempre me ha sintetizado.
Saludo.
Ricardo Robles

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