Tratar Accidentes. Nicolás Ferraiolo


Muchos literatos enloquecen, se matan al descubrir esto. Los críticos tememos decirlo, por eso divagamos, pero alguien debe: muertos sus creadores, Ellos, son libres.

Ahora mismo, Don Quijote, en nombre de Dulcinea, le está usando los calzones a Cervantes. Raskolnikov persigue a hachazos al raquítico Dostoievsky, y cuando éste sufre ataques epilépticos, le hace cosquillitas (de lejos parece que se retuerce de alegría). Su enorme Yo Poético le roba el vuelto del almuerzo a Whitman. Borges es un peón de ajedrez que un gaucho se suele llevar a la boca.

Dante, el esotérico, al epifanear tal injusticia, usa a Virgilio como guía para que el Personaje sea Escritor, y así sumar colegas. Muerto Dante, su Virgilio (no Virgilio, esclavo de Eneas), lo aporrea en el Infierno.

Tan grave es, que yo sería perseguido por aquél Dante si omitiera que éstos tendrán tanta libertad como plomo en los pies.

1 comentarios:

Anónimo | 13 de octubre de 2009, 22:52

me morí de risa, muy bueno.

Publicar un comentario